La Argentina anunció ayer -sorpresivamente- en el marco de la visita del presidente Alberto Fernández a China, la incorporación de nuestro país a la Ruta de la Seda, un proyecto que impulsa el gigante asiático de acuerdos comerciales, de inversiones y cooperación con 140 países en todos los continentes.
El anuncio, que nadie tenía en el radar, implica la firma de un memorándum de entendimiento que menciona la posibilidad de inversiones por un total de u$s23.700 millones en obras de infraestructura de todo tipo (hídricas, energía, viviendas, etc). Ninguna de las cuales fue especificada.
La otra cuestión es que semejante anuncio, que debería ser realizado por el propio presidente argentino, fue informado hoy por todos los diarios sin citar una sola fuente oficial.
Por ejemplo, la agencia Télam menciona: ‘ “Con esta decisión estratégica, el gobierno nacional rubricará diferentes acuerdos que garantizan financiamiento para inversiones y obras por más de 23.700 millones de dólares, generando un nuevo hito en la relación bilateral que en los últimos 15 años se amplió y fortaleció notablemente”, destacaron fuentes oficiales’. Es decir, no habla ni el canciller Santiago Cafiero ni Fernández ni nadie.
¿Otro cuento chino?
Al haber poca información, lo primero que viene a la mente de muchos es el famoso bleff de las inversiones chinas por 20.000 millones en 2004, cuando se anunció con bombos y platillos esos desembolsos de la segunda potencia económica mundial que luego quedaron en la nada.
Entonces incluso hubo mucha más puesta en escena: Néstor Kirchner y el antecesor de Xi Jinping (con quien Alberto Fernández se reunió ayer), Hu Jintao, firmaron en Buenos Aires un pacto de asociación estratégica que, según anunció entonces el presidente argentino, traería inversiones por 20.000 millones de dólares a lo largo de una década.
Sin embargo, el anuncio quedó restringido a una mera carta de intención. La promesa comunicada por la Casa Rosada era de una inversión en proyectos que nunca se realizaron. “Un cuento chino”, terminó por admitir, dos años después, el viceministro de Comunicaciones del país asiático, Qian Xiaoquian.
Al final, Néstor Kirchner se terminó riendo de todo el asunto en un acto donde invito a la actriz China Zorrilla. “Esta es la única China real”, dijo el entonces Presidente, y dio por finalizado el asunto.
Lee la columna de Rubén Emilio García (ex vicepresidente del SENASA) sobre otro cuento chino de 1993, cuando vinieron a ofrecernos comprar carne en un acuerdo jugoso que jamás se concretó.
Plan B/ Domingo 6-2-22