Por Martín Boerr
A pesar de que cacarea por izquierda, el Gobierno Nacional que se define de centroizquierda o de corte “nacional y popular” le transfirió a los bancos en concepto de intereses el equivalente a 19.000 millones de dólares en 2022.
Esta semana se informó que el Banco Central de la República Argentina pagó la suma de 3,38 billones (millones de millones) de pesos a los bancos del sistema financiero. Esto es el equivalente a 19.000 millones de dólares a un cambio oficial (177 pesos).
Esto fue lo que pagó la entidad que conduce Miguel Pesce en concepto de intereses por las Leliqs (Letras de Liquidez) y los Pases, préstamos de cortísimo plazo que las entidades le hacen al BCRA.
No es que el Central necesite el dinero, sino que lo “esteriliza” o lo saca de circulación porque argumenta que así hay menor presión inflacionaria. Lo cierto es que es un negocio fácil, sin riesgo para los bancos y casi sin esfuerzo.
Se trata de colocaciones que se hacen con un simple click en una computadora desde las mesas de operaciones con un esfuerzo considerablemente menor que el que requiere otorgar un préstamo a una pyme o un emprendedor.
A estos deberían primero captarlos, luego evaluarlos y después declararlos elegibles o no para el otorgamiento de un préstamo.
Además, es menos riesgoso, porque el BCRA tiene la máquina de imprimir dinero. Siempre paga. El problema es que paga con un dinero que pierde valor como ninguna otra moneda del mundo y eso sí lo pagan todos los argentinos.
Es una friolera de dinero que sale de la emisión monetaria -sin respaldo- del Banco Central y que en algún punto se paga con la pérdida de poder adquisitivo del peso argentino, que en 2022 cerrará con una inflación cercana al 100 por ciento el año (el jueves 12/1 se conocerá el dato de diciembre) .
10 billones de pesos en stock de deuda
El stock de deuda que el Banco Central tiene en concepto de Letras y pases que le coloca a los bancos a cambio de sus pesos ya alcanza los 10,03 billones de dólares. O 10 millones de millones de pesos (conviene hacer la aclaración porque en inglés un billion son 1.000 millones, mientras que para nosotros un billón tiene tres 0 más).
Es dos veces la actual base monetaria.
Se trata de una cantidad de dinero que hace empalidecer los ajustes del Gobierno a través de la quita de subsidios a las tarifas de luz y gas.
O sea, las familias, las pymes y toda la sociedad hace enormes esfuerzos para pagar más por los servicios para reducir el gasto en subsidios y todo ese gasto se “escurre” a través del perverso sistema de un Banco Central que paga intereses cada vez más altos a los bancos.
Equivale a casi la mitad de lo que se le debe al FMI.
En el sistema financiero argumentan que la comparación con el ajuste fiscal para bajar el déficit y el dinero que se paga en intereses sale de dos cuentas distintas. Uno es déficit fiscal y al otro se lo denomina en la jerga, déficit cuasi-fiscal.
Pero en algún punto del circuito se transforma en el mismo dinero. Lo que se ahorra por un lado con gran esfuerzo, se va por otro lado con una rapidez cada vez mayor y sin que nadie haga nada para parar una pelota cada vez más grande.
Ni siquiera un gobierno que se dice “nacional y popular”.
A los bancos tampoco les gusta mucho que se ventile cuánto se llevan por los intereses de estos créditos automáticos de recupero asegurado y que se pagan “imprimiendo” dinero que luego vuelve al circuito para generar más y más intereses en una pelota que ya parece imparable.
Las Leliq están rindiendo hoy intereses en torno al 75% anual según las últimas licitaciones del Banco Central. Aunque como cotizan en el mercado secundario (se compran y venden) esos valores pueden subir o bajar.
En tanto, las tasas de interés para los pases (préstamos a unos pocos días con el BCRA) hoy oscilan entre el 70 y el 100 por ciento, según los datos publicados en la web del BCRA.
Los pases son créditos a plazos muy cortos, entre 1 y 7 días típicamente, en los que además se pone como garantía un bono. Hay pases pasivos y pases activos, según el rol tomador o colocador del BCRA.
En los últimos tiempos, como parte del compromiso asumido con el FMI, el BCRA ha ido subiendo las tasas de interés de pases y Leliq, así como subieron las tasas de interés que pagan pymes e individuos.
Hoy un descubierto con tarjeta de crédito pueden llegar a costar más del 200 por ciento anual, siendo el crédito más caro y el más común de un mercado financiero que dejó prácticamente de prestarle al sector productivo, para prestarle el dinero al Banco Central kirchnerista.
El sistema bancario argentino hoy funciona así:
Las entidades captan depósitos de los ahorristas, empresas e individuos y luego se dan vuelta y se los colocan al Banco Central sin ningún tipo de esfuerzo.
Cuando llega el momento de pagar los intereses, el Banco Central emite dinero y le devuelve la plata a los bancos, que más tarde la vuelven a colocar en las Leliq y Pases.
Este sistema no es nuevo ni lo inventó este gobierno. Arrancó tímidamente en el año 2002 con el Banco Central que conducía Mario Blejer, bajo la presidencia de Eduardo Duhalde.
Por entonces, para tratar de establecer algún tipo de incentivo a la tenencia de pesos se empezaron a emitir Lebacs con tasas de interés muy altas al principio pero que rápidamente fueron bajando a medida que la economía creció, la estabilidad empezó a hacerse permanente y el dólar que había saltado a 4 pesos tras el estallido de la Convertibilidad empezó a retroceder producto de la fuerte entrada de divisas a una economía que se disponía a vivir sus años dorados (“tasas chinas”).
Ya durante los gobiernos de Cristina Kirchner -sobre todo el segundo- cuando los superávit gemelos se tornaron en déficit y empezó a aparecer la inflación alta, el gobierno empezó a hacer un uso cada vez más intensivo de este mecanismo.
El Gobierno de Mauricio Macri lo potenció, al incentivar la entrada de capitales de afuera para hacer “carry trade”. Es decir, colocar el dinero en Lebacs, hacerlo trabajar en pesos un tiempo y luego sacarlo del país nuevamente convertido a dólares.
Con la corrida cambiaria de mayo del 2018 y la asistencia al FMI quedó demostrado que fue una bicicleta financiera que promovió ganancias fáciles y que era insostenible. Por eso las Lebacs fueron reemplazadas por las Leliqs y se pusieron restricciones para los inversores de afuera. Quedaron acotadas al sistema financiero.
Ya después de las PASO de agosto del 2019, Aberto Fernández habló de usura y de que iba a desmantelar el sistema. Sólo lo alimentó más y más.
La pelota desde hace tiempo preocupa cada vez más en la city porteña y los propios bancos están mirando día a día cómo se va a resolver semejante deuda en un país donde el crecimiento pierde fuerza y la inflación parece no tener control.
Sobrevuela en el sistema financiero el fantasma de un nuevo Plan Bonex.
El riesgo de un Plan Bonex
¿Qué sería un nuevo Plan Bonex?
Que un día los bancos no quieran poner el dinero en Leliq y Pases, el Banco Central no devuelva el dinero de esas colocaciones y los bancos no puedan devolver los depósitos en pesos, ofreciendo a cambio un bono compulsivo como fue el Bonex a fines de los años 80.
El Plan Bonex (por “Bonos Externos”) fue un programa implementado durante el primer gobierno de Carlos Menem en enero de 1990.
El ministro de Economía era el también riojano Antonio Erman González y consistió en el canje de depósitos en australes a plazo fijo por títulos de deuda pública, cuyo vencimiento estaba previsto a 10 años, en 1999.
Plan B/ 6-1-2023