Por Martín Boerr*
Hace diez años que la Argentina no crece y no genera empleo genuino en magnitudes que permitan absorver la entrada de miles y miles de compatriotas, todos los años, a la vida adulta donde necesitan trabajar, capacitarse y tener ciertas perspectivas de progreso.
El número mágico de la economía argentina no es la pobreza, la inflación ni el valor del dólar. El número más importante es la cantidad de empleos privados registrados (en blanco) que tiene nuestro país. Hace unos diez años que la Argentina ese número está estancado en torno a los 6 millones de personas. En un país con 45 millones de personas y subiendo.
https://www.trabajo.gob.ar/estadisticas/trabajoregistrado/index.asp
¿Por qué la Argentina no consigue generar empleos de calidad, en la cantidad necesaria?
Parte de la respuesta se vio claramente estas últimas semanas, en el drama que vivieron y viven miles de pequeños y medianos productores de Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa y Entre Ríos, combatiendo los incendios con ramas, palas, picos, improvisando cortafuegos sin tener mucha idea de cómo hacerlo, pero con una entrega que por momentos fue conmovedora.
Se vivieron muchísimas experiencias donde los productores trabajaron incansablemente como bomberos improvisados codo a codo con sus colaboradores, empleados, peones, para tratar de minimizar las pérdidas. Una sensación recorrió a todos:
¿Y el Estado dónde está?
“Una vez escuché el avión hidrante que pasaba lejos”, señaló a Plan B, Claudio Wipplinger, que perdió en una sola noche más de 2.000 hectáreas de bosques que había plantado hace 15 años. No eran solo pinos, ahí trabajaban decenas de misioneros. Wipplinger los reubicó en otra plantación, pero contó que algunos vecinos perdieron todo y no tienen dónde colocar a esas familias.
¿El Estado se va a hacer cargo de ayudar a ese productor?
“Estamos todos los días viendo para donde va el fuego y podemos perder nuestra empresa en cualquier momento”, dijo Gustavo Cetrángolo, que tiene junto a dos socios Forestal Oberá, que produce colofonia y trementina y exporta a Portugal y otros mercados de Europa generando divisas. Millones de plantas de resina se perdieron con los incendios. Ya el año pasado habían sufrido pérdidas millonarias.
Cetrángolo está muy lejos de la imagen de empresario rico que exporta y factura en dólares. Este mito hizo mucho daño a la Argentina y fue asuzado por el kirchnerismo que, con total desprecio por la verdad, suele referirse a cualquier empresario pyme o emprendedor a uno de los 10 grandes hombres de negocios del país.
Ese mito hizo su parte para que los 6 millones de empleos registrados privados en la Argentina no crezcan desde hace diez años. En Argentina el que produce, intenta un negocio o emprendimiento tiene grandes posibilidades de fundirse.
Y además, está una parte de la dirigencia política que maneja los fondos del Estado y vive criticándote en lugar de alentarte y apoyarte. Y con sus ataques, arrastra a la opinión de muchas personas que por desinformación o desconocimiento “compran” estas teorías. Está claro que con diez años de estancamiento, en la Argentina hay muchas penurias y frustraciones en todos los niveles, y algunos políticos se apuran para señalar a los empresarios y a los productores como culpables (no vaya a ser cosa que los señalen a ellos).
Pero volvamos a Cetrángolo. Vive mucho más modestamente que un empleado público de jerarquía de Posadas. Hace poco se compró un sencillo dúplex en Itaembé Guazú, aprovechando una oferta que dijo era “imperdible” y dejó de alquilar un departamento de dos ambientes en el centro de Posadas.
“Todo lo reinvertimos en la empresa”, explica, este experto en cuestiones forestales que también es consultor de empresas nacionales e internacionales y tiene la tosudez, las ganas y la motivación para darle a la Argentina una industria de pasta celulósica nacional, no de capitales extranjeros, para lo cual mueve cielo y tierra desde hace 10 años con su proyecto Ysiry Cuatiá.
Habla con funcionarios, inversores chinos, europeos y norteamericanos. Contrató a la mejor consultora finlandesa que avaló el proyecto y va por más. Con los 6 millones de empleos privados que no crecen hace diez años, ¿Cuántos hombres como el necesita la Argentina?
¿Qué pasa si Cetrángolo lo pierde todo? ¿Dónde está el Estado para apoyar un emprendedor nato que invierte, vive austeramente, genera trabajo y divisas para el país y quiere darle más trabajo, valor agregado y empleos privados registrados al país?
Y ejemplos como ese hay muchos otros.
El viernes 11 de febrero fuimos con Gabriel Montiel, fundador de la cabaña La Armonia (otro que reinvierte y apuesta al país), a la reunión que convocó la Mesa de Enlace en Mercedes. Casi al pasar, como restándole importancia, Montiel me contó en el largo viaje (son casi 5 horas de ida y otros tantas de vuelta desde Posadas) que hace dos meses que tiene cerrado el cada vez más concurrido restaurante de Fachinal, porque se le secaron los pozos de agua.
“Los empleados me llaman y me preguntan, ¿qué nos va a pasar?”, me comentó, casi divertido ante la sola pizca de incertidumbre de la gente que trabaja para él.
Es que para gente como Montiel, por dramática que sea la situación, tratar de proteger los empleos está fuera de discusión, pierda lo que pierda. Siempre apuesta primero a la gente y cualquiera que conozca La Armonía puede comprobar esto en la calidad y el esmero en la atención al turista. Algo que sólo se logra con gente comprometida.
El emprendimiento aún no alcanzó el punto de equilibrio, y Montiel sigue reinvirtiendo y apostando al futuro, ya trabaja en una planta frigorífica para vender los cortes de cordero (más empleos). Se levanta a las 3.30 AM y le dedica tanto esfuerzo a su emprendimiento como a promover la cría del ganado ovino en todo Misiones, buscando que otros se sumen.
El Estado brilló por su ausencia
En todo ese drama de los incendios el que brilló por su ausencia fue el Estado, el que debería haber armado una estructura, equipado a los brigadistas e invertido para traer aviones, autobombas, diseñar planes de contingencia, centros de control y coordinación.
Y para colmo apareció el “influencer” Santiago Maratea y los dejó a muchos en ridículo. En unas horas logró juntar recursos millonarios, que son también una manifestación de la solidaridad de miles de personas ante esos productores y brigadistas que luchan contra el fuego con un Estado ausente. En esa colecta hubo solidaridad, agradecimiento y también bronca.
El Estado es el que recauda los impuestos, puede endeudarse, puede tener déficit durante años (que terminamos pagando todos con la inflación). Es el que debería generar una estructura adecuada de combate contra los incendios forestales. A esto también debe ir el dinero de los impuestos.
El Estado suele alardear que está presente para los más vulnerables, pero lo cierto es que se “dispara en el pie” cuando deja expuestos y a librados a su suerte a los que deben invertir para generar empleos y seguir sosteniendo la estructura estatal.
Que el Estado sea socio en las pérdidas
“Yo propongo esto, vamos a plantearles la situación de los productores que estamos afrontando pérdidas y si no recibimos una respuesta en una semana dejemos de pagar impuestos. El Estado es socio en las ganancias, ahora que sea socio en las pérdidas”, dijo Alberto Andruszyszyn, productor yerbatero que fue a la reunión de Mercedes.
En esa reunión hablaron productores de arroz que están perdiendo todo por la falta de agua en las asequias y represas, o tendrán que malvender lo poco que puedan cosechar. Había citrícolas de Entre Ríos y la zona de Bella Vista que también están perdiendo la fruta (mandarinas y naranjas al Sur y limones en Corrientes).
Y también por supuesto, los productores yerbateros de Misiones y Corrientes, que ven como sus yerbales más nuevos se marchitan, en especial los del Sur. Quizás, en el caso de los yerbateros, si cuentan con un INYM que estuvo más activo.
¿Cuántas son las pérdidas por la producción de yerba de esta zafra 2022? ¿Qué impacto tendrá? Las consecuencias de la sequía y los incendios todavía son un drama donde se vio apenas una punta del problema.
Un capítulo aparte merecen los productores ganaderos, que ven como se incendian los pastizales, los alambrados y también el ganado. “Cuando una vaca ve fuego se queda paralizada y muere calcinada”, explicó Juan Carlos Verdi, titular de la Sociedad Rural de Chaco-Formosa. Verdi explicó que 1 kilómetro de almabrado nuevo vale como un auto 0km.
Por supuesto, ya tuvieron que empezar a malvender el ganado cientos de productores que no tienen cómo darles agua y alimento a sus vacas, ovejas, etc.
¿Y qué podría hacer el Estado que no hizo? Más empatía y asistencia
En la reunión de Mercedes, un productor ganadero contó que la intendenta del pueblo fue a ayudarles a apagar un incendio.
“Estaba con una rama, era obvio que no podía hacer nada, pero para nosotros fue tan importante que ella estuviera ahí”, relató.
De la misma manera, cuando se habla del “Estado ausente” los productores señalan, no solamente la falta de previsión e inversión en infrestructura para detectar y combatir incendios.
Sino también, en gran parte, la falta de empatía de las máximas autoridades políticas, sobre todo a nivel nacional. Empatía es ponerse en el lugar del otro, comprender su sufrimiento y, por supuesto, cooperar para ayudar a ese que padece.
Alberto Fernández recién visitó Corrientes este fin de semana, cuando debió hacerlo mucho antes. Esta tardanza en ponerse al lado del que padece pérdidas, del que no sabe si va a seguir dedicándose a lo que hizo toda la vida, es imperdonable. Un error no forzado de un Presidente que lleva una larga lista de pasos en falso.
La Ley de Emergencia, insuficiente
Además de la solidaridad, de la comprensión verdadera, Fernández debería entender que es socio de todos esos productores que están sufriendo pérdidas multimillonarias.
Porque si ellos dejan de trabajar, el que no tendrá dinero para atender otras necesidades es el Estado Nacional. Más pobreza y desempleo y menos puestos de trabajo privados en blanco.
Y lo más importante es la poscrisis. “Los fuegos se apagarán, pero los problemas van a estar ahí más presentes que nunca”, le dijo a Plan B, Nicolás Pino, el presidente de la Sociedad Rural Argentina.
Muy lejos de pararse en la polémica con Juan Cabandié, en esa reunión en Mercedes Pino propuso algo a lo que adhiere esta columna: la sequía y los fuegos (en su mayoría), no son culpa de nadie en particular (aunque la bronca si tenga un destinatario claro). Es la Naturaleza, que además viene avisando desde hace tiempo que hay un cambio que llegó para quedarse.
Ni Cabandié ni Alberto Fernández tienen la culpa por que se incendiaron más de 700.000 hectáreas en Corrientes. Pero eso sí, ahora el Estado tiene que decir “presente” en asistir a todos aquellos que perdieron y corren el riesgo de no salir de nuevo “a la cancha” a producir para un país que necesita desesperadamente que aquellos que generan riqueza, sigan remando y sigan apostando al país.
Una cuestión a revisar es, sin dudas, el alance de la Ley de Emergencia Agropecuaria, para muchos es demasiado amarreta en cuanto que exige demostrar pérdidas mayores al 50% para recibir algun tipo de prórroga impositiva. “Acá se debería hablar de condonar impuestos”, dijo a Plan B, Jorge Chemes, titular de CRA.
Y por supuesto, mucho crédito blando para que los productores puedan recomponer su capital de trabajo. Alambradas nuevas, insumos para volver a plantar, compra de ganado, plantación de nuevos yerbales (la resolución 170/21 del INYM no limita la reposición de lo perdido por sequía), etc.
“Estamos tratando de formar un cuartel de bomberos en Carlos Pellegrini, ahora tomamos conciencia de la necesidad de prevención, de tener cuerpos de bomberos bien equipados, formados y distribuidos en toda la provincia”, dijo Ana Duarte, que también invirtió todo su capital en Santa Ana, una hostería cada vez más reconocida, en el epicentro de los Esteros del Iberá.
Por fortuna, el pueblo que vive exclusivamente del turismo de los Esteros no fue afectado.
Como ellos hay miles de productores, emprendedores, gente que apuesta al país, a la tierra y al trabajo. Más que nunca, el Estado ahora debe estar junto a ellos.
Y fundamentalmente, más que estar con los productores, el Estado debe decir: ¿qué tengo que hacer para que los 6 millones de empleos privados registrados crezcan? ¿Apoyo a esta gente o los ataco? ¿Los ayudo a pararse de nuevo o dejo que se fundan y huyan desalentados? ¿Qué tengo que hacer para generar más oportunidades para los argentinos?
Las respuestas no son nada difíciles.
Martin Boerr, director de Plan B. Periodista especializado en economía y finanzas. Ex editor de Finanzas de Infobae, Bloomberg. Ex periodista de la sección economía de La Nación. Lic. en Ciencias de la Información (U. Austral) y Magister en Gestión de Contenidos.