OPINIÓN.

Opinión: ¿No llegó el tiempo de la motosierra para el Ministerio de Derechos Humanos de Misiones?

Por Martín Boerr

La semana pasada se generó un gran revuelo porque el INADI cayó de un plumazo ante la motosierra del Gobierno Nacional.

Y si bien la decisión es controvertida, como casi todas las que impulsa el presidente Javier Milei, no es menos cierto que cuenta con un gran apoyo de amplios sectores de la población que ven lo que vemos todos sobre estos organismos.

Son ineficientes para luchar contra el flagelo social por el cual fueron creados (en este caso, la discriminación un problema creciente en la sociedad actual, posmoderna y exitista en la que vivimos) y en cambio se convierten en un aguantadero de empleados públicos, muchos de los cuales entran por acomodo político y no por concurso.

Y algo parecido se puede decir del Ministerio de Derechos Humanos de Misiones, creado hace ya unos cuantos años en épocas en que el kirchnerismo hizo de los Derechos Humanos su bandera, hasta el punto de apropiarse de la historia y modificarla a su conveniencia política.

La cuestión es que en Misiones, en un momento donde la pobreza amenaza con llegar al 60 por ciento y mucha gente no tiene -literalmente-, para comer, el Ministerio de Derechos Humanos no hace absolutamente nada significativo por todos los que padecen y que no tienen suficiente comida, techo o posibilidades de equipar a sus hijos para mandarlos a la escuela cuando comiencen las clases.

Lo peor es que el Ministerio de Derechos Humanos, para no generar ninguna situación incómoda políticamente, ni siquiera sirve para visibilizar estas realidades, algo que ya de por si sería un aporte invalorable: no invisibilizar a aquellos que hoy sufren.

Los que declaman y los que hacen

En la vida siempre hay una gran diferencia entre aquellos hombres y mujeres que HACEN y los que DECLAMAN (los que dicen que hacen). Nadie creería que una persona que entra a un lugar anunciando que “yo soy valiente” es, en los hechos, una persona de coraje en la que uno se puede fiar. El valiente es valiente y punto, o es valiente cuando llega el momento de la verdad, y seguramente antes no se la pasó “autoensalzándose”.

Este fin de semana se vio esa diferencia entre los muchos misioneros que luchan por defender los Derechos Humanos y los que dicen que los defienden, pero no hacen absolutamente nada más que cobrar un sueldo y ocupar un lugar en la plantilla estatal sin contraprestación que lo justifique. Y corren vientos en donde todo eso deberá ser revisado minuciosamente.

A medida que la situación social y la pobreza se agravan en la Argentina, ocupar recursos del Estado para no hacer nada es cada vez más grave, por no decir, un crimen de lesa humanidad.

Decíamos que este fin de semana se vio la diferencia entre los que HACEN (sin decir nada9 y los que DECLAMAN (y no hacen nada).

En la parroquia Stella Maris, este domingo, el padre Alberto Barros, probablemente el cura más comprometido socialmente con los más necesitados desde Joaquin Piña para acá, lanzó un llamado para la colecta anual que hacen todos los años para esta época para juntar plata y construir algunas casitas de madera para los más pobres.

“La situación de estas personas es dramática, es infrahumana la forma en la que viven, a veces usan una chapa vieja y oxidada para tapar el rancho, sino usan la lona, y a veces son madres con 3 o 4 chicos que están solas”, dijo Barros, en los avisos parroquiales, después de dar misa en la iglesia que da a la Costanera.

“Ya se que todos están en una situación difícil, pero hay gente que la pasa mucho peor”, dijo Barros, quien -pícaro- contó que cuanto estaban pensando en la promoción para la colecta, los chicos que lo ayudan en Caritas le metieron ficha para ser bien directos con el mensaje: “No seas tacaño, pensá en los que menos tienen”.

Barros, que visita villas, cárceles, comedores y está siempre cerca de los que menos tienen, está indignado con las políticas de Javier Milei y un ajuste que recayó con todo en las clases más bajas. Ya no se muerde la lengua, ni siquiera en la misa.

Tiene un prestigio que crece y crece y una autoridad moral que sólo tienen los que meten manos en la masa, sin hacer bandera ni alharaca.

No por nada Piña lo eligió como su confesor en los últimos cuatro años de su vida, ya pasado el histórico plebiscito donde derrotó a Rovira, cuando se retiró a la parroquia de Itatí en Miguel Lanús. Tampoco fue casualidad que el jueves pasado, Juan Grabois, se hizo tiempo para ir a verlo antes de entrevistarse con el gobernador Hugo Passalacqua.

Barros y su grupo construyeron el año pasado 25 casas gracias a los frutos de esta colecta.

“Se necesita mucho más, pero hay que pensar en que le estamos cambiando la vida a 25 familias, algo es algo”, explicó el domingo. El sistema funciona así: Barros consiguió a buen precio los materiales, techo de chapa, construcción en madera, incluidas aberturas.

“El año pasado costaban 250 mil pesos los materiales para cada casa, este año el costo, aún cuando nos hacen descuentos, se fue a 955.000 pesos”, graficó. Las propias familias beneficiadas ponen el trabajo.

¿Y el Ministerio de Derechos Humanos?

El mismo fin de semana, el Ministerio de Derechos Humanos, totalmente mirando otra película, presentó un innecesario y probablemente ineficaz programa contra “la discriminación, el bullying, el maltrato, la violencia y el abuso en el deporte”.

“El programa se desarrolla de manera articulada entre el Ministerio de Derechos Humanos a través de la Subsecretaría de Igualdad de Oportunidades; la Subsecretaría de Equidad, Igualdad y Diversidad en el Deporte Ministerio de Deportes, y el INADI. Encuentro encabezado con la presencia de la Dra. Karina Aguirre, ministra de Derechos Humanos y su par, el Lic. Aldo Steinhorst, ministro de Deportes”, reza la gacetilla.

“A través de ciclos de jornadas de capacitación y de sensibilización, en diferentes municipios de la provincia, diferentes clubes de la provincia, articulando con las federaciones, con las asociaciones, con un equipo articulado, se pone en vigencia el programa”, indicó el escrito.

De una manera absolutamente redundante, el Ministerio de Derechos Humanos se mete en el Deporte, cuando ya hay un ministerio del área que podría llevar adelante las mismas capacitaciones.

Todo esto es innecesario, una dilapidación de recursos en momentos en que se necesitan en otro lado, para hacer la verdadera diferencia.

Así, en momentos en que la pobreza crece y con ella -que duda cabe-, la conculcación de los derechos humanos de miles de misioneros, el Ministerio a cargo sigue mirando otra película. Como si fuera el apogeo kirchnerista del crecimiento a tasas chinas, donde estas cosas estaban de moda y la Argentina era una fiesta.

El Ministerio de Derechos Humanos, ¿no aportaría mucho más a la sociedad si pusiera una parte de los recursos para la colecta de Barros, sacándolos de los 2.010 millones de pesos que tiene aprobados por la Ley de Presupuesto para 2024?

Es cierto que es el Ministerio más chico de todos, con apenas 67 empleados de planta permanente (7 de personal superior y 60 empleados administrativos, de los cuales un tercio revisten la categoría 21).

Plan B/ 26-2-2024

 

 

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