Por Martín Boerr
El viernes a la noche en el programa Voces del canal LN+ se produjo el incidente más comentado de la semana. Luis Majul, el conductor del ciclo, sacó de las casillas a Alfredo Casero que se levantó a los gritos y lo increpó: “Los periodistas como vos, lo primero que hacen es ganar guita y ponerse los pantalones chupines”.
Desaforado, a los gritos, sin que se entendiera tan claramente qué le estaba queriendo decir Casero a Majul al principio, finalmente extraje este significado de la extemporánea reacción del creador de Cha, Cha, Cha:
Casero quería hablar de las cosas que cree que están funcionando mal en un país cada vez más en decadencia, mientras que Majul solo quiere hablar mal de Cristina Kirchner sobre cosas que pueden ser importantes o intrascendentes, verdades incontestables o medias verdades o directamente mentirillas.
El escándalo se viralizó rápidamente y la gente votó con sus comentarios en las redes. A pesar de que Casero llevaba todas las de perder, porque fue el que perdió la compostura, esta “democracia” de las redes sociales optó por amplia mayoría por la sinceridad y la honestidad intelectual de Casero contra lo que podría ser el oportunismo y la conveniencia de Luis Majul.
Es un síntoma de estos tiempos que no debe ser pasado por alto. La gente está harta del kirchnerismo, eso está claro desde hace mucho tiempo.
Pero la gente también está cansada del periodismo antikichnerista berreta que praticaron durante todos estos años Luis Majul y otros como el.
¿En qué consiste ese periodismo berreta? En pararse en la vereda de enfrente del kichnerismo, olvidarse de los hechos, de la actitud equilibrada que debería tratar de tener un periodista profesional que quiera ser creíble ante la información, del contraste, de los puntos de vista distintos, y dedicarse únicamente a hablar de Cristina Kirchner o sus secuaces (Máximo, Grabois, Parrilli, etc).
Mientras el país se hunde en la pobreza, la decadencia, la inflación del 70% o más para este año, la falta de futuro. Mientras el pobre Guzmán hace lo que puede o le dejan, en un país gobernado por una dirigencia qué no tiene agallas ni tampoco idea clara de qué rumbo hay que tomar.
“Hoy el periodismo en la televisión se volcó a lo que se denomina confirmación de sesgo, la gente no ve televisión para informarse sino para confirmar sus creencias”, me dijo el mes pasado Mónica Gutiérrez, la reconocida periodista de TV que ganó 7 Martin Fierros, en charla sobre el periodismo en la redacción de Plan B.
¿A vos te va mal en tu vida y pensás que la culpa de todo la tiene Cristina Kirchner y sus secuaces? Yo te voy a dar todos los días un poquito para que alimentes ese sentimiento. Es el razonamiento de los Luis Majul de estos tiempos. Vos hacés catarsis y yo hago mi negocio.
El periodismo antikichnerista generó mucho rating en una televisión abierta o por cable que está en una crisis de audiencia. También generó muchos clicks en un periodismo gráfico que ya definitivamente abandonó el formato papel (hoy es casi testimonial) para dedicarse al formato digital.
Hoy el tráfico en el periodismo digital manda en los grandes diarios, que compiten por el número 1 (Infobae, La Nación, Clarin).
Entrar al formato digital implica una reorganización caótica -que aún no se sabe cómo va a terminar- del periodismo gráfico.
Antes los temas se definían así: cuatro o cinco editores revisaban los temas de agenda del día, buscaban temas nuevos (primicias) y estaban atentos a lo que surgía en el día y de ahí decidían las tapas de los diarios y los grandes temas que iban a tratar el resto de los medios al otro día.
Lo trivial, lo bizarro, lo anecdótico, quedaba siempre relegado a especios chiquitos. Hoy se invirtió esa ecuación, los grandes temas ya no importan (quizás porque no eran tan grandes) y la búsqueda es por el impacto y el click.
El poder del editor en definir un tema era muy importante. Era un “gate keeper” o un guardián que decía, de esto se va a hablar y de esto no.
Buscar el impacto
Hoy el periodismo pasa por los temas y títulos fuertes, que se puedan viralizar y generar resultados. Porque son los que implican clicks y métrica, son los que definen la suerte de un periodista, si su carrera sobrevive o tiene que empezar a buscar otros rumbos.
Porque también hay que decir otra cosa, hoy el periodismo busca subsistir ir tirando año a año, no hay certezas de hacia dónde va este profesión o en qué va a terminar. Justamente, que la gente haya elegido a Casero en lugar de a Majul en su “votación” en las redes, es un soplo de esperanza para el periodismo.
Porque la gente ya hace tiempo está dejando de “votar” por ese periodismo antikichnerista facilista que hacen personajes como Luis Majul o Alfredo Leuco (la lista es larga).
Un periodismo fácil y oportunista: porque no requiere trabajo, no requiere olfato y no requiere ni siquiera respetar la verdad y los hechos. La gente está tan enojada que si un día Majul dice, tal persona es “ladrona y asesina”, el que lo recibe ni siquiera le pide que sea verdad. No hay margen error con ese periodismo.
Oportunista, también porque está alineado directamente con los intereses económicos de periodistas como Majul.
Es así: Trabajo para un cadena que quiere este mensaje, para una audiencia que quiere este mensaje y para unos auspiciantes que quieren este mensaje. Punto final. Y si exagero y me paso, no hay consecuencias, a nadie le importa la verdad.
Encima, mientras se llenaron de dinero, esos periodistas se la pasaron golpeándose el pecho por su supuesta “valentía” e “independencia”. Aprovechando el desconocimiento de la gente (o la simple falta de espíritu crítico) sobre cuándo un periodista es verdaderamente valiente.
Un periodista valiente es un periodista que pone en juego su comodidad, su estabilidad laboral y en algunos casos, su vida, por un compromiso que siente que tiene con aquello por lo cual en algún momento abrazó la profesión: buscar la verdad o la versión más parecida a ello.
Por supuesto que el periodista también tiene ambiciones, quiere ser famoso y si se puede, vivir bien, pero algunos lo hacen respetando la verdad. Otros vieron esta veta de oro que es el antikirchnerismo recargado.
Fue valeroso, por ejemplo, lo que hizo Hugo Alconada Mon cuando publicó la investigación contra Gustavo Arribas, el jefe de la ex SIDE de Mauricio Macri, acusado de cobrar coimas en el caso Odebretch (derivaciones de Lava Jato).
Lo hizo trabajando para un diario dónde seguramente más de uno se puso incómodo publicando esa información. Lo hizo en pleno gobierno de Mauricio Macri.
Lo mismo pasó en el famoso caso Watergate que derivó en la renuncia de Richard Nixon a la presidencia de los Estados Unidos, cuando Woodward y Bernstein iban con la información y tenían que negociar todo con Ben Bradlee y Katherine Graham, jefe de redacción y dueña del Washington Post (ver la película The Post, con Tom Hanks y Meryl Streep).
Todos sentían que podían estar poniendo su pescuezo en la guillotina con cada paso que daban.
Ese es el periodismo que inspira a Plan B y que trata de practicar, con sus limitaciones o con sus errores, pero sin caer en el facilismo de abrazar un bando. No hay nada más facil en el periodismo que ponerse la camiseta y jugar para un equipo.
No hay nada más dificil que tratar de ser equilibrado. Eso genera un activo intangible que pocos ostentan: la credibilidad.
Fin de un era
El episodio entre Luis Majul y Alfredo Casero y la votación de la gente a favor del cómico, seguramente traerá consecuencias.
El periodismo está cambiando. En esta misma línea se inscribe la decisión de Marcelo Longobardi de salir de “Cada Mañana”, un programa de radio que era número 1 en audiencia, en radio Mitre (la líder), para irse a la CNN.
Longobardi también dejó entreveer que está cansado de ese facilismo, de esa comodidad de decir siempre lo mismo casi con total impunidad. Y se cargó encima sus propios desafíos, desde un lugar donde pocos lo harían.
Para explicar esa decisión audaz y para muchos incomprensible, citó a una entrevista que le hizo la periodista de Clarin, Flavia Tomaello a Anna Fornés, especialista en pedagogía:
“’Si sólo te centrás en producir, cada semana te conviertes en un poco más obsoleto”, dice en una parte de la nota y “y es tal cual lo que me estaba pasando”.
Obviamente Longobardi lo dijo de una manera sutil y críptica, tampoco se va a pelear con sus amigos, porque además, al igual que Casero, el también es crítico del kichnerismo como tantos otros. Solamente que no quiere caer en el juego del periodismo berreta, facilista y oportunista.
Longobardi lo dijo con los hechos. Casero lo plasmó con un golpe de puño fuerte a la mesa y a los gritos. Y obviamente, hoy sabemos cuál de los dos mensajes llega más al corazón de “la gente”.
Martin Boerr es director de Plan B, Licenciado en Ciencias de la Información de la Universidad Austral y Máster en Gestión de Contenidos. Es corresponsal de La Nación para Misiones y Formosa. Trabajó en La Nación, Bloomberg, Radio América y fue jefe de redacción del diario BAE, entre otros diarios.
Columna publicada originalmente en Plan B/ el 8-5-2022