Por César Cucchiaroni
La lectura de los fundamentos con los que el Jury de Enjuiciamiento finalmente destituyó hoy al juez Pedro Fragueiro de su cargo, ventiló las escabrosas historias de otro capítulo turbio de la Justicia Misionera, tanto por la vulnerabilidad de las víctimas, como el poder del victimario.
Para que se entienda la dimensión del caso, uno de los integrantes del Jury y ministro del Superior Tribunal de Justicia argumentó que Fragueiro “hostigó con actos de alto contenido sexual”.
En líneas generales, los testimonios pintan de cuerpo entero a un hombre que no perdía oportunidad de acosar a mujeres tanto en su rol como juez como en otros aspectos de su vida. Fragueiro abusó de su posición de poder, la que le confería su cargo, y un polémico botón que cerraba electrónicamente la puerta de su despacho en el juzgado de Iguazú, deja picando una reflexión.
¿Habrá habido otras mujeres que, más allá del acoso sexual o el manoseo, terminaron cediendo a las presiones inaceptables y los apetitos carnales de este hombre que fue eyectado de su cargo esta mañana? De ser afirmativa la respuesta, queda claro que las víctimas más importantes de este hombre son las que no llegaron a denunciarlo o estuvieron ausentes de este proceso.
La niñera, la aspirante a referí, la mujer de un amigo
Las “debilidades” del juez que debía velar por los derechos de las familias, parecían no tener límites, según se desprende de los testimonios.
La niñera que trabajaba por 200 pesos para pagarse los estudios, la chica que soñaba ser referí de rugby, y hasta la mujer de uno de sus amigos, aparecen mencionadas como denunciantes en el expediente.
Pero seguramente uno de los casos que más conmovió e indignó al Jury fue el de una mujer que llegó hasta el despecho de Fragueiro peleando por el alimento de sus hijos.
Ella solo quería que la ayuden, que alguien la escuche y agilice el expediente que le permitiría tener algo de estabilidad para ella y sus hijos, en el marco de un divorcio conflictivo. Jamás se hubiese imaginado lo que le iba a tocar vivir en esa extraña oficina en la que el juez disponía de un mecanismo electrónico a través del cual, únicamente él podía abrir o cerrar la puerta. Una vez adentro, él tenía el poder, en todo sentido.
Lo que sigue es parte del testimonio de esta víctima: “Yo no sabía a quién pedirle para darle de comer a mis hijos y ahí fue cuando él me dijo, ‘vení, acércate’. Yo estaba sentada, me agarró de las manos y me dijo…
-“Tenés las manos frías; no tenés que asustarte, si acá nadie nos ve”.
“Me agarró y corrió el banco, me levantó y me hizo sentar en su regazo; me agarró y me hacía que yo le toque por delante. Me dice, vos estás muy linda y no tenés que perder esa sonrisa. Le digo, doctor, me tengo que ir”.
-“No me digas doctor, sabés que me podés llamar Pedro”
-“Yo me tengo que ir”, le decía. “No quiero eso doctor”, le remarcaba.
-“Cuándo va a ser el día que me digas por mi nombre”, me decía. “Acá nadie nos ve”, dice que le aclaró.
“Yo me tenía que ir, no sabía para donde correr, cuando me solté, me salí y me agarró del brazo y me bajó el barbijo y ahí me dijo, me tenés que dar un beso. No yo me quiero ir, le contesté. En ese momento no sabía si gritar. Si gritaba era como que iba a ser una loca si decía lo que me pasó”.
“Me fui hasta la puerta y ahí salí llorando. A la primera que le conté fue a mi abogada. Yo quería denunciar en ese momento pero, ¿quién soy yo?; o sea era mi palabra contra la del juez. Quién me iba a creer lo que me había pasado. Me sentí culpable porque si hubiese denunciado no le hubiese pasado a otras chicas”.
El relato sacudió la sensibilidad de los magistrados, diputados y abogados que integran el Jurado de Enjuiciamiento. No hubo discrepancias a la hora del voto. Por el contrario, las posturas fueron contundentes.
La presidente del cuerpo, Rosanna Pía Venchiarutti Sartori, dijo que Fragueiro le causó “mucho descrédito a la Justicia” y remarcó el abuso de poder que ejerció sobre las denunciantes, entre las que se encuentra Milagros.
Ella fue la primera en romper lanzas y en medio de una batalla que, al inicio, no sabía cómo podría terminar. De todas maneras, no dudó, habló y desató una avalancha de denuncias que fueron recogidas por el Jury durante la semana pasada.
Dentro de esa oficina sellada con el famoso botón eléctrico que le daba a Fragueiro el control de acceso y egreso, Milagros dijo haber vivido las mil y una. Constantes insinuaciones y roces incómodos fueron el principio. El final fue un beso y manoseo por el que ahora Fragueiro también deberá responder ante la justicia penal.
Dicen que los testimonios no dejaron lugar a duda. Cristian Marcelo Benítez, integrante del Jury y ministro del STJ, expresó al fundamentar su voto que los testimonios fueron “desgarradores. Contaron abusos, rozamientos, situaciones incómodas. Nos debemos jueces morales”, agregó.
La mujer que le compró un perro
Otro particular testimonio que se escuchó durante la lectura del fallo, en una fría mañana posadeña, fue el de una mujer que aseguró haber vivido un mal momento el día que le compró un perro a Fragueiro.
Por entonces, dijo que el hombre vendía animales de la raza bulldog francés. El pago se había pautado en dólares y en cuotas, aunque finalmente debió saldarlo de una sola vez para ponerle fin a la compra más incómoda de su vida, de acuerdo a su relato:
-“Cuando fui a pagarle me quiso encarar. Le advertí que le iba a cagar a cachetadas (sic)”, relató. Luego de eso, dijo que le siguió atosigando por whatssap, desde otro celular en el que le decía que tenía “lindas tetas y culo (sic)”.
Con todos estos relatos, al Jurado no le quedó duda: el ahora ex juez se abusó de su posición de poder. Así lo explicitó la ministra Venchiarutti, al entender que solo estaban a salvo aquellas “mujeres que estaban empoderadas”, ocupando lugares de mayor jerarquía dentro del juzgado del escándalo, en Puerto Iguazú.
31-5-21