Por Oscar Bazzani*
– oscarbazzani@hotmail.com
El episodio del avión venezolano-iraní que tuvo a los medios de comunicación y a la opinión pública muy entretenida hace unas semanas, trajo a colación la tortuosa relación de la Argentina con Irán.
Un nombre y un país que desde comienzos de los 90 está estrechamente vinculado a los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA.
Pero para entender lo que pasa hoy, hay que remontarse a los años 80. Aquí comienza la historia Irán/Amia
Menem se reunió dos veces con Khadafi, en la segunda reunión secreta con los representantes árabes, se pactó el negocio en el que Menem se comprometía a entregar los misiles Cóndor cuando llegara a la Casa Rosada. Khadafi creyó en la palabra del entonces gobernador de La Rioja, y adelantó dos millones de dólares que sirvieron para financiar la campaña.
Menem asumió a principios de julio de 1989 y en septiembre viajó a una reunión del Movimiento de Países no Alineados en Belgrado. Domingo Cavallo acompañó al presidente y fue testigo del encuentro con Khadafi en la sede diplomática de Libia.
La reunión fue breve y tensa, y Menem rompió el trato de entregar los misiles que había prometido durante la campaña electoral. Khadafi estaba molesto y terminó de perpetuar su irritación cuando el presidente argentino desplegó su teoría de la “Cañita Voladora”, obviamente devaluando las capacidades del misil y confesando que lo estaba traicionando. Los árabes conocían perfectamente las capacidades del misil Cóndor por eso habían financiado la terminación de su construcción con la intención de comprarlo como arma de defensa, pero Menem rompió ese trato de venderles el misil y seguir negociando, fue así que, una vez asumido como presidente de Argentina, los siguió traicionando. Nunca se lo iban a perdonar.
La DAIA afirma que el proyecto de la venta de misiles a Medio Oriente: “Es indudable, hay documentos oficiales. Los acuerdos para la venta del Cóndor se dieron durante la época de Alfonsín y Carlos Menem se había comprometido a exportar a Libia, Irak, Siria e Irán”. Los misiles Condor eran superiores a los Skud rusos.
Se afirma que en el caso del misil Cóndor II, que el gobierno de Menem habría prometido y no cumplido, significó para Siria y el resto de los países musulmanes no contar con la tecnología militar de punta. Se estimaba que el Cóndor II era superior al Scud (utilizado en la Guerra del Golfo) o al Badr 2000, un misil semejante al Cóndor.
Con respecto al pacto de transferencia nuclear entre Argentina y Siria, desalentado por EEUU y cancelado por nuestro país, se puede asegurar, se entiende, que hubo mucho descontento por parte los sirios. Argentina condicionó la venta de la tecnología nuclear al proceso de paz entre Siria e Israel. Por supuesto esta transferencia nunca ocurrió. Tal era la ofensa que Menem produjo que sembró en el ánimo de los árabes la necesidad de venganza, pero una represalia de tipo militar convencional era impensable, no solo por la distancia que separa América del Medio Oriente asiático, sino por los otros conflictos regionales e inmediatos de dichos Estados.
En este sentido, quienes sostienen la pista siria aseguran que el plan de un ataque terrorista en respuesta a la cancelación de la dual tecnología nuclear no era impensable: de hecho, el fiscal Nisman solicitó la captura internacional de varios hombres de Estado de la República Islámica de Irán arguyendo que Irán había sido el responsable de los atentados, justamente por una venganza a raíz de la cancelación de la provisión de los misiles Condor y de la transferencia nuclear.
Menem, con su mente calculadora, veía en los países árabes, no la tierra de sus ancestros, sino que había encontrado una veta de oro que merecía explotarse. Antes de las elecciones presidenciales, Menem también viajo a Damasco, adonde se reunió con Bashar al Assad, allí en su perfecto idioma que mejor manejaba, la mentira, se comprometió frente a Al Assad a aportar el uranio necesario para la supuesta construcción de dos centrales nucleares, una decisión política que podía quebrar la estabilidad geopolítica en la región. La realidad era que Irán y Siria pretendían tener sus propias bombas atómicas, y Menem se prestaba al juego si a cambio los regímenes fundamentalistas también aportaban sus millones de dólares para la campaña presidencial.
Los líderes árabes que trataban con Menem tenían, por el poder mismo, un alto grado de sociopatía, pero nunca se habían encontrado con un psicópata natural como Menem, no había forma de detectarlo ni en la política exterior ni en la política interior, de ahí que con su astucia daba esa sensación de fascinación que engañaba a todos, aunque estuvieran yendo al horno alegremente como pasaba y pasa con los argentinos. Pero los árabes descubrieron la trampa en sus actos de farsante.
Si bien la política es un semillero de sociópatas, los psicópatas aparecen en el lugar preciso de su red para que nada falle y salga perfecto, es curioso, pero ahí estaba quien hizo el papel perfecto, impecable, meritoriamente cinematográfico. (por si lo queremos saber, el mundo está dominado por ellos, y la selección genética los hace cada vez más dominantes –Robert Hare-) También refiere el psiquiatra Hugo Marietán en: “donde hay poder hay psicópatas”.
“Si yo decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”, esta célebre frase de Menem dirigida a los argentinos, también hubiera corrido para los líderes árabes puesto que los había engañado a plena consciencia; pero, verbigracia, los árabes no son argentinos.
El mismo embajador Todman cayó en la misma fascinación por Menem, tanto que se volvieron compinches. El presidente argentino simulaba admiración por el embajador norteamericano. Entre los dos transformaron a Argentina en socio estratégico de los Estados Unidos cuando caía el Muro de Berlín, implosionaba la Unión Soviética y se redactaba el denominado Consenso de Washington. El embajador Todman alertó a su ‘amigo’ argentino acerca de las consecuencias geopolíticas que podía pagar si seguía vinculado al eje Libia-Siria-Irán. Menem se sintió descubierto entendió la señal de Todman y aprovechó para volantear 180°. Se olvidó de Khadafi, cerró los canales turbios con Irán y dejó de responder a la agenda que Siria pretendía continuar con el gobierno argentino. (“En los archivos de la Cancillería aún están los cables secretos enviados por los diplomáticos argentinos en Teherán y Damasco alertando sobre la tensión que se acumulaba en ambos regímenes fundamentalistas.”) -Informe AMIA-
Una y otra vez, hasta principios de 1992, Menem y ciertos amigos de origen árabe recibieron mensajes exigiendo que el presidente cumpliera con sus promesas a Libia, Siria e Irán. La Casa Rosada se mantuvo en silencio, y el 17 de marzo de 1992 volaron la embajada de Israel en la Argentina que causó 22 muertos y 242 heridos. Sabiendo de dónde venía la bomba, y en una actuación convincente, Menem aseguró que castigaría a los terroristas fundamentalistas y se cobijó con su alianza estratégica con Estados Unidos. Se plegó a la OTAN, envió armas a Croacia, cumplió los parámetros económicos y financieros del Consenso de Washington, lo que se denominó ‘relaciones carnales’.
Mientras tanto, los mensajes amenazantes desde Libia, Siria e Irán continuaban llegando a la Casa Rosada. Menem eludió los reclamos y prefirió cortar los lazos con los árabes e ignoró sus deudas electorales. Pensó que no habría otro ataque terrorista creyendo que las cuentas estaban saldadas con el encubrimiento de la voladura de la embajada israelí.
Tal como con el FMI, las deudas con los árabes nunca prescriben sin importar que haya cambios de gobierno, éstas están en la conciencia de los fundamentalistas y las cobran con sangre. Para más los norteamericanos vienen sembrando tormentas con sus errores históricos en todos los continentes, como Vietnam, Centroamérica, sus apoyos a las dictaduras sudamericanas y el armado intenso en la guerra Irán-Irak que pronto se le volvieron contra. En nombre del gobierno argentino, Menen había tomado deudas con los árabes y luego tomaba millones de dólares de deudas con el FMI para mantener la convertibilidad de Cavallo, con el agravante de su apoyo inmediato e incondicional a la OTAN enviando barcos apoyando la “Guerra del Golfo”, y antes armas a Croacia.
Menem se equivocó en todo, y así se lo demostraban: el 18 de julio de 1994, a las 9.53 de la mañana, una camioneta Trafic cargada de amonal se estrelló contra la AMIA. Murieron 85 personas y cerca de 300 quedaron heridas. Menem quedó libre de culpa y cargo, pero los iraníes y los sirios todavía no terminan de cobrar su deuda, más con las vaguedades de Cristina acercándose a Irán. Están volviendo y lo hacen saber; lo del avión venezolano no es accidental ni es un error, es una apuesta fuerte y aviso de gente que siempre está dispuesta a inmolarse. El clima no cambió tanto con su sucesora actual; con el diseño, contradicciones y fracaso del “memorándum de entendimiento” con Irán. ¿Y cómo explicaría la amiga de Maduro que este país kirchnerista, históricamente ‘muy allegado al chavismo’, podría permitir reducir a chatarra un Boeing 747 después de retener por tantos días a tripulantes bolivarianos mediante una fragante anomalía jurídica? Si el mundo musulmán volviera a quejarse, desde el norte escucharíamos: “Roma traditoribus non praemiat”; más recordando que alguien propuso “Argentina tiene que ser la puerta de entada para que Rusia ingrese a América Latina”. Alguien que no sabe llorar debería repetir, “No llores por mí Argentina”.
*Oscar Bazzani es misiones, técnico aeronáutico, recorrió el avión de Austral del trágico vuelo 2553 que se estrelló en Fray Bentos y denunció públicamente y en libros la mala gestión de los españoles al frente de esa aerolínea vendida en las privatizaciones. Es autor de varios libros de temas aeronáuticos.