La cosecha gruesa de yerba arrancó hace unos días con un precio por la materia prima que oscila entre 55 y 56 pesos por hoja verde, indicó a Plan B, Cristian Klingbeil, vicepresidente de APAM y director suplente del INYM.
Hace un año este valor se ubicaba en torno a los 40 pesos, con lo cual el incremento en estos 12 meses ha sido de 16 pesos o un 40% con una inflación acumulada que supera el 50 por ciento.
El dato marca cierta desaceleración en el precio de la hoja verde, tras más de dos años de boom que impulsaron una expansión de la superficie cultivada.
Otra cuestión que está marcando el retorno de la cosecha gruesa, dijo Klingbeil, son los robos en los yerbales.
“El fin de semana, mientras iba a buscar agua de la vertiente, pasando por la chacra de una vecina productora, vi un trillo raro y pedazos de hojas de yerba desparramadas. Enseguida llamé a Leandro, el muchacho que hace los servicios de mantenimiento del yerbal. Revisamos y estimamos que habían robado fácilmente, 3.000 kilos de yerba”, precisó el productor y dirigente.
El robo en yerbales es un problema que se reitera durante las últimas zafras, acentuados por la crisis y los buenos precios que se paga por la materia prima.
La Policía de Misiones había informado en febrero una baja significativa en las denuncias por delitos de hurto de yerba mate. Pero con el regreso de la cosecha gruesa el problema reapareció con fuerza, según los dichos de Klingbeil.
Los productores fortalecen sus sistemas de alerta mediante grupos de WhatsApp, identificando gente foránea de los parajes y prestando atención a los ruidos de vehículos en horarios inusuales. “Si no nos cuidamos nosotros no nos va a cuidar nadie”, sostienen.
Dada la cantidad de plantas cortadas y las huellas, estiman que los ladrones cortaron la yerba mientras llovía e hicieron cerca de tres cargas en un vehículo chico.
Los robos de hojas e incluso plantines ya cultivados se hicieron notorios en 2019 inicialmente en la zona de Campo Ramón y Los Helechos, aunque para los productores más veteranos, son un clásico de los ciclos donde se paga bien por la materia prima. Luego se intensificaron desde Andresito hasta Liebig.
Tiempo después, mientras los productores autoconvocados socializaron el tema en asambleas y reuniones con referentes del Ministerio de Gobierno y el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Una de las iniciativas del gobierno provincial fue la creación de la Policía Rural, para patrullar las zonas rurales.
“De vez en cuando vemos circular las camionetas. La Policía apresó a muchos ladrones de yerba pero la Justicia los libera a las dos horas”, detalla Klingbeil.
Para el productor, robar 10.000 kilos es un negocio organizado: “Estás robando por medio millón de pesos, eso no es hambre, es un negocio muy pulido”. Los daños económicos se evidencian en el momento del robo y en las zafras venideras: hay un lucro cesante, es decir una ganancia que se deja de percibir como consecuencia de un acto ilegal de un tercero.
“Lo que más duele es el daño a la planta… dependiendo de cómo te la destruyan, te puede llevar hasta tres años recuperarla y darle un rendimiento óptimo”.
Tras el robo, la cosecha debe ser muy cuidadosa y rendirá con suerte menos un poco del 50%. Como durante los últimos días empezó a llover, la yerba empieza a brotar tras la sequía y muchos productores aprovecharon para aplicar fertilizante foliar y también fungicidas.
Aquí se genera un riesgo adicional ya que el robo de yerba no entiende sobre uso responsable de agroquímicos y tampoco respeta el período de carencia, ese tiempo necesario para que el residuo de un plaguicida en un producto comestible alcance una concentración por debajo del Límite Máximo de Residuo (LMR) permitido. En otras palabras, se pierde la trazabilidad del producto.
Los productores entienden que la yerba está muy controlada y que el INYM pone el foco en la trazabilidad a través de cuestiones concretas como el Remito o la Corresponsabilidad Gremial.
Pero, en general, consideran que en paralelo hay un sistema que mira para otro lado y está muy bien organizado: incluye a los secaderos que están comprando conscientemente la yerba robada.
Suponen que “hay un mecanismo muy aceitado donde se truchan o blanquean remitos para hacer figurar yerba a nombre de alguien a quien no le corresponde”.
“No son pocos los kilos de yerba los que se roban todos los años. Lamentablemente carecemos de estadísticas porque el productor ya no se acerca más a hacer la denuncia por falta de soluciones”, señalan.
Plan B/ MFG / 11-4-22