Hoy arrancó en Asunción la 64° Cumbre del Mercosur y la noticia saliente es la ausencia del presidente argentino, Javier Milei, que no estará en la foto junto al anfitrión, Santiago Peña, Luis Inacio Lula da Silva y Luis Lacalle Pou.
De alguna manera, el presidente de Bolivia, Luis Arce, tomará ese lugar del cuarto del Mercosur.
Ayer Javier Milei eligió sumarse a un acto con el ex presidente Jair Bolsonaro en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) que se realizó en Camboriú. Hay que reconocerle al presidente argentino que se mordió la lengua y evitó cualquier crítica a Lula.
Incluso cuando la platea se puso a corear, “Lula, ladrón, tu lugar es la prisión”, Milei eligió mirar sus apuntes y fijar la vista en el atril.
Pero mientras estos gestos de distanciamiento con el principal socio del Mercosur y el desaire al paraguayo Peña al no asistir a la Cumbre organizada por su país toman forma, el mandatario argentino logra que los vecinos se unan aún más, se hagan más amigos y se entiendan mejor, ya que ahora tienen un “enemigo” en común.
Es cierto que el Mercosur está en crisis hace tiempo. Incluso el propio Santiago Peña en su discurso de apertura se refirió a “durísimos retrocesos” a lo largo de 30 años de historia del bloque.
Pero también es cierto que el desaire diplomático y en la sintonía personal que cada presidente debe tener con su par, con quien debe negociar, acordar, a veces presionar y otras pedir favores, arranca de la peor manera.
Hay muchas cuestiones en agenda entre la Argentina y Brasil, y también entre la Argentina y Paraguay. Pero ahora, además, Argentina hace que Brasil y Paraguay se unan como nunca antes, y tengan un “enemigo” en común, el presidente Javier Milei.
Plan B/ 8-7-2024