Por José Gabriel Stevenson *
Sustento de la sociedad y del ambiente, bajo este lema se realizó el Congreso Argentino de las Ciencias del suelo XVIII edición, realizado en Buenos Aires fines del año pasado en la UBA.
El carbono es fundamental para la vida, pero también, es uno de los responsables del deterioro del planeta por la cantidad de emisiones que realizamos: este fue el tema central del 31° Congreso de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa) que se dio del 9 al 11 de agosto en Rosario este año.
Participé de estos congresos donde productores y expertos compartieron sus experiencias. Hay una realidad que es indiscutible:
Solo los productores agropecuarios podemos secuestrar carbono, no hay otra actividad humana que pueda realizar esto, las demás actividades tan solo pueden contribuir minimizando la emisión.
Los suelos se han degradado y han perdido “carbono y nitrógeno”.
En nuestros sistemas productivos, el potencial para volver a tomar el carbono que está en la atmósfera, fijarlo en las plantas y devolverlo al suelo, es muy alto.
Los vegetales a través de la fotosíntesis poseen la capacidad de capturar el carbono del aire y convertirlo en alimentos, tejidos, fibras, granos, combustibles, es decir, en carbono que podamos utilizar tanto los seres humanos como los animales y microorganismos.
Una parte de ese carbono fijado queda almacenada en el suelo en forma de rastrojos o residuos vegetales. “Es importante que las plantas lo tomen y lo dejen en el suelo e intentar que se estabilice allí y que no escape hacia la atmósfera”.
Que es la gestión sostenible de los suelos o GSS
El estado del recurso Suelo en el mundo muestra que aproximadamente el 33 % está moderada o altamente degradado, entre otras cuestiones, debido a prácticas de producciones insostenibles.
Se estima que las pérdidas de la producción anual de cereales debido a la erosión ascienden a 7,6 millones de toneladas (esto es equivalente al consumo de cereales anual de nuestro país), según la FAO (Roma, 2016).
Objetivo
El objetivo debe ser restaurar los suelos degradados, tratando de lograr que se neutralice la degradación de las tierras y se apliquen prácticas agrícolas resilientes para mejorar progresivamente la calidad del suelo.
En cuanto a las prácticas que puede implementar el productor en el campo para mejorar la captura de carbono son todas aquellas que incrementen la intensidad de la secuencia de cultivos, la diversidad tanto de vegetación herbácea como de árboles, incluyendo gramíneas, leguminosas, crucíferas, como cultivos de servicio, que en su conjunto ostentan potencial para aumentar la materia orgánica del suelo.
Desafíos
Los suelos tienen diversas propiedades químicas, físicas y biológicas. En consecuencia, difieren en cuanto a su respuesta, a las prácticas de gestión, a su capacidad inherente de prestar servicios ecosistémicos, así como su resiliencia a las perturbaciones y la vulnerabilidad a la degradación.
La resiliencia es la resistencia frente a la adversidad junto a la capacidad para reconstruirse. No todos los suelos tienen la misma resiliencia.
Amenazas
La erosión causada por el agua y el viento, la pérdida del carbono orgánico, el desequilibrio de nutrientes, la salinización, la contaminación, la acidificación, la pérdida de biodiversidad, el sellado, la compactación y el anegamiento del suelo constituyen factores de amenazas y varían en cuanto a la intensidad y las tendencias, dependiendo de los contextos geográficos, aunque todas ellas han de abordarse para lograr la GSS.
Quema, que esterilizan el suelo y liberan o emiten GEI (Gases de Efecto Invernadero).
Labranzas intensivas, que dejan desnudo el suelo exponiéndolo a lluvias torrenciales.
Monocultivo, que por la falta de biodiversidad hacen poco estable la actividad.
Mantener el suelo cubierto con vegetales y residuos de estos en barbecho, fundamenta el sistema de siembra directa sobre rastrojos o abonos verdes.
Plantas de cobertura como los árboles y de servicio como los abonos verdes es la practica más adecuada para la prevención y control de la erosión como así también contribuyen con la regeneración del sistema.
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Beneficios
El conjunto de los beneficios es múltiple, al utilizar plantas de cobertura ya sea natural, rastrojos de cosecha, abonos verdes que contribuyen con el control de la erosión, aporte de materia orgánica, reciclaje, aporte y almacenamientos de nutrientes, etc.
Proporcionan condiciones necesarias para lograr una producción sostenible.
Es necesaria la presencia permanente de vegetales con abundantes raíces, que fijen nutrientes del aire N, que los solubilicen P, que los obtengan de capas profundas K y los acumulen en sus tejidos para liberarlos en la medida que se efectúa la descomposición de los rastrojos.
Nativas, naturales espontáneas
Las diferentes vegetaciones, con sus diversos sistemas de raíces, exploran las disímiles profundidades del perfil edáfico y pueden tener la capacidad de absorber distintas cantidades de nutrientes y producir varios exudados de raíces que son ácidos orgánicos, con un resultado beneficioso tanto para el suelo como para los organismos dentro del sistema.
La presencia de una capa de recubrimiento orgánico de vegetación muerta inhibe la evaporación de la humedad del suelo y al mismo tiempo proporciona una mayor infiltración de agua en el perfil edáfico.
El porcentaje de agua de lluvia que se infiltra en el suelo depende de la cantidad de cobertura proporcionada.
La cubierta vegetal es importante para proteger el suelo del impacto de las gotas de lluvia, así como para mantener el suelo bajo sombra y con el más alto porcentaje de humedad posible. Hemos visto su importancia para el reciclaje de nutrientes, pero también se debe prestar atención a efectos físicos y aleloquímicos.
Los residuos de rastrojo actúan como una capa protectora que amortigua la presión ejercida sobre el suelo por las ruedas de la maquinaria, y por lo tanto desempeñan un papel importante en la reducción de la compactación del suelo.
Gramíneas (Poáceas)
Las gramíneas presentan en sus raíces mayor porcentaje de polifenoles que al hacer más lento el flujo de carbono disminuye la actividad microbiana permaneciendo más carbono en el suelo.
Reciclan cantidades importantes de nitrógeno, destacándose la Avena negra.
Alta productividad de biomasa, hasta 87 kg/ha de nitrógeno, pero su relación C/N 39/1 lo hacen inmóvil.
A mayor biomasa con alto contenido de lignina, mayor es la posibilidad de reposición de carbono al suelo
Leguminosas
Por su capacidad de fijación simbiótica de nitrógeno, presentan un alto potencial para aportarlo a los cultivos posteriores, el Guandú con más de 100 kg/ha y una relación 20/1 permite disponibilidad casi en su totalidad.
Además, las leguminosas por su capacidad simbiótica de fijación de nitrógeno presentan un alto potencial para aportar este nutriente.
Crucíferas
Actúan como “labranza biológica” del suelo; las raíces de algunos cultivos, especialmente el Rábano o Nabo, son pivotantes y capaces de penetrar capas compactadas o muy densas, incrementando la capacidad de percolación de agua del suelo.
El Nabo forrajero, a pesar de no fijar biológicamente nitrógeno, es uno de los mayores recicladores con más de 110 kg/ha y la baja relación de C/N de sus rastrojos permite su disponibilidad.
Si bien, el Nabo forrajero a no actúa simbióticamente, se destaca como un gran reciclador de este elemento, poniéndolo a disposición”
Si un productor, incorpora leguminosas en su rotación está bajando la relación carbono-nitrógeno de esa secuencia y, el potencial de que el carbono ingrese al suelo.
¿Que son los cultivos de servicio?
Los “cultivos de servicio “son una herramienta medida y probada; los productores pueden empezar rotando gramíneas con leguminosas a fin de obtener un impacto sobre la materia orgánica del suelo.
Propiedades físicas del suelo:
-Impide el contacto directo del calor, el viento y la lluvia sobre la superficie del suelo
-Aumento del contenido de materia orgánica y por ende el COS.
Propiedades químicas del suelo:
-Dinámica del carbono y del nitrógeno
-Reciclado del fosforo, potasio, calcio y magnesio.
La biología del suelo:
-Biodiversidad del perfil.
Las malezas:
-Minimizan la dependencia a principios activos de herbicidas.
Las plagas y enfermedades:
-Mal del ojo de rana.
La producción de los cultivos:
-Sustituye los periodos sin cultivo “descanso” y al monocultivo.
La concentración de carbono del suelo es muy pequeña, apenas el 3 o 4 por ciento como máximo, e incluso puede contener apenas el 1 o 2 por ciento en algunos casos como los nuestros que en desmonte tenían 6. Sin embargo, tiene un papel central porque es fuente de nutrientes asociados. “Cuando se pierde este elemento, no solo se pierden nutrientes sino también la capacidad de retener esos nutrientes y el agua, ya que el carbono le otorga estructura al suelo mejora sus propiedades físicas también”
Las investigaciones han mostrado que el material vegetal se descompone más rápidamente en suelos con un volumen relativamente grande de poros con diámetros del cuello de 15-60 μm, suelos bien aireados poseen mejor infiltración.
Aumentar la captura y almacenamiento de carbono en los suelos es uno de los caminos para contribuir al cuidado del planeta.
Cada 1% de carbono orgánico en el suelo aumenta en 3 milímetros la retención de agua: nuevo estudio del Soil Health Institute a partir de 120 ensayos a largo plazo.
El contexto actual ofrece una oportunidad única para instalar en la agenda pública la acumulación de carbono en los suelos.
El suelo pasó a ser el protagonista central de las denominadas “soluciones basadas en la naturaleza”, que impulsan acciones orientadas a mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Numerosos investigadores dedicados al tema han pasado a tener un rol esencial en la comprensión del potencial ambiental presente en los suelos.
Todo manejo restaurativo de los ecosistemas que contribuya a recuperar la biodiversidad y heterogeneidad del paisaje rural es un factor clave, pero tales esfuerzos son inútiles sin un marco metodológico, validado científicamente, que permita medir la captura (o no) de carbono orgánico.
Dificultades
Se rechaza la idea porque no se toma conciencia sobre los beneficios del sistema. Se argumenta que se necesita un retorno económico inmediato. Como también se argumenta un costo elevado y dificultad a la hora de la obtención de semillas. Sumado a la falta de conocimiento y poca planificación de las rotaciones, y es acá donde deben actuar las instituciones vinculadas, INTA, INYM, MAyP, IMS, MERNR, MCC, y un sinfín de etc.
La disponibilidad actual de nutrientes del suelo limita el crecimiento de los cultivos, reduce la productividad y calidad de estos, la fertilidad de suelo determina la necesidad de nuevas tierras cultivables.
En el Congreso de Suelo se presentaron trabajos que muestran que la reposición de nutrientes en nuestro país solo alcanza al 50% de la extracción, lejos estamos de ser sostenibles y solo con bioinsumos no vamos a balancear la ecuación, la reposición de elementos es fundamental porque con las cosechas se extraen y empaquetan minerales que si no los devolvemos al suelo estamos haciendo minería.
En conclusión: sólo los planteos productivos que mantienen o incorporan materia orgánica al suelo son sostenibles.
José Gabriel Stevenson, es Ingeniero Agrónomo MN 18363*50*01 y productor yerbatero y participó del VIII Congreso Yerbatero en Hohenau.