Por Martín Boerr *
Los datos preliminares del Censo Nacional que se realizó el miércoles dejaron algunas conclusiones escalofriantes.
La principal: Argentina es el Titanic, se hunde en la decadencia con una nota distintiva. En la cubierta del majestuoso buque se sabía que no se iban a salvar todos, pero por lo menos el número de los que pretendían salvarse no se incrementaba.
En la Argentina hace tiempo que no hay lugar para todos, pero día a día los que corren desesperados por la cubierta del Titanic son más y más. Y créanme, ahí en la cubierta del Titanic la educación no cuenta para nada.
Pero volvamos a los datos que dejó el Censo Nacional. Según los cálculos preliminares del INDEC, el miércoles pasado, 18 de mayo de 2022 éramos 47.327.407 argentinos.
En el anterior Censo Nacional, de octubre del 2010, la cuenta dio que éramos 40.117.096 de argentinos.
Es decir, hubo un incremento de 18% en estos 12 años en la población o unos 7.210.311 argentinos.
Ahora bien. Hace más de diez años, prácticamente desde el momento en que se hizo el anterior Censo Nacional el día que murió Néstor Kirchner, que la Argentina no crece económicamente y lo más importante, no genera nuevos puestos de trabajo.
Todo lo que vemos en las noticias como indicadores económicos positivos, son “fotitos” o una parte de la pelicula que no cuenta toda la historia desde el 2010 para acá.
Según los datos del Ministerio de Trabajo, en el 2010 había en la Argentina -número más o menos- unos 6 millones de empleos privados registrados. Es decir, trabajo en blanco en relación de dependencia.
¿Adivinen en febrero del 2022 cuántos empleos registrados en blanco había en la Argentina? Según los datos del Ministerio de Trabajo, había 6,3 millones de trabajos en blanco privados.
Es decir, en 12 años creció en 7,2 millones la población pero con la misma cantidad de empleos registrados en blanco, que no se modificaron. Incluso con la pandemia los empleos registrados en blanco llegaron a caer a 5,77 millones en julio del 2020.
El empleo privado en blanco es una buena medida de la capacidad que tiene una economía de generar oportunidades para su población. Se suponía hasta hace un tiempo que acceder a un empleo en blanco (privado o público) establecía cierto acceso a condiciones dignas de vida, y de aspirar el día de mañana a una vivienda, y alimentación, salud, esparcimiento y posibilidades de progreso.
Por supuesto, en la Argentina, como en cualquier país, no solamente la gente trabaja en relación de dependencia en el sector privado. A estos 6 millones que no se modifican, a pesar de que los años pasan y la población crece, hay que sumarles los empleados públicos nacionales, provinciales y municipales.
Esa categoría creció mucho pero hasta el año 2015, desde entonces continúa más o menos estancado en 3 millones debido al ajuste blando que están practicando los Estados.
Ya nadie contrata masivamente como hasta el segundo mandato de Cristina Kirchner y eso también generó una pérdida de poder en los políticos, que aunque no lo admitan, tienen un “encanto” derivado directamente de su capacidad de generar un conchabo en el Estado (¿y si no, hoy, por qué alguien se molestaría en “militar”?).
A los empleos estatales, hay que sumarle los empleos en negro, los cuentapropistas, monotributistas, empresarios, rentistas, etc. La parte más baja de esta escala es la que crece y crece a medida que la población se incrementa.
A mi no me sorprendió que cuando implementaron el IFE se anotaran 11 millones de personas. Lo que si me sorprendió, es que se sorprendieran las autoridades. ¿Qué partido están mirando?
Nada importa más en la Argentina que estas dos curvas, que aquí se detallan. La curva de crecimiento de la población y la curva de crecimiento o estancamiento de los empleos privados en blanco (tomandola como una medida del crecimiento de todas las posibilidades de trabajar y realizarse que tiene un país).
Peleándose por un bote salvavidas
Se suele decir que el problema en la Argentina es la falta de educación. Para mi es un análisis incorrecto de la situación en la que está la Argentina.
Los problemas del país no se resuelven con más educación, lamentablemente. No estoy diciendo que no hay que educarse, capacitarse y, fundamentalmente, mejorar la educación (primaria, secundaria y universitaria).
Necesitamos una educación orientada a que cada uno sepa “agarrar la caña” y conseguir su propio sustento, y si es posible, generar oportunidades para otros (empresarios pymes, emprendedores, etc.).
Pero la Argentina, fundamentalmente, lo que necesita es cerrar la brecha entre las dos curvas: población vs puestos de trabajo.
De nada sirve tener universitarios o posgrados con altas calificaciones si no tienen oportunidades. Ahí la única salida que encuentran termina siendo siempre el aeropuerto Ministro Pistarini de Ezeiza.
Pero además, si hay 10 personas y solamente 2 o 3 se van a “salvar”, llega un punto que la Argentina se convierte en una jungla sin reglas donde la educación es lo que menos pesa. Es un sálvese quien pueda.
¿Bajar la curva de la población? Si la pandemia hubiera liquidado a 20 millones de nosotros y hubiéramos quedado como en el Mundial 78 (25 millones de argentinos), los problemas serían otros. Por suerte no sucedió.
No por nada China implementó su política de un hijo por familia durante muchos años. Control de la natalidad para la que hoy -oh, casualidad-, la principal potencia del mundo.
En la Argentina, claramente, lo que hay que hacer es incrementar la curva de los empleos. Pero nadie sabe como.
Así es como la decadencia crece, mientras las dos curvas, una qué dice cúantos somos y otra que dicen cúantos se van a “salvar”, se siguen separando y dejando un abismo a nuestros pies.
Plan B/ 20-5-2022
Martín Boerr, director de Plan B