Por Rubén Costas *
Cuesta creer que otra vez la política argentina nos impida encontrar un rumbo de desarrollo que necesitamos.
El gobierno electo por casi el 56% de los argentinos da idas y vueltas, con impericia aparente y un poco de soberbia no se deja ayudar por quienes desde afuera de su partido proponen cambios razonables a las iniciativas gubernamentales.
Está claro que la Argentina necesita superar tantos años de falta de crecimiento de su economía, fomentar la inversión y crear condiciones nuevas para creación de trabajo formal.
Es inédito en los 40 años de Democracia un gobierno votado por una mayoría no cuente con peso parlamentario suficiente para aprobar sus iniciativas en el Congreso de la Nación.
Se requiere hacer algo distinto a cualquier etapa anterior. ¿Es tan difícil consensuar con quienes tienen visiones parecidas pero tienen sus propios puntos de vista en temas particulares?
Se vuelve a manifestar el centralismo, que impidió desde siempre el principio constitucional de país federal.
Los gobernadores de provincias ven comprometidas sus gestiones por el cierre de la “caja”, con que siempre fueron agarrados para fines políticos diversos.
Muchos de ellos que brindan su apoyo en las propuestas generales son destratados, al igual que los legisladores que
simplemente expresan discrepancias en temas también importantes. En el medio quedamos los ciudadanos.
Los jubilados necesitan mejorar sus haberes y tener certidumbre de cómo se los actualizará. Los desocupados y trabajadores en negro que necesitan trabajo formal. Gente o empresas con recursos para sus emprendimientos, que no tienen certezas para realizar nuevas inversiones.
Instituciones como las universidades nacionales, el INTA, etc., que arrancan el año sin saber a ciencia cierta con qué recursos contarán para seguir funcionando.
Es necesario el equilibrio de las cuentas públicas y sanear la economía en todos los estamentos del Estado Nacional, en las provincias y en los municipios.
En un país tan corporativo como el nuestro hay muchos “agujeros” por donde se va el dinero público.
No sería muy difícil encontrar los gastos innecesarios.
¿Por qué la pelea política, de viejas y nuevas “castas” la tiene que pagar la población? Los gobernadores y legisladores no andan en colectivo, pero le quitan subsidios al transporte público que usan entre otros los trabajadores y jubilados en las provincias.
Vuelvo al centralismo, en el AMBA siguen esos subsidios un poco reducidos.
En un país con tanta gente capaz en todos los partidos políticos y estamentos sociales, ¿alguien tiene un “Manual de Buenas Prácticas Políticas” para lograr el bien común?
Manteniendo cada uno su ideología y objetivos, como en cualquier democracia desarrollada.
“Con fe y esperanza”, como diría un político conocido que pasó por todos los gobiernos nacionales de los últimos 30 años, seguimos esperando cordura, patriotismo y sentido común.
Eldorado, Misiones, 9-2-2024
*Ing. Forestal Rubén A. Costas, Docente en Universidad Nacional de Misiones y Pequeño Productor Foresto Ganadero.