Por Martín Boerr
Así como el resultado de las PASO trajo importantes cambios de gestión en el Gobierno Nacional, a nivel local el gobierno de la Renovación -en apariencia-, siguió trabajando como siempre, sin grandes alteraciones en el rumbo.
Sin embargo, para los que seguimos los números económicos de la gestión desde hace años, luego del resultado negativo que también tuvo la Renovación aquí en Misiones, se empezaron a vislumbrar cambios tanto o más profundos que ese frenesí cortoplacista que se pretende transmitir desde Casa Rosada.
Acá estamos hablando de un posible cambio de rumbo en serio, cuyos resultados están pensados para mucho más allá del 14 de noviembre próximo, cuando se celebren las elecciones generales.
Como si Rovira hubiera tenido un llamado de atención con el triunfo algo amarrete del 6 de junio, y luego una alarma más importante con la inesperada victoria de Juntos por el Cambio en las primarias del 12 de septiembre, que lo hubiera llevado a replantearse cuestiones profundas de su modelo misionerista.
El cambio muy significativo es el siguiente:
Tras seis años de apostar a cuidar la caja, mantener bajo férreo control el gasto público y practicar una política fiscal austera, manteniéndose lejos del mercado de deuda en dólares (mientras la mitad de las provincias corrieron a pedir prestado alentadas por la gestión Macri), la Renovación decidió un giro y ahora pasará a practicar una política fiscal más expansiva.
Aumentando el gasto público en términos reales, es decir por encima de la inflación. Mejorando partidas a ministerios y organismos, invirtiendo más y lo más importante: probablemente mejorando salarios de los estatales (policías, maestros, administración, etc.), muy castigados tras seis años de austeridad y ajuste, combinados con una inflación que no dio respiro.
Hay que esperar hasta el comienzo de 2022 para confirmar este nuevo rumbo, con las primeras paritarias.
Hay una realidad. El salario de un estatal misionero nunca fue tan bajo y alcanzó para tan poco a la hora de la verdad: en la caja del supermercado.
Adiós al “ajuste blando”
En otras palabras, Misiones -por fin-, estaría abandonando la política del “ajuste blando” o “ajuste silencioso” que viene practicando desde el 2016, cuando Macri llegó a la Rosada y Hugo Passalacqua a la Rosadita.
Ese modelo de “ajuste blando” consistió más o menos en esta postura: no vamos a despedir a nadie, pero vamos a achicar el tamaño del Estado congelando los ingresos masivos a la plantilla de agentes públicos, mientras año a año la población que se incorpora al mercado laboral crece.
Y el otro ajuste, mucho más evidente, en estos años: Cuidar la caja a toda costa y cerrar paritarias siempre primeros, otorgando aumentos que van a estar por debajo de la inflación. En esta política siempre fue clave cerrar primero y evitar las odiosas comparaciones con otros gremios en otras jurisdicciones.
De esta manera, el Gobierno provincial desde el 2016 fue licuando -de a poco-, los sueldos de los empleados públicos, azotados por una inflación que no dio respiro (y de la cual las autoridades de Misiones no tiene la responsabilidad).
El plan dio resultados. Tras incurrir por primera vez en años en un déficit primario en 2016, el Estado misionero volvió al equilibrio o a ostentar un pequeño superávit en 2018, 2019, 2020 y 2021 (según las proyecciones).
Fue una política que pareció acertada, prudente, a tal punto que si se hubiera replicado a nivel nacional, hoy la Argentina probablemente no tendría los problemas que arrastra, no habría cepo ni endeudamiento con el FMI. La tierra colorada logró estar relativamente bien a pesar de todos estos años de crisis económica. Mejor que muchas otras provincias.
También contribuyó a atravesar esta época de crisis y “vacas flacas” con relativa paz social. Cumpliendo todos los compromisos, pagando sueldos y aguinaldos en tiempo y forma. Y con una capacidad de respuesta cuando la situación parecía salirse de cauce. Con clases que empezaron siempre en tiempo y forma, sin paros tan comunes en otros lugares.
O una salud que siguió atendiendo a todos y mejorando prestaciones. Ahí lo solidario del “ajuste blando”.
No genera votos y promueve el castigo en el cuarto oscuro
Pero la austeridad fiscal, si bien genera paz social en la provincia, no sirve para ganar elecciones. En especial en Posadas, la “bestia negra” de la Renovación.
Donde tras casi 20 años de repartir empleos públicos, casas del IPRODHA, cobertura de salud y otros beneficios a mucha gente, le cuesta muchísimo sacar buenos resultados. Como si miles hubieran tomado esos beneficios y ahora desconocen lealtades.
Una teoría para explicar esto: una persona se arrima a la Renovación y empieza a militar para ganarse un lugar en el Estado. Una vez que entra a planta permanente -y nadie lo puede tocar-, empieza a votar de acuerdo a la evolución de su situación económica mes a mes.
Si no obtiene ascensos o mejoras salariales, si ve como a un compañero lo eligen para responsabilidades mayores, si no puede “acomodar” en el Estado a su hijo o a su pareja, empieza a disgustarse: la culpa es de la Renovación.
A la hora de ir al cuarto oscuro se convierte en el más ferviente opositor. Si no, no se explica como le fue tan mal en un lugar donde el Estado conducido por Carlos Rovira repartió tanto, comparado con el resto de la provincia. Donde los misioneros son agradecidos recibiendo mucho menos.
Hacer política en la Argentina en los últimos años, lamentablemente y por obra y gracia de los políticos, se convirtió en la capacidad para dar empleo o al menos que parezca que se puede llegar a dar algo.
Dar un plan, un contrato, un puesto en planta permanente, un subsidio a un empresario o lo que sea.
Esa teoría se terminó de reforzar con el mal resultado de las PASO, donde a la Renovación le fue mal a pesar de la notable gestión que está haciendo Leonardo “Lalo” Stelatto, que para muchos le cambió la cara a la Posadas gobernada por Joaquín Losada.
Del ajuste blando a la expansión fiscal
Por eso, después del 12 de septiembre empezaron a verse cambios importantes, sobre todo en los últimos días.
La primera señal importante llegó el lunes pasado cuando se presentó el presupuesto para la Municipalidad de Posadas para el 2022.
A Stellato le otorgaron un incremento extraordinario en sus partidas de casi el 100 por ciento. De los actuales $5.083 millones a un total de $10.029 millones para el año próximo. Es decir, casi el doble.
Algo inédito en las pautas presupuestarias que venía manejando Adolfo Safrán para la Administración Provincial, con un incremento que estaba anclado a un 48%, el equivalente a la previsión de inflación de las consultoras privadas para este 2021. Algún ministro premiado, como mucho, obtenía unos 10 puntos por encima de ese 48%. A Lalo le dieron 100 puntos.
Rovira decidió jugar fuerte y darle todos los recursos a Stelatto para redoblar la apuesta en la esquiva capital misionera. Que pueda contratar, que pueda mejorar sueldos y que pueda tener a la gente más contenta. En el presupuesto de Posadas interviene en forma directa Adolfo Safrán, a través del joven secretario de Hacienda, Sebastián Guastavino.
Safrán maneja hoy todos los resortes de la administración con gente de máxima confianza, como Rodrigo Vivar, el titular de la ATM y varios de la cúpula de la ex Rentas. Sus instrucciones vienen más del Parque Paraguayo que de la Rosadita.
También a Oscar Herrera Ahuad
Días después, el jueves pasado, se sancionó el Presupuesto 2022 con un cambio de último momento que no estaba en los planes de nadie. Se decidió incrementar la partida de todo el Presupuesto en casi 10%. Rovira logró sin dificultad el voto unánime de oficialistas y oposición a esta modificación inesperada.
De esta forma, el Presupuesto pasará de un aumento “amarrete” del 48% a un verdadero incremento en términos reales de casi 15 puntos por encima de la inflación.
Repasemos las cifras: inicialmente a fin de julio se propuso un Presupuesto de $226.700 millones para 2022. Ahora será de $249.120 millones o casi un cuarto de billón de pesos.
Tomar nota que en el medio no hubo un salto del dólar, una disparada de la inflación ni nada parecido a lo que pasó en el 2019 tras la PASo que consagró a Alberto Fernández. Acá no cambio la macro de la Argentina sino que en el medio estuvo el mal resultado en Posadas y el resto de la provincia.
Es decir, el cambio en el Presupuesto es una decisión política de Rovira y no el traslado de las cambiantes variables macro de la Argentina a los números. La Renovación está decidida a abrir más la billetera.
Deuda en dólares
Como si esto fuera poco, Rovira dio la orden de empezar a buscar financiamiento en dólares para proyectos de infraestructura que sean importantes para la provincia.
Aclaración: no se trata de ir al mercado de emisión de bonos que compran fondos de inversión o bancos, que por otra parte hoy está cerrado para la Argentina (y por ende, para cualquier provincia), sino de explorar en las fuentes de fondeo que Misiones siempre tuvo disponibles. Mucho más, teniendo en cuenta su buena situación fiscal respecto a otras jurisdicciones.
Hace diez días se anunció la activación de una línea con el Banco Mundial por hasta 7 millones de dólares. La línea está destinada a la gestión de riesgos en el Agro.
Es a tasas muy bajas, porque el Banco Mundial toma dinero del mercado financiero a un costo parecido al del Tesoro de Estados Unidos y luego le agrega una pequeña sobretasa (ronda el 1%). Más conveniente aún son los plazos, se devuelve a 30 años.
Un mes atrás, Adolfo Safrán empezó a gestionar otro crédito con el Fonplata para la instalación de parques eólicos, por el equivalente a 2.200 millones de pesos (el crédito es en moneda dura). El Fonplata es un banco de desarrollo multilateral donde participan Argentina, Bolivia, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Todo parece indicar que habrá otros proyectos en la medida que aparezcan otras fuentes de financiamiento a tasas y plazos convenientes, y como siempre sostuvo Rovira, siempre y cuando sea para realizar obras de infraestructura que mejoren la capacidad productiva de la provincia y la calidad de vida de los misioneros.