La Cooperativa Agrícola de Colonia Liebig, ubicada en el norte correntino y reconocida en todo el país por su marca insignia Playadito, es hoy un modelo de cómo el trabajo colectivo, la organización y la visión compartida pueden transformar una comunidad rural en un polo productivo pujante y sustentable.
Fundada en 1926 por inmigrantes alemanes que llegaron con el sueño de cultivar la tierra, la cooperativa comenzó con modestos cultivos de yerba mate que se secaban en barbacoas rústicas. Con el paso del tiempo, incorporó tecnología, profesionalizó sus procesos y diversificó su producción hasta consolidarse como la única cooperativa yerbatera de Corrientes y una de las más grandes del país. Actualmente, ocupa el primer lugar en el ranking nacional de ventas, superando incluso a importantes empresas privadas del sector.
Con 135 asociados activos, cada uno con un promedio de 150 hectáreas de producción, la Cooperativa Liebig logró sostener un modelo económico que combina productividad, equidad y desarrollo local. Además de su actividad yerbatera, integra cadenas forestales, ganaderas y apícolas, generando empleo y movimiento económico en toda la región.
“Nuestra cooperativa es un soporte clave”, afirma Micaela Staciuk, integrante de la institución y representante de la Federación de Cooperativas de Corrientes Juventud Agraria. Hija de productores, Micaela vivió de cerca los momentos de crisis del sector y reconoce el papel decisivo que tuvo el cooperativismo para resistir y crecer. “Desde que comenzaron, la cooperativa fue un apoyo fundamental. Ayuda con el financiamiento, brinda asistencia a quienes quieren adquirir más hectáreas, mejora las condiciones de comercialización y asegura un precio más justo para los productores”, explica.

Esa estructura solidaria y asociativa permite que los socios negocien en conjunto, reduzcan los costos individuales y puedan competir en un mercado concentrado, donde la producción independiente suele estar en desventaja. “Los productores entregan su yerba en la cooperativa, pero también se recibe hoja verde de terceros. Hace un año que Liebig es la primera en ventas, y eso nos permite tener más fuerza para diversificar el porfolio de productos y abastecer la creciente demanda”, señala Staciuk.
Entre sus principales marcas, además del clásico paquete amarillo Playadito, la cooperativa ofrece la Playadito Despalada y la Playadito Roja, preferida por los consumidores más exigentes, además de la línea Liebig, de sabor más suave y estacionamiento prolongado —entre 12 y 24 meses—. La marca logró expandirse a nuevos mercados, llegando a Uruguay, Chile, España, Estados Unidos y países de Medio Oriente, y posicionarse como una de las yerbas argentinas más exportadas.
Pero el impacto de Liebig trasciende lo productivo. La cooperativa se ha convertido en el motor económico y social de toda la comunidad. Genera empleo directo e indirecto en distintas áreas —industrial, administrativa, logística y comercial—, promueve la educación cooperativa entre los jóvenes y estimula el retorno de las nuevas generaciones al campo.
“Muchas familias viven del sector cooperativo. Hay jóvenes que se fueron a estudiar y después regresaron al pueblo para seguir construyendo dentro de la cooperativa. Es una gran ayuda para la sociedad”, expresa Micaela. “El cooperativismo genera arraigo, sentido de pertenencia y una forma de vida que se transmite de generación en generación”.

En la actualidad, la Cooperativa Liebig no solo es un símbolo del trabajo en conjunto, sino también un referente de innovación y sustentabilidad. Desde su planta industrial modernizada, implementa políticas de cuidado ambiental, reutiliza los subproductos del proceso y apuesta por la eficiencia energética. Además, impulsa la participación de las mujeres y jóvenes en la toma de decisiones, fortaleciendo el liderazgo intergeneracional dentro de la organización.
“En Corrientes tenemos una gran variedad de producciones —yerba mate, ganadería, forestación, apicultura, plantas ornamentales, cítricos— y las cooperativas son el motor que las sostiene”, subraya Staciuk. “Playadito es una marca emblemática, pero también representa un estilo de vida basado en el esfuerzo compartido, la ayuda mutua y la convicción de que juntos se puede más.”
Así, casi un siglo después de su fundación, la Cooperativa Agrícola de Colonia Liebig continúa escribiendo su historia como ejemplo de economía social, liderazgo productivo y desarrollo territorial, demostrando que el cooperativismo no solo produce yerba mate de calidad, sino también comunidad, oportunidades y futuro.
11-10-2025 / Plan B / Bichos de Campo