Marcos Bradley, de Syngenta Arg.

El CEO de la líder en agroquímicos: “Queremos producir más alimentos con menos insumos e impacto”

Con una mirada de largo plazo muy propia del sector, Marcos Bradley, número uno de Syngenta en Argentina desde hace un año y medio hace foco en lo cambios qué necesita el agro para seguir creciendo, insiste, como hace años lo vienen haciendo, en la necesidad de un cambio en la ley de semillas y hace foco en una nueva forma de producir centrada en el cómo, más allá de producir más.

Syngenta es la principal productora de agroquímicos y semillas del mundo, superando a Bayer combinada con Monstanto.

-¿Cómo está el sector hoy?

-El agro tiene una particularidad, no necesita de mucho más que el clima para generar divisas. Pero, eso es el nivel básico que es a lo que estamos acostumbrados: es un sector que siempre siembra, siempre cosecha e invierte. Y como tenemos las condiciones que tenemos naturalmente y los productores fantásticos que son resilientes, que laburan y que se la juegan; el sector siempre produce y siempre aparece en los momentos de crisis. Ahora, hay toda otra parte donde todavía está la oportunidad eterna de la Argentina.

-¿No nos subimos a esa oportunidad todavía?

-Creo que todavía no, tenemos muchísimo para hacer. Hoy justo leí un artículo que hablaba de la producción de carne porcina que está en crisis. Nosotros hicimos maíz y exportamos maíz y exportamos soja, si pudiéramos tener condiciones de estabilidad de leyes, de planificaciones de largo plazo y una infraestructura que nos de seguridad de invertir en el país, la capacidad de transformar los granos de maíz y soja en carne de cerdo o de pollo, por ejemplo, es clarísima.

-O sea, que dejen de ser un commodity para darla valor agregado.

-Exacto, eso genera valor a la producción, genera empleo, genera industrias y genera desarrollo sobre todo en el interior. Hoy el agro es un gran motor para el desarrollo del interior, pero en la zona más productiva agrícola que es la que, además, ya está más desarrollada porque el agro hace años la está desarrollando. Pero, a diferencia de otros sectores de los que se habla mucho hoy como el minero, el agro no requiere de inversiones de billones de dólares para empezar. El agro es hoy y va a seguir siendo el motor de la economía, creo que el único sector comparable es el oil & gas, donde hoy están hechas inversiones como para generar mucho crecimiento e ingresos. Hay muchísimo más que podríamos hacer en el agro que está esperando que haya leyes y seguridad jurídica. El agro es un negocio de largo plazo y, por ejemplo, el hecho que no tengamos una ley que garantice la propiedad intelectual para la inversión de mejoramiento genético vegetal hoy ya son un pérdida de competitividad para el sector.

-¿Esa es la gran diferencia con Brasil?

-Es una diferencia enorme. Si mirás los rendimientos históricos de la Argentina en soja, por ejemplo, están estancados hace muchos años y países como Paraguay o Brasil nos fueron superando en su rendimiento promedio anual por el mejoramiento genético vegetal.

-¿Hoy cuál es el rendimiento promedio de la Argentina?

-Estamos en 3000 kilos hace muchísimos años y Brasil viene creciendo al ritmo que da la mejora genética, 1%, 2% anual o medio punto porcentual anual. Paraguay acompaña bastante en ese camino y nosotros estamos estancados en el rendimiento.

Hace muchos años que el rendimiento promedio en la Argentina es de 3000 kilos

-¿Esto es por falta de inversión?

-El mejoramiento genético vegetal en las autógamas como la soja y el trigo, donde no hay una ley que defienda la propiedad intelectual, no se hace. Entonces, hoy estamos con una base genética antigua.

-¿Y una ley de propiedad intelectual qué cambiaría?

-Desbloquearía un montón de cosas en el largo plazo. En el mejoramiento necesitás como mínimo cinco años para lanzar una variedad vegetal nueva. Pero si tenés inversiones sostenidas en el tiempo, vas mejorando sostenidamente, más allá que las variedades tienen que ser adaptadas. La agricultura tiene algo que es global, pero, a la vez, es muy local.

-¿Hoy por hoy las inversiones que se están haciendo son de mantenimiento?

-Sí, de mantenimiento, de base. Se mantiene lo que hay, se prueban variedades que están en otros lugares y funcionan y se ve cuál funciona acá; no se hacen desarrollos específicos para Argentina. Y como tenemos buenas condiciones naturales y productores que saben hacer las cosas el sector sigue siendo competitivo. Además, lo que producimos tiene una demanda que no se va a terminar. Entonces, eso también ayuda a que el sector continúe: el mundo va a demandar cada vez más más alimentos y de mayor calidad.

-¿Aunque sea un commodity?

-Aunque sean commodities, claro que sí, de hecho hay muchos países a los que le sirven nuestros commodities. Tenemos que dar el paso hacia los productos más elaborados, pero China compra grano de soja argentino que le sirve para conservarlo por mucho tiempo por las particularidades que tiene nuestro grano y ahí también está nuestra oportunidad.

-¿Pudimos tomar la oportunidad que nos dejó Ucrania?

-Sí, pero son oportunidades de precio, suben los precios y se captura valor, punto. No hay producción adicional porque no tenemos más superficie, ni más posibilidades porque no podemos aumentar nuestra producción de trigo en un 60, 70%.

-¿Ese rendimiento se podría mejorar con inversiones?

-Sí, pero lleva tiempo. No podemos decir el año que viene vamos a duplicar la producción de trigo. Por eso hablamos de políticas sostenidas de largo plazo que generen un ambiente para esas inversiones que llevan mucho tiempo. Y, además, está toda la industria que viene atrás.

-El tema de la ley de propiedad intelectual viene de hace años, ¿con este gobierno ya se habló del tema?

-La ley de semillas que tenemos es de los ’70. Este gobierno lo que muestra es una cercanía a las empresas, pero para nosotros un gobierno es corto plazo. Nuestros horizontes de planificación son mucho más largos y el compromiso de Syngenta con Argentina es mucho más largo, es para siempre. No hay un lugar mejor donde estar. Argentina es el tercer mercado global de Syngenta, después de Brasil y EE.UU., y estamos en 100 países. Si vas a estar en la Argentina estar en el agro está buenísimo. ¿Podría ser mejor? Sí, podría ser mejor, pero hoy estamos súper entusiasmados con lo que se viene y el mercado de agro en Argentina en estos últimos años creció mucho.

-¿Cómo creció si me decís que está estancado?

-Son cuestiones de mercado globales: suben los precios de los commodities en China o la producción de glifosato por la pandemia …

-¿Es decir, crece por precio, no por volumen?

-Sí, en volumen el mercado se mantiene y va cambiando de tecnología y hay segmentos del mercado que se hacen crecer: nosotros lanzamos fungicidas e insecticidas nuevos y entonces se empiezan a usar productos que antes no se usaban.

El área de cultivo en la Argentina no crece hace mucho tiempo. Se va moviendo, no hay más superficie agrícola en Argentina no, pero el rendimiento de la superficie que hay tampoco no lo que cambia es un año se llama más trigo también encima de maíz, entonces eso va moviendo el valor de mercado. El de la soja es bastante estable, pero maíz, girasol y trigo que son mercados más cambiantes, van moviendo esos valores relativos.

-¿Y en el caso de ustedes?

-Nuestro objetivo es lograr que el productor use más tecnología para producir más. Entonces cuando un productor tiene, por ejemplo, una perspectiva de un buen negocio por delante y se enfoca en obtener el máximo rendimiento, invierte en tecnología y eso es lo que empuja nuestro negocio. Pero nosotros lo que queremos es tratar de maximizar los rendimientos en la superficie agrícola que tenemos y con el uso de insumos que hay.

Y un cambio grande que tenemos en estos últimos años es que, si bien desde 2013 tenemos prioridades de sustentabilidad, desde hace dos años es que la sustentabilidad pasó a ser parte de la estrategia del negocio. No es que tenemos nuestra estrategia de negocio y, además, hacemos esto de sustentabilidad.

La sustentabilidad pasó a estar adentro de la estrategia del negocio y lo que buscamos es producir más alimentos con menos insumos y por eso necesitas insumos de alta tecnología para maximizar la producción por hectárea y tener el menor impacto ambiental posible. Si nosotros lanzamos un producto que en vez de aplicarlo cuatro veces y que te dure dos días tenés que aplicarlo una vez, que es preventivo, que tiene un espectro enorme de control y que entonces usa menos ingrediente activo por hectárea para obtener un mejor resultado, eso es lo que queremos es decir, cuando decimos que hacemos más rendimiento con menos.

Y eso es Virantra, un insecticida que lanzamos hace 2 años, un ejemplo claro de innovación. Hace 15 años que no se lanzaba un producto nuevo en insecticidas en la Argentina. Este producto se desarrolló en la Argentina las etapas finales, que son unos cinco años, como se hace siempre y Argentina es el primer mercado en el mundo en el que se lanza. Argentina tiene esa capacidad de innovar y de lanzar primero; los últimos cinco o seis lanzamientos mundiales más importantes que tuvo Syngenta se hicieron en Argentina primero. Entonces, esa ventaja, que le trae tecnología a los productos argentinos antes que a nadie, está buenísima y en ese producto en particular es una historia linda porque antes tenías un producto para una plaga y el tiempo que duraba ese producto en el cultivo era cinco días, y el nivel de peligrosidad ese producto era banda azul o amarilla. Y nosotras lanzamos un producto banda verde, la más amigable con el medio ambiente, sirve para un montón de plagas y tiene un tiempo de aplicación que dura 45 días. Eso es lo que buscamos en un producto nuevo.

-¿El productor lo adopta fácilmente?

-El productor es más cauto en adoptar tecnología porque sus ciclos productivos son anuales. Es decir, toman la decisión de qué fungicida o qué insecticida usar en soja, por ejemplo, una vez al año y el riesgo que tienen en esa decisión es su ingreso total anual entonces. Por eso se dice que los productores son conservadores, es que el riesgo es altísimo porque después de eso, dependen del clima y del precio internacional de los granos.

El desarrollo de nuevo producto lleva unos 15 años, los últimos cinco años se prueba a gran escala en Argentina, en los últimos dos años son con productores que lo van probando. Pero después un productor que hace 1000 hectáreas, prueba en 300 ha. Si le va bien al año siguiente lo usa para las 1000. Las curvas de adopción de las tecnologías nuevas siempre son así, pero ese tipo de ejemplos están buenos porque vamos llevando el mercado y el negocio hace ser más sustentables. Hasta ahora lo que importaba era producir más y ahora lo que empieza a ser cada vez más relevante es cómo se produce.

-¿O sea, el primer año lanzamiento no va a ser tu mejor año?

-Nunca, los mejores años son el cuarto quinto año. Las curvas de adopción de las tecnologías nuevas siempre son así, pero ese tipo de ejemplos están buenos porque vamos llevando el mercado y el negocio hace ser más sustentables y los productores argentinos eso siempre lo toman. Hasta ahora lo que importaba era producir más y ahora lo que empieza a ser cada vez más relevante es cómo se produce.

El producto que mayor huella de carbono tiene en toda la producción agrícola es el fertilizante. Pero sin fertilizantes la producción caería a la mitad. Esa dependencia hay que gestionarla. Ahora, la agricultura tiene una posibilidad que no tiene ninguna industria en el mundo: todas las industrias lo que buscan es minimizar sus emisiones de carbono y el agro también tiene que hacerlo, pero el agro además puede capturar emisiones de carbono. Y esa posibilidad de capturar emisiones de carbono nosotros la vemos como una responsabilidad y, por eso, se empieza a hablar muchísimo y nosotros estamos trabajando un montón en eso, en suelo y la forma en que se produce, por ejemplo, si tenés cultivo de cobertura si haces abonos verdes, entre otras prácticas.

En un trabajo que hicimos con Aapresid, encontramos que la capacidad de captura de carbono del suelo en Argentina está al 50% y que si mejoramos eso podemos capturar más de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono de toda la agricultura de la Argentina en el suelo y si, además, disminuís la huella porque vas trabajando de maneras más eficientes, el impacto de la agricultura argentina con este tipo de prácticas puede ser casi cero.

-¿Esto en la Argentina de hoy importa, cómo impacta en el negocio? ¿Sirve, por ejemplo, para encontrar financiamiento externo?

-Va a servir el problema para el financiamiento externo en Argentina es Argentina, no los productores, ni el carbono. Hoy en Argentina hay un montón de empresas y de productores que esto les importa y lo hacen buscando construir esa práctica competitiva y aparecen algunas oportunidades de negocios. Nosotros estamos trabajando con algunas exportadoras que pagan algo más por una soja que va certificada, pero son nichos de mercado.

-¿Al producto le significa mucho más costo?

-Es más costo, más o menos depende de la zona. Ahora, lo que pasa en Argentina es que la agricultura se hace en el 60% de los casos sobre tierra alquilada con contratos anuales. Quién va a invertir en mejorar un suelo durante seis o siete años para que la mejora de ese suelo y la ganancia de esa mejora quede en el campo que no es de quien invierte en la producción. Entonces, ese tipo de problemas de estructura, de cómo se hace la agricultura en Argentina hay que encararlos.

-¿En otros países cómo es?

-La mayoría de los países son dueños de los campos los que los producen.

-¿Eso se puede cambiar acá?

-Se pueden cambiar otras cosas. Si vos cambias los incentivos en el mercado y generas, por ejemplo, una mirada de maximizar producción en vez de minimizar riesgos y minimizar costos como es hoy la agricultura en Argentina, entonces cuando empezás a mirar cómo producir más y mejor y cómo obtener más productividad todo este tipo de prácticas van cambiando y las estructuras de la producción con menos riesgo y volatilidad tienden a ser más estables. A todo el mundo le sirve tener contratos de largo plazo de la tierra, incluso a los dueños de los campos, pero tienen que darse estas políticas de largo plazo.

Un productor en Argentina tiene un horizonte muy corto para un producto: saben lo que van a hacer este año, pero al siguiente no saben. Hay productores que siembran un año 10.000 hectáreas, otro 5000 y otro 15.000. Esa volatilidad hace que los productores necesiten estar todo el tiempo mirando como minimizar el riesgo, como minimizar el costo.

Plan B / El Cronista / Juliana Monferrán / 1°-7-2024

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