El exministro de Economía Hernán Lacunza dio definiciones sobre el respaldo financiero de Estados Unidos a la Argentina, el rumbo del dólar y las reformas estructurales que el país necesita encarar después de las elecciones.
En diálogo con el diario La Nación durante el Coloquio de IDEA en Mar del Plata, sostuvo que la ayuda norteamericana le da aire al Gobierno para transitar la coyuntura, pero advirtió que la Argentina no puede vivir “cada seis meses pidiendo un tubo de oxígeno prestado”.
“Llegamos acá por necesidad, no por virtud”, planteó Lacunza al referirse al potencial refuerzo de asistencia que duplicaría de US$20.000 millones a US$40.000 millones el apoyo estadounidense.
Según explicó, el salvataje fue clave para estabilizar el mercado cambiario tras meses de tensiones financieras. “La principal economía del mundo te está poniendo no ya un tanque, sino un barco de oxígeno en el puerto, y eso te da soporte para sopesar esta transición electoral”, afirmó.
Sin embargo, advirtió que el país no puede depender indefinidamente de ese tipo de auxilios. “No se pude vivir cada seis meses yendo a buscar un tubo de oxígeno perstado. Hay que sacar la cabeza del agua”, insistió. En ese sentido, señaló que el actual régimen cambiario “ya dio sus frutos” y debería ser reemplazado por un sistema de flotación más libre y previsible.

“Este es un momento propicio para normalizar el mercado de cambios”, afirmó. Según el economista, la combinación de apoyo internacional y mayor estabilidad fiscal brinda una oportunidad para avanzar hacia una flotación “más limpia”, levantando gradualmente el cepo para las empresas. “Eso podría sentar las bases de una recuperación de la actividad en los últimos dos años de gobierno”, agregó.
Respecto del escenario electoral, Lacunza sostuvo que los resultados serán determinantes para definir la velocidad y profundidad de las reformas. “Un triunfo oficialista actúa como centro de gravedad: atrae opositores y genera una red política que facilita aprobar reformas estructurales, como la laboral o la impositiva”, explicó. En ese caso, agregó, el tipo de cambio de equilibrio podría estabilizarse sin necesidad de una fuerte devaluación, “porque se ganaría competitividad vía reformas”.
Por el contrario, un resultado adverso para el Gobierno “podría derivar en un reacomodamiento más desordenado”, con menor capacidad legislativa y un dólar de equilibrio más alto. “Uno puede hacer las cosas por las buenas, vía reformas, o por las malas, vía precios. La competitividad es sistémica o cambiaria, pero de algún modo se ajusta”, resumió.
En relación con la inflación, Lacunza destacó un cambio positivo: “El traslado a precios de los movimientos cambiarios hoy es mucho menor que hace dos años”.
Según precisó, en los últimos tres meses la devaluación fue de 7,5% y la inflación de 2,2% mensual, lo que implica un pass-through menor al 40%. Atribuyó esa desaceleración a la disciplina fiscal: “Cuando no hay maquinita encendida, los precios no reaccionan automáticamente”.
No obstante, advirtió que la baja del consumo también contribuye a esa contención de precios y que el efecto no debería prolongarse. “Con el consumo frío tampoco vamos a ningún lado”, señaló.
Para Lacunza, es posible acomodar el tipo de cambio sin un shock inflacionario, aunque podría implicar una suba transitoria de uno o dos puntos en los meses posteriores a las elecciones.
“Ha habido algunos goles iniciales, sobre todo en el control de la inflación, pero en los últimos 20 minutos aparecieron dudas y tensiones financieras. Es momento de ir al vestuario, reflexionar y no volver con más de lo mismo”, sostuvo al comparar la situación actual del país con un partido de fútbol.
“El entretiempo es una buena oportunidad para cambiar el planteo: lo que nos trajo hasta acá no nos va a llevar hasta allá”, concluyó Lacunza.
Plan B/ La Nación / 17-10-2025