El martes arranca el segundo semestre del año y el plan económico del Gobierno Nacional se quedó sin más triunfos para ofrecer que el superávit fiscal y un baja o desaceleración de la inflación.
Lo más palpable, sin dudas, es la quietud de los precios que cualquiera que vaya al supermercado puede corroborar si le presta atención al seguimiento de unos pocos productos.
Con el superávit, en cambio, no se come, no se cura y no se educa. Y lo más preocupante: después de años de escuchar a economistas repetir que el déficit fiscal (gastar más de lo que entra) es la madre de todos los problemas, ya va un año y medio de superávit fiscal y no pasa nada:
No llegan inversiones, el riesgo país no termina de bajar, la confianza no llega, nadie apuesta a la Argentina ni siquiera con el RIGI.
¿No era que el déficit era la madre de todos los problemas?
Como siempre, los argentinos vamos aprendiendo sobre la marcha y una verdad cada vez más preocupante es que a diferencia de lo que prometió Milei, quien dijo que la economía iba a subir “como pedo de buzo”, con el orden en las cuentas no se logró casi nada.
La pura verdad es que los mercados financieros, los inversores, los economistas, siguen una variable fundamentalmente: la acumulación de dólares.
Es por eso que el dato a mirar ya no es la cotización del dólar, o el riesgo país (como en la época de De la Rúa) sino la cantidad de reservas internacionales o divisas contantes y sonantes que acumula el Banco Central.
¿Por qué? Porque se supone que esa es la medida de la confianza en el Plan.
Si hay confianza, tienen que entrar más dólares de los que salen.
Exportadores que liquidan a mansalva porque saben que el dólar puede bajar más, inversores del exterior, que aprovechan para traer sus divisas ahora para comprarse todo en una Argentina que más adelante, se encarecerá.
O argentinos que sacan del “canuto”, porque piensan que ahora vender a 1.200 es mejor que más adelante, porque esta estabilidad llegó para quedarse, como en los años 90 y el 1 a 1 de la Convertibilidad.
Pasa lo contrario. Plan B publicó hace un mes que un importante empresario muy conectado con los inversores del exterior, reveló que las grandes inversiones en forestoindustria, como una mega-fábrica de pasta celulósica, no van a llegar durante el primer mandato de Milei.
“Hay que esperar a ver si esto se consolida y tiene el apoyo, primero, de los propios argentinos”, explicó. Toda una revelació de uno de los cinco sectores elegidos para integrar el RIGI y que se considera la segunda “Vaca Muerta” por el potencial para recibir desembolsos y crecer.
¿Cuáles son las dudas?
Haciendo una síntesis de todo lo que se escucha y se dice en el debate público, las grandes dudas son las siguientes:
-La microeconomía, las empresas, los individuos, las familias, están mal, cada vez peor, les alcanza cada vez para consumir menos.
-Se suelde decir que la “macro está bien”, pero la realidad es que más allá del superavit y la desinflación, los ingresos no se recuperaron en términos reales, el consumo está por el suelo.
Y si el consumo está por el piso, lo cierto es que significa que millones de argentinos que trabajan en distintos rubros, industrias, sectores, no están generando ingresos adicionales. Es decir, les está yendo mal.
-Las inversiones del exterior no llegan. Lo bueno es que nadie se molesta, como en la época de Macri, de prometer un “segundo semestre” de lluvia de inversiones.
-¿El dólar barato aguanta? Hoy en la Argentina, la única inversión atractiva para el que tiene un peso, es comprar un dólar, por 1.200 pesos, lo que valen 10 caramelos.
Las dudas ya no se ocultan
A todo esto se suma la dinámica del Gobierno Nacional y su comunicación, que parece haber perdido la centralidad y la iniciativa.
El Gobierno se quedó sin mayores respuestas, al ministro Luis “Toto” Caputo no se le caen más ideas para generar cambios positivos en la economía, y solo están esperando que la estabilización a la que se abocaron, obre “milagros”.
El exceso de autoconfianza desapareció y se nota. Y sobre todo, empiezan a ventilarse en voz alta las dudas que ya había de antes a este Plan Económico.
-Que los dólares se van, y no vienen.
-Que después de octubre puede haber una devaluación o un fuerte ajuste, o un golpe de timón.
Arranca un segundo semestre complicado, con elecciones a la vista, y nuevos desafíos para todos los argentinos.
Plan B/ 29-6-2025