Natalia López Conde.

Especialista analiza los 5 desafíos que enfrentan las empresas familiares de Misiones

Por Natalia López Conde *

La empresa familiar es la forma de negocio más antigua y cumple un rol fundamental en la economía mundial, ya que contribuye significativamente con la generación de empleo, con la producción y el crecimiento de los países.

De hecho, en Argentina, más del 80 % del tejido empresarial se sostiene por empresas familiares, según estimaciones del Instituto Argentino de la Empresa Familiar (IADEF).

En la provincia de Misiones, tanto las actividades del sector primario dedicadas a la agricultura, a la explotación forestal y a la silvicultura como las del sector secundario centradas en la agroindustria y la industria forestal se encuentran mayormente en manos de empresas familiares.

Hay que considerar la relevante función que desempeñó la provincia durante los procesos migratorios de nuestro país dando cobijo a pobladores de más de veinte nacionalidades diferentes, lo que favoreció que sus tierras fueran trabajadas incansablemente por familias que habían dejado todo atrás y confiaban en que el esfuerzo compartido les permitiría forjarse un futuro mejor.

De esa historia vivida y compartida surge el espíritu pujante de los empresarios misioneros y la cultura de trabajo familiar que han heredado.

Pero esa fuerza de la huella inmigrante no exime a las empresas familiares misioneras de aquellos problemas inherentes a su carácter familiar que, aunque se manifiesten de diferentes maneras, suelen originarse en las mismas causas:

¿Hacia dónde vamos?

Ausencia de visión compartida: es lo que usualmente lleva a los herederos de una empresa agropecuaria a descapitalizarla subdividiendo los campos para llevar adelante sus propios proyectos. Tener una visión compartida hace sentir a los miembros de la familia que es más importante esforzarse por alcanzar juntos la continuidad de la empresa que cualquier aspiración personal.

¿En qué etapa ingresamos?

Ausencia de previsiones acordes al ciclo de vida: es la razón por la que muchas empresas no se preparan para sus distintas etapas evolutivas y eso lleva a la desorganización, a seguir objetivos dispares, al aumento de  conflictos y a perder el control. Conocer el ciclo de vida de la empresa permite preparase para afrontarlo de la mejor manera.

¿Seguimos trabajando con amigos y conocidos porque le tenemos confianza?

Ausencia de profesionalización: es frecuente encontrar empresas que son dirigidas en forma casi intuitiva por su fundador, lo que genera incertidumbre en sus colaboradores e, incluso, en su propia familia que no termina de entender cómo se manejan. Profesionalizar implica mejorar, pasar de procesos intuitivos a procesos analíticos para poder tomar decisiones, manejar la información, establecer una estructura jerárquica adecuada y definir la forma de elaborar estrategias.

¿Cómo se toman las decisiones?

-Ausencia de órganos de gobierno: es habitual que muchos fundadores tomen decisiones solos sin considerar otras opiniones y eso puede funcionar en una etapa inicial de una la empresa unipersonal, pero extenderlo más allá solo genera conflictos. La complejidad de la empresa familiar requiere de órganos de gobierno, entendiendo por tales al grupo de personas que se reúnen a deliberar y a tomar decisiones sobre la empresa, la familia y la propiedad a fin de mantener un adecuado equilibrio entre ellas.

¿Quién estará a cargo en la siguiente generación?

-Ausencia de un plan de sucesión: es el motivo por el cual cuando fallece el fundador y sus hijos no están preparados para continuar con la actividad, no pueden definir nuevos liderazgos y tampoco mantener la rentabilidad, lo que pone en peligro la continuidad del negocio familiar. El momento más conflictivo en una empresa familiar se produce con el traspaso generacional, por esta razón, anticiparse y tomar previsiones permite superar esta prueba para la empresa y la familia.

En fin, llevar adelante una empresa familiar es un gran desafío para el que se requiere compromiso, esfuerzo y unión, bajo una misma visión de que juntos pueden alcanzar grandes logros; condiciones que caracterizan a las empresas familiares misioneras por su huella inmigrante.

Natalia López Conde  es abogada y consultora de Empresa Familiar Certificada (CEFC®). También es Mediadora – Notaria (Matrícula N º 315 CNPM)

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