Opinión.

Las nuevas batallas que debemos librar

Por Humberto Schiavoni *

En una reciente y muy documentada nota, Nicolás Gadano analiza el impacto que tendrá en el ingreso de divisas, el desarrollo de Vaca Muerta.

En la misma estima que el saldo comercial arrojará unos veinte mil millones de dólares hacía el final de esta década.

Compara este período de fuerte expansión con dos momentos en la historia de la actividad petrolera en nuestro país. El primero fue durante el gobierno de Arturo Frondizi donde en apenas tres años se triplicó la producción, y el otro en los noventa donde la producción de gas y petróleo superó las necesidades de consumo doméstico.

Advierte asimismo sobre los desafíos que en materia de infraestructura y transporte son necesarios enfrentar para lograr los resultados previstos, constituyendo la estabilidad macroeconómica una condición necesaria para ello.

La batalla del Petróleo librada por Arturo Frondizi, no solo significó un cambio conceptual al abrir al capital privado la posibilidad de participar en la producción petrolera, sino que la utilizó como herramienta para sentar las bases del desarrollo nacional.

En efecto, era prioritario en 1958 cegar la salida de divisas que demandaban las importaciones de petróleo, pero a la vez contar con abundante petróleo y gas era fundamental para avanzar en la industrialización del país.

Sin ello no hubiera sido posible por ejemplo, la petroquímica, y por ende la producción de insumos industriales o fertilizantes para el campo. Permitió además la creación de industrias complementarias que hoy son líderes globales en la producción de insumos para la actividad petrolera y gasífera.

Posibilitó a la vez el desarrollo de una vasta región del país que se hallaba mayormente deshabitada y carente de infraestructura. Algo similar estamos viendo en la zona de Añelo, epicentro de las operaciones de Vaca Muerta donde se multiplican la construcción de viviendas, rutas, redes eléctricas y florecen todo tipo de actividades de servicio.

Sin dudas que constituye una buena noticia el desarrollo de Vaca Muerta, que de la mano de la estabilidad y la eliminación de distorsiones, como la fijación de precios políticos, tiene las condiciones óptimas para desplegar todo su potencial.

Ahora bien, podemos desperdiciar una gran oportunidad si solo tomamos este nuevo impulso de la actividad petrolera como remedio para aliviar nuestras sempiternas restricciones externas.

Por el contrario, debemos aprovechar estas ventajas para impulsar la agregación de valor e innovación tecnológica que tiendan a la integración y diversificación del aparato productivo.

El impacto cada vez más amplio y veloz de las innovaciones tecnológicas torna vulnerables las ventajas de las que hoy gozan nuestros commodities. El geólogo Farouk Al Kasim, principal factótum del desarrollo petrolero de Noruega, en una nota en La Nación afirma que es necesario utilizar las ganancias del petróleo para desarrollar nuevas industrias y no dejarse tentar en los períodos de bonanzas, abandonando otras áreas de la economía.

Hoy el sector industrial noruego incluye la construcción naval, metales, pasta celulósica, fertilizantes, entre otros con fuerte inversión en tecnología.

Obviamente que cada país tiene sus propias particularidades, lo que hace difícil extrapolar las experiencias, pero constituyen sin dudas una guía conceptual.

La última gran oportunidad la desperdiciamos luego del año 2002 donde el sinceramiento de las variables económicas, y condiciones muy favorables en
los términos de intercambio configuraron un escenario propicio para encarar políticas de desarrollo.

En lugar de ello nos dedicamos a distribuir excedentes pensando más en los compromisos electorales y en acumular poder que en sentar las bases de una expansión duradera.

Otro tema a tener en cuenta son las políticas de mitigación del cambio climático, que claramente tendrán efecto sobre la utilización de combustibles fósiles.

Se estima que ya el 30% de la energía mundial se origina en fuentes renovables, y que en el transcurso de una década llegará al 50%, lo que nos abre una ventana de oportunidades finita que no debemos desaprovechar.

Afortunadamente hay temas que dejaron de ser tabú. Así como hoy está fuera de toda duda la necesidad de que el capital privado, ya sea nacional como externo, participe en la actividad, también lo está el carácter pernicioso de la fijación de precios políticos en la economía.

Las distorsiones que acarrean estos controles se traducen en desincentivos a la inversión como lo hemos visto a lo largo de los años kirchneristas, etapa en que perdimos el autoabastecimiento energético entre otras calamidades.

El país enfrenta desafíos mayúsculos, donde el ordenamiento macroeconómico es uno de los pilares, pero también es necesario un abordaje integral de nuestros problemas.

La productividad del sector privado depende de un conjunto de políticas públicas.

No se puede crear valor y competir si no hacemos reformas en áreas cuyo funcionamiento es altamente distorsivo. Estas comprenden la necesaria La Nación, 9/07/22 actualización de la legislación laboral y fundamentalmente la revisión de los sistemas impositivos y crediticios a fin de estimular la actividad productiva.

La adecuada dotación de infraestructura que contemple las necesidades de todas las regiones del país también hace a este objetivo.

Es clave la simultaneidad, ya que la sustentabilidad de las correcciones macro requieren aumentar la productividad del conjunto de la economía.

Tampoco vendrán inversiones de riesgo sin un marco institucional sólido que aporte previsibilidad.

Por primera vez en mucho tiempo existe conciencia sobre la futilidad de muchas de las políticas aplicadas en las últimas décadas. Constituye un claro imperativo no desaprovechar esta oportunidad y avanzar en un programa integral de desarrollo del país.

Humberto Schiavoni,  Ex Senador Nacional. Presidente de la Fundación para el Desarrollo Federal

Plan B/ 3-11-2025

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