Sorpresiva decisión del Ministro de Economía.

Guzmán renunció y se fue pidiendo un "acuerdo político" para sostener a quien lo reemplace

Tras muchos meses de desgaste y de una gestión obstaculizada por la interna política con el kirchnerismo y los ataques del “ala dura”, finalmente el ministro de Economía, Martín Guzmán, renunció hoy a su cargo.

Lo hizo mediante una carta a Alberto Fernández en la que consideró necesario que “un acuerdo político” sostenga a quien vaya a reemplazarlo en el Palacio de Hacienda.

La decisión causó sorpresa y decepción en el círculo íntimo del Presidente, según publicó el diario La NaciónDurante el transcurso de la semana, el ministro le había pedido al jefe de Estado más control sobre el tablero de decisiones. Ayer, finalmente, le informó que se iba, como un hecho consumado. Fue horas antes de hacer pública su extensa misiva que publicó en su cuenta de twitter.

Fernández ahora deberá definir si busca un reemplazante para la silla que deja Guzmán o le imprime una reforma más amplia a su gabinete. También si hace, o no, un acuerdo con sus socios políticos. Cerca del Presidente se limitaron a decir que el jefe de Estado “lamenta la decisión (de Guzmán) pero la respeta” y que “el programa económico se va a mantener”.

El momento que eligió el funcionario para dar a conocer su decisión, en tanto, fue peculiar: cuando publicó su carta en Twitter, Cristina estaba promediando su discurso desde Ensenada con nuevas críticas al rumbo económico y al ministro.

Guzmán redactó un extenso texto dirigido al Presidente. Entrelíneas, dio a entender que la falta de respoaldo político venía obstaculizando fuertemente la gestión económica y demorando las medidas que él quería implementar para pilotear la crisis por la escasez de reservas en el BCRA y la inflación.

La salida del ministro llega tras una nueva escalada del dólar y una caída de los bonos y en medio de un conflicto con el campo y los transportistas por la falta de gasoil.

“Desde la experiencia que he vivido, considero que será primordial que trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para quien me reemplace cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante.

Eso ayudará a que quien me suceda pueda llevar adelante las gestiones conducentes al progreso económico y social con el apoyo político que es necesario para que aquellas sean efectivas”, manifestó en esa línea Guzmán en su carta de renuncia.

Según pudo saber LA NACION, durante los últimos días, Guzmán le reclamó a Fernández tener mayor control sobre los instrumentos macroeconómicos. Particularmente quería cambios en Energía, donde las segundas y terceras líneas venían desacatando sus órdenes. También esperaba mayor poder de decisión sobre el BCRA, que conduce Miguel Pesce.

El exministro venía resistiendo los permanentes cuestionamientos públicos de la vicepresidenta, además de los múltiples cortocircuitos con los funcionarios kirchneristas del equipo económico.

Cerca de Sergio Massa, en tanto, aseguraron que el titular de la Cámara de Diputados se encontraba en la cancha viendo a Tigre cuando se conoció la noticia. Massa viene reclamando un reordenamiento estructural del gabinete, y su nombre suena fuerte para integrarse al Poder Ejecutivo, pese a que cerca de Fernández aseguran que el Presidente “lo necesita al frente de la Cámara baja”.

Junto con Guzmán, en tanto, renunciaron los secretarios de Estado que respondían directamente al ministro. No se manifestó, en cambio, el secretario de Energía, Darío Martínez, con quien Guzmán había tenido un fuerte cortocircuito en los últimos días por su decisión de desentenderse de la segmentación energética.

Por diferencias de criterio y en medio de la interna política que atraviesa al Gobierno, Martínez se corrió de la implementación de la segmentación, en un abierto desacato a Guzmán y a la orden política del Presidente. El secretario de Energía firmó una resolución que, en teoría, debía instrumentar y agilizar la puesta en marcha del proceso, pero que, en cambio, retrasó y complejizó la medida.

Fuente: La Nación y Plan B

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