Hoy se cumplen 39 años del hundimiento del ARA General Belgrano, que dejó 323 fallecidos, casi la mitad de las bajas de nuestro país en la Guerra de Malvinas.
Pero también es importante recordar que el martes 4 de mayo, se cumplirán 39 años del extraordinario y sorprendente (sobre todo para los ingleses) contraataque de la Argentina.
Porque además de protestar en los foros internacionales y vías diplomáticas por el hundimiento del venerable crucero que navegaba fuera del área de exclusión impuesta por los propios ingleses, y que fuera atacado por el submarino HMS Conqueror, nuestro país también pasó a la acción.
Tomó sus armas y salió a devolverle el golpe a las fuerzas inglesas. En una de las tantas demostraciones de audacia, osadía, capacidad técnica y compromiso con la Patria que iba a dejar Malvinas.
Portaaviones y destructores
Tras el hundimiento del ARA Belgrano, los dos portaaviones ingleses HMS Invencible y HMS Hermes se posicionaron a 100 millas al Sur de Puerto Argentino, con tres destructores tipo 42 posicionados como defensa a unas 10 millas. Las fuerzas argentinas estaban al acecho y no iban a desperdiciar la oportunidad.
El hundimiento del Belgrano generó una conmoción en la Argentina y la Armada retiró la flota a sus bases en una polémica decisión que todavía hoy se debate. Pero también, la Argentina siguió buscando la forma de contraatacar y esa oportunidad iba a llegar apenas 2 días después.
El 4 de mayo un avión Neptune de exploración de la Argentina partió de la base de Rio Grande y detectó emisiones del radar de búsqueda de uno de los destructores. Inmediatamente se puso en marcha el ataque.
Dos aviones Super Etendard (de origen francés) de la Aviación de la Armada salieron a buscar a los portaaviones y destructores con un misil Exocet cada uno.
El misil Exocet y el avión Super Etendard forman parte del mismo sistema de armas francés y nunca había sido probado. La Argentina tenia apenas 5 misiles y cuando estalló la guerra los técnicos franceses todavía trabajaban en la puesta a punto del sistema en los aviones argentinos. Se trata de un misil inteligente o como lo llaman en la jerga, del tipo “disparalo y olvidate”, ya que puede detectar el blanco a una distancia de 30 o 40 millas e ir directo hacia él.
Trabajo en equipo
La Armada y la Fuerza Aérea trabajaron en equipo para este ataque. La Fuerza Aérea puso un avión Lear Jet 35 para distraer a los ingleses. Y dos aviones Dagger (los únicos supersónicos) para proteger a los dos Súper Etendard y al Hércules KC-130 que iba a reabastecer en vuelo a los dos primeros aparatos.
Los dos Súper Etendard iban al mando del capitán de corbeta Augusto Bedacarratz y el teniente de navío Armando Mayora, despegaron de Río Grande a las 9.44 del 4 de mayo de 1982. Reabastecieron en vuelo y volaron al ras hasta que subieron para encender los radares y detectar el blanco.
Arco defensivo con destructores y fragatas
Los dos portaaviones británicos estaban fuertemente custodiados, con un sistema de defensa compuesto por tres destructores HMS Coventry, HMS Glasgow y HMS Sheffield.
Además, cuatro cazabombarderos Sea Harrier patrullando el área en busca de aviones argentinos. A todo esto, se agregaba una segunda línea de defensa formada por las fragatas HMS Arrow, HMS Yarmouth y HMS Alacrity, más el destructor HMS Glamorgan.
Por último, detrás de ellos se encontraban otros tres barcos auxiliares, colocados para confundir a los radares argentinos. Luego de toda esa cortina de defensa, estaban los portaviones con una fragata antisubmarina tipo 22, armadas con los temibles misiles Sea Wolf.
Cuando estaban 40 millas al oeste de ese dispositivo, los Super Etendard ascendieron unos 300 metros para encender sus radares, hacer tres barridos con el radar para obtener el blanco, y volver a descender. En ese momento el HMS Glasgow detectó a los aviones argentinos, dando el primer aviso del ataque inminente.
Los Super Étendard lanzaron sus misiles simultáneamente a las 11:04 horas, dieron la vuelta y regresaron sin novedades. Aterrizando a las 12.10 en Río Grande.
Impacto y hundimiento
Poco minutos después del lanzamiento, los tripulantes del destructor Sheffield vieron el misil aproximándose. Un misil impactó en el medio de la banda de estribor y penetró en casco, abriendo un boquete de cuatro metros. El otro siguió de largo y cayó al mar. Murieron 21 marinos en el acto y comenzó un fuego que no pudieron parar. Seis días después, el HMS Sheffield se fue a pique.
El hundimiento del Sheffield provocó una conmoción política en Inglaterra e hizo tambalear a la primera ministro Margaret Thatcher, quien le exigió al entonces presidente de Francia, Francois Miterrand, los códigos para desactivar los temibles misiles de fabricación gala.
Además, Sandy Woodward, el comandante de las fuerzas inglesas, orquestó un ataque comando a la base aeronaval de Río Grande, con el objetivo de destruir los aviones Súper Etendard, matar a los pilotos y desactivar la amenaza de los Exocet. El ataque al final se realizó, pero fue abortado cuando los ingleses fueron detectados.
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FIN