Por Martín Boerr
En estas últimas dos semanas el gobierno de Javier Milei ingresó en la segunda etapa de su gobierno con una agenda defensiva, reaccionando a los hechos que se le presentan y corriendo como un bombero para apagar el fuego.
Atrás quedó la Ley Bases aprobada, el Pacto de Mayo, hechos que hoy no parecen sustanciales o al menos no forman parte de la agenda de urgencias.
Atrás quedaron los ataques a la “casta” que -en parte-, eran los gobernadores “degenerados fiscales” para el Presidente.
Esa fue la primera etapa del gobierno de Javier Milei, que no supo proponer para el segundo semestre una verdadera agenda de temas fuertes, para generar un cambio profundo en la Argentina.
Exactamente lo que se espera de él, y por lo cual gran parte de la ciudadanía lo apoya, incluso a costa de enormes sacrificios para la población.
Generar expectativa para no decir nada
Esa pérdida de la iniciativa quedó en evidencia en la ya famosa conferencia de prensa de Luis “Toto” Caputo y Santiago Bausili del viernes 28 de junio, tras el cierre del mercado.
Fue un error político garrafal, porque despertaron expectativas importantes al convocar a un anuncio en el Microcine del Palacio de Hacienda y, al final, no dijeron nada sustancial.
Sin nada fuerte que proponer en la segunda etapa, el mismo lunes 1° de julio, en el arranque del segundo semestre, fueron los mercados los que tomaron la iniciativa y se quedaron con el protagonismo.
Ante la desconfianza creciente de un Banco Central que ya no sumó reservas por primer mes en la era Milei en junio, las crecientes voces que dicen que el dólar está atrasado, y la ausencia de novedades que sostengan el protagonismo y la iniciativa del Gobierno, los dólares libres (CCL, MEP, blue) empezaron a subir.
Lo mismo sucedió con el nerviosismo del Gobierno, que a pesar de que públicamente ningunea la suba del dólar libre, en términos de comunicación real termina haciendo exactamente lo contrario: le da relevancia.
Hay que decir que el romance del mercado financiero con Milei, que llevó a las acciones argentinas a un rally histórico desde antes de llegar a la Casa Rosada, y a los títulos de la deuda a duplicar o triplicar sus cotizaciones (que estaban en precios de default) se empezó a diluir antes de la conferencia en el Palacio de Hacienda.
El divocio comenzó cuando Caputo anunció las últimas dos bajas de tasas de interés, la última de ellas en mayo. Fue como decir: el que apuesta al peso pierde contra la inflación.
O como decirle al mercado financiero: a partir de ahora tendrán que soportar pérdidas, porque no podrán ir al dólar y tampoco podrán mantener el dinero en pesos sin que se les derrita.
Traducido: así como licuaron las jubilaciones, les estaban proponiendo a bancos, fondos, inversores de alto patrimonio, que también les iban a licuar las inversiones. Fue el sector que hasta ahora había ganado con Milei.
Sin margen de maniobra
A todo esto se sumó la negativa cerril del gobierno de Javier Milei a escuchar sugerencias u opiniones sobre que el dólar está atrasado.
Fueron particularmente fuertes los ataques de Milei incluso contra periodistas que se atrevieron a mencionar esa cuestión en una entrevista, como sucedió con Cecilia Boufflet, la muy buena periodista especializada en economía de TN y Radio Mitre.
¿Por qué el Gobierno se pone tan nervioso cuando alguien sugiere que el dólar oficial quedó barato?
Nuestra hipótesis: por que es cierto, y no hay nada que te moleste más en la vida que te marquen una verdad que no querés aceptar.
¿Y por qué el Gobierno no la quiere aceptar? Porque significaría reconocer que hicieron las cosas mal. Que la megadevaluación del 13 de diciembre que ocasionó tanto sufrimiento y dolor, estuvo mal calculada. O sea, que se sufrió y no sirvió para nada.
Como en esas familias que salen de vacaciones en automóvil y el esposo/conductor insiste en un camino alternativo distinto, desoye sugerencias de la esposa/copiloto y llega un punto donde ya no puede reconocer que se fueron a cualquier lado menos al destino.
Hoy el Gobierno no podría volver a devaluar el dólar oficial, porque ocasionaría mucho dolor en la población con la consabida nueva disparada de la inflación en bolsillos que ya están exhaustos. El Gobierno ya no tiene el mismo crédito que el 10 de diciembre, mostró pocos resultados para muchas expectativas.
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Más o menos, como Cavani en Boca cuando todavía no se le había abierto el arco a comienzos del semestre pasado.
La lucha de estas dos semanas
Así las cosas, el Gobierno de Milei se olvidó ya totalmente de la casta y empezó a atacar a su nuevo e inesperado enemigo: el mercado.
El mismo que le había dado la bienvenida y estaba eufórico con su llegada.
Por eso el presidente empezó a buscar culpables. Esta semana señaló en una entrevista con Alejandro Fantino en Neura nuevamente al Banco Macro, por ejercer puts durante la mañana en que el titular del Banco Central estaba reunido con los representantes de los bancos, justamente para desarmar esas opciones.
El otro enemigo que eligió Milei, al que ya venían señalando, es el economista chileno Rodrigo Valdéz, director del Departamento Occidental del FMI.
“Se tiene que saber la verdad. El jefe de la misión del Fondo fue ministro de Economía de (Michelle) Bachelet, que causó el desastre que causó en Chile, que además es Foro de San Pablo”, lanzó. “¿Por qué le permitían todo a Massa? Porque el gobierno anterior era Foro de San Pablo, era grupo Puebla”, dijo Milei.
A nuestro entender, puede ser que tenga mucha razón Javier Milei. El FMI no es parcial, toma partido y se mete en la política, algunas veces abraza incondicionalmente, y otras suelta la mano inexplicablemente.
La duda de Plan B, es: ¿Se trata de un problema de Valdez? O es todo el organismo el que te palmea la espalda mientras observa el experimento sin poner un dólar y sin jugarse para uno u otro lado.
Siempre da la sensación de que al FMI, Milei le ofrece mucho a cambio de muy poco o casi nada. Incluso cuando se encontró con Kristalina Gerogieva en la cumbre del G-7 en Bari, Italia, se vio esa diferencia de actitudes.
“Siempre me encantan las reuniones porque es híper transparente y creo que conectamos desde la transparencia. Es un buen punto”, le dijo Milei, con un entusiasmo inocultable. Mientras Georgieva contestaba con cortesía pero con tono más mesurado.
De todas formas, lo más importante no fueron las palabras, las teorías conspirativas no del todo desacertadas, sino los hechos. Lo qué hizo el Gobierno Nacional o la dupla Milei-Caputo.
El Gobierno armó el fin de semana pasada un esquema para salir a intervenir al mejor estilo Sergio Massa y quemar los dólares de las reservas para contener la suba del dólar libre, en especial el Contado con Liqui o CCL.
Cabe señalar que el dólar “blue” que se compra en las cuevas y arbolitos, o se tranza entre particulares, es una consecuencia directa de los dólares CCL y MEP. Controlado ese mercado, se controlan los precios de los dólares libres.
Así como el cepo logra controlar el acceso al dólar oficial. Sergio Massa avanzó exitosamente en esquemas para controlar los dólares libres, a través de intervenciones muy onerosas en el mercado bursátil.
Miei al final se decidió e hizo “la gran Massa”.
Eso si, utilizando palabrería técnica y hablando de su pasión, para justificar la movida: la emisión monetaria.
Entonces puso como excusa que iba a intervenir vendiendo dólares en el mercado del CCL por el equivalente a lo que emitía cuando compraba dólares para las reservas del Banco Central, todo para sacar pesos que “no tenían demanda comprobada”.
Realmente, una excusa para no decir: al final, vamos a hacer lo mismo que el gobierno de Massa. ¿La gente se pone nerviosa con el dólar? Tratemos de controlar el dólar.
Sin embargo, la señal también fue negativa, porque el Gobierno está sacrificando reservas. Al final, la película se termina pareciendo mucho a la etapa de Massa.
Los argentinos reman y reman pero el Banco Central nunca acumula reservas. Y la economía está cada vez peor. Y el cepo es cada vez más duro y lejos de levantarse.
No interesa la ideología y el discurso. El cepo y la falta de dólares son parte de la realidad, no una cuestión de ideologías. Como las retenciones al campo.
Al fin y al cabo, Cristina Kirchner puso el cepo en 2011 y Macri lo sacó, pero al final de su mandato lo tuvo que volver a poner. Porque la fuga de divisas, la desconfianza y la falta de un plan creíble no es patrimonio de un solo lado de la grieta.
(Macri hizo los mismos con las retenciones a la soja, las sacó, pero después admitió que había hecho mal las cuentas y las volvió a poner).
¿El que apuesta al dólar pierde?
Párrafo final para la frase poco feliz del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, quien dijo en una entrevista con LN+ que los argentinos “van a tener que vender dólares para pagar impuestos”.
Es casi como decirle a una familia, van a tener que vender las joyas de la abuela para poder comer.
Pero además, la amenaza velada, al mejor estilo de Lorenzo Sigaut (ministro de Economía en 1981) que quedó inmortalizada para siempre en la memoria colectiva de los argentinos: “el que apuesta al dólar pierde”.
Cada vez que un ministro hace ese desafío público, más allá de que con el poder de fuego que le da el Estado para sostener su estrategia pueda ganar algo de tiempo, la película siempre termina igual.
El ministro de Economía (y todos los argentinos), pierden. El dólar gana.
Esa es la gran batalla de la segunda etapa de un gobierno que ya se olvidó de la casta y busca tapar incendios y sobrevivir esperando que las recetas a las que apostaron empiecen a traer algo de resultados positivos.
Plan B/ 20-7-2024