Nilda Silva.

Dejó la Capital para domesticar búfalos en el Iberá: "Si se los trata con amor, son mansos"

Luego de la muerte del cazador mexicano Carlos Alberto Canales, quien fue atacado por un búfalo en un coto de caza en Entre Ríos el viernes pasado, surge la pregunta: ¿se puede convivir en armonía con estas bestias?

“Yo vivía en Buenos Aires y me gusta mucho la ciudad, no sabía nada de campo y hace siete años me vine a vivir a un campo cerca de los Esteros del Iberá y a comenzar con algo nuevo, la cría de búfalos”, explicó a Plan B, Nilda Silva.

La historia de Silva es extraordinaria, heredó un campo y sin conocimientos ni vocación por la vida rural, asumió con espíritu aventurero el desafío de intentar criar estas bestias en Corrientes, de donde es oriunda.

Con mucha dedicación y gran pasión por lo que hace, unos pocos años le bastaron a esta mujer para convertirse en una de las mayores expertas en búfalos de la Argentina. 

Maneja un centro de reproducción (Centro Integral de Inseminación Artificial Bubalino) que vende pajuelas (semen) a otros productores para mejorar la genética, e incluso exporta a otros mercados.

Sin temores

Silva es una aventurera nata, que incluso hace paracaidismo. “No le tengo miedo a nada”, dice, soltando una risa, en diálogo telefónico con Plan B

“Los búfalos son muy mansos si se los sabe tratar, ellos son muy inteligentes, yo nado con los búfalos, me subo arriba de ellos, puedo estar abajo de un animal de 1.200 kilos sin ningún riesgo”, explica.

Sobre el incidente con el cazador mexicano, Silva explicó que evidentemente se trató de un búfalo cimarrón, un animal que se cría de forma salvaje o semisalvaje y que debe ser tratado con sumo cuidado.

“Ellos si son tratados con crueldad, responden de la misma manera”, explica.

Nilda fue la criadora que logró devolver el búfalo a la exposición Rural de Palermo tras 20 años de ausencia. 

Para lo cual fue imprescindible garantizar que el animal, sin necesidad de ningún dopaje, iba a estar en estado manso y fácil de controlar, sin riesgos a enfrentarse con ningún contratiempo, en la exposición palermitana.

“Hace unos días fui a una exposición en Bella Vista (Corrientes) donde los chicos de 5 o 6 años se subieron a mis búfalos, una señora se acercó y me preguntó si estaban dopados y les respondió que no, que en cambio son tratados con amor”, señaló.

“Los búfalos entienden todo, reconocen tu voz, cómo se los llama a cada uno, se acercan al fuego, son muy inteligentes”, repite.

En la India, explica, los búfalos conviven con la gente que suele dormir abrazados a estas bestias que pueden pesar más que un automóvil pequeño.

Sin embargo, Nilda explica que no ocurre lo mismo con los búfalos cimarrones. “Son como los perros cimarrones, que andan en manada y pueden ser peligrosos como los lobos”, señala.

Según pudo averiguar Plan B, existen cotos de caza que tienen búfalos a los que se deja en estado silvestre y son destinados justamente a ser cazados, pero que con animales que pueden llegar a ser muy agresivos.

En la Argentina el rodeo de búfalos llega a las 200.000 cabezas, distribuidas mayormente en las provincias de Corrientes (50.000) y Formosa (45.000), aunque también hay búfalos en Chaco, Misiones, Córdoba y Santa Fe.

En el resto del mundo se los cría con el doble propósito de explotar la leche y la carne. En la Argentina el 99% se dedica a explotar únicamente la carne, porque no suelen dar leche en cantidad, debido a la mezcla de razas.

“Por la alta consanguinidad perdieron el gen lechero, solo dan 4 o 5 litros de leche, que es muy buena para hacer quesos y otros productos, pero trabajamos para recuperar eso”, señala.

Al ser más rústico que la vaca, el búfalo se adapta a campos con pasturas de menor calidad, viven hasta 20 años y tienen una parición (cría) por año.

Por eso es novedoso el trabajo que encara Nilda Silva en su campo, buscando mejorar la genética del búfalo argentino.

Plan B/ 12-10-2022

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