Opinión.

Wipplinger: “Estoy entusiasmado, nunca pensé que se iba a dar este cambio en la Argentina”

Por Francisco “Pepi” Wipplinger

A mis 84 años no creí que vería el cambio que está viviendo nuestro amado país y que además fue producido en gran parte por los jóvenes que no se dejaron encantar por los cantos de sirena de la izquierda ni del populismo y votaron al que prometía ajuste y dolor.

Vine a este país con 10 años, en 1950. Estuve indocumentado hasta que a los 17 años. Pasé hambre, frío y todo tipo de necesidades y con mucho esfuerzo pude sobreponerme y construir un grupo empresario que aún presido.

Y esto fue posible porque la Argentina era un gran país como muchas posibilidades.

Había industrias de todo tipo que fabricaban desde autos, camiones, maquinaria agrícola, trenes y hasta aviones. Éramos la envidia de Sudamérica, si hasta el Presidente Lula da Silva confesó que su sueño de joven era trabajar en alguna industria de Córdoba.

Salvo algunos honrosos gobiernos desarrollistas como el de Frondizi o el del primer período de Menem, los demás fueron un sin número de desaciertos que nos dejaron un país devastado.

Hemos perdido en casi todo. Nuestra moneda no vale casi nada, se perdió el liderazgo de nuestra industria que tenía calidad y tecnología de punta, en educación, en seguridad, en salario y así podemos seguir dando cuenta de lo que nos han costado los errores de la mayoría de quienes nos han gobernado los últimos 75 años.

Sin embargo ahora tenemos una oportunidad de revertir la tendencia que nos posiciona tan mal para volver a ocupar el lugar que nunca deberíamos haber dejado.

Por supuesto que para lograrlo vamos a tener que cambiar drásticamente lo que se venía haciendo.

Esto va a generar mucha resistencia en una gran parte del empresariado prebendario, algunos sindicalistas y hasta ex funcionarios que se servían de la comunidad, pues la corrupción instalada en muchos sectores ha creado una red de complicidades muy beneficiosa para todos ellos, por lo que resistirán para no perder los lujos que usufructúan.

En la primera semana de gobierno el nuevo Presidente, subió el tipo de cambio llevándolo a su lugar (el dólar a 800 pesos), lo que desató una oleada de remarcaciones sin precedentes y en casi todos los productos con subas de hasta el 100%.

Esto se da por la expectativa del comerciante ante la incertidumbre propia de las nuevas medidas, que sin dudas en los próximos días, al tener más certidumbre, irá acomodando sus precios a la baja.

Sin embargo los empresarios que viven al amparo del Estado como los de la obra pública o los del autotransporte de pasajeros tienen otra forma de actuar y ante los cambios anunciados han tomado medidas de despidos o cortes de servicios.

Los empresarios de colectivos aseguran que deben cobrar $1000 el boleto como en el resto del mundo se cobra 1 U$S, pero no dicen que en el exterior los sueldos equivalen a 2,5 millones de pesos. Si los asalariados cobraran eso, ninguno se quejaría del precio del boleto.

Los Empresarios persiguen la ganancia por sobre todas las cosas. Esa es su esencia. Su afán por el lucro no conoce límites.

Su pasión por la obtención de ganancias para la reinversión y el crecimiento son sus verdaderas metas. Lejos de ser una desventaja para el Estado, son los empleados más baratos que pueda tener, toda vez que le aseguran la forma más eficiente de organizar los recursos, generan empleos y le pagan impuestos por la riqueza que producen.

Y al momento de su partida, no se llevan nada de este mundo.

Son los únicos generadores de verdadera riqueza. Es por ello que el Estado debe aprovechar esta necesidad de ganar y crecer dándoles condiciones para ello, pero de forma controlada para que esa ambición no se transforme en dañina para la comunidad.

Muchas veces tienen la tendencia a asociarse secretamente y hacer pactos con otras empresas para distribuirse territorios, imponer precios, calidades u otras condiciones de venta, hecho este que se conoce como conformar Monopolios u Oligopolios.

Y una de las funciones del Estado debe ser propiciar por todos los medios la libre competencia en todos los sectores, y evitar así los abusos empresariales.

Al mismo tiempo el Estado nunca fue buen Empresario, así que debe evitar por todos los medios incurrir en el error de actuar como tal en toda actividad que no sea estratégica, indelegable o aquellas que por su destino no sean rentables, dejando el resto a los verdaderos Empresarios, pero cuidándolos de su codicia.

Plan B/ Francisco “Pepi” Wipplinger, titular de FJW (empresa líder en transporte de sustancias peligrosas en Argentina y Sudamérica).

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