Por Pedro Lacour.

Opinión: El “último baile” de Rovira, entre el bronce y el peligro del aislamiento

Por Pedro Lacour*

¿Será el 2025 de Carlos Rovira lo que la temporada 1997-1998 fue para Michael Jordan: su último baile al frente de un poder que supo moldear a imagen y semejanza a lo largo de un cuarto de siglo.

En una Misiones en la que las tensiones sociales latentes y el avance del libertarismo amenazan con quemar todos los papeles, el silencio inédito de Rovira, sumado a su paulatino corrimiento de la escena, dejan entrever que estamos ante un momento bisagra de su liderazgo.

La estrategia de Rovira está clara: consolidar su poder mientras adopta un perfil cada vez más bajo (su último discurso público data del 9 de noviembre de 2023). Ya no preside la Legislatura, incluso ahora dejó de ser su vicepresidente, lo que lo posiciona formalmente como un diputado raso, un rol que le permite seguir operando desde las sombras.

Muestra de ello es la relación con el Gobierno Nacional, la que también reveló el pragmatismo extremo de Rovira.

La provincia sufrió los embates del feroz ajuste fiscal de Javier Milei, pero la Renovación evita enfrentamientos directos. En lugar de cuestionar los recortes al transporte y al Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), el espacio se jactó a lo largo de todo el 2024 de ser una de las pocas jurisdicciones capaces de sostenerse con recursos propios.

La reciente visita de Karina Milei a Posadas, desprovista del bullicio habitual de La Libertad Avanza, pareció sellar la buena vecindad entre el Frente Renovador de la Concordia y la Casa Rosada.

Sin embargo, todo el espectro oficialista mantuvo llamativamente un perfil bajo. Más allá de los guiños por parte de Martín Menem, Rovira no solo evitó enviar emisarios de peso para darle mayor visibilidad al encuentro, sino que optó por minimizar su importancia.

Ni siquiera figuras con vínculos directos, como el diputado “Colo” Vancsik, cercano a Martín Menem, fueron movilizadas para capitalizar políticamente la situación.

En cambio, quienes sí estuvieron presentes en el Hotel Julio César, epicentro del encuentro, parecían formar parte de un elenco algo desvencijado. Los nombres que circularon, como los de los empresarios Gerardo Díaz Beltrán o Gabriel Montiel, conocido por sus negocios ganaderos, reflejaron más un reciclaje de figuras que una renovación de cuadros políticos “juveniles”.

Algunos rostros nuevos se dejaron ver, pero su rol se limitó al acompañamiento, sin protagonismo destacado.

Esta calculada distancia por parte de Rovira, sumada a la ausencia de figuras renovadoras de peso, refuerza la estrategia del líder misionero: jugar en las sombras y evitar comprometerse públicamente en alianzas que puedan ser leídas como subordinaciones, aunque a fin de cuenta lo sean.

Una táctica que, como en el caso de Jordan en sus momentos más estratégicos, prioriza el control total del tablero antes que movimientos precipitados o gestos grandilocuentes.

Futuro incierto

Las tensiones puertas adentro de la Renovación también comenzaron a emerger en los últimos tiempos. Los cuadros intermedios desaparecieron y las instancias orgánicas para el debate de ideas quedaron en el pasado.

Desde el 2015, el espacio entró en un proceso de desideologización que hoy se refleja en la falta de militancia activa y en la hegemonía de voces libertarias dentro de la comunicación oficial y para-oficial.

Es que el pacto de gobernabilidad con Milei representa una jugada temeraria que podría comprometer la identidad misma de la Renovación.

El giro de Rovira comenzó a hacerse evidente en abril, cuando en una cumbre con los dirigentes renovadores instó a dejar atrás las quejas por los recortes nacionales y pasar “a la acción con ideas propias”.

En su discurso, enfatizó la necesidad de austeridad fiscal, eficiencia estatal y de generar ideas económicas que permitan a Misiones destacarse en un contexto de crisis. Y destacó el rol de los jóvenes renovadores como protagonistas de un futuro “Neo” para el espacio.

La alianza con Milei y el cambio de perfil de la militancia generan incertidumbre sobre cómo esta transformación impactará en el legado de Rovira. Lo cierto es que, a diferencia de otros líderes políticos argentinos, el misionero no se caracteriza por apelar a un pasado mítico para cimentar su legitimidad.

Desde el 2015, se posicionó como una suerte de tabula rasa, ignorando críticas y dejando atrás cualquier hecho que pudiera vincularlo a los problemas del presente. Incluso en 2023 desactivó celebraciones por los 20 años del espacio, buscando proyectar una imagen de ruptura con el pasado.

Este año, la ola de protestas salariales que en mayo inundó las calles y rutas de la provincia no solo expuso por primera vez en casi 20 años las fragilidades del edificio hegemónico renovador.

Principalmente, operó un cambio sutil en la opinión pública misionera: el nombre del “conductor” dejó de ser tabú. Así lo pudo constatar una leyenda plasmada en aerosol rojo sobre una de las columnas de la Legislatura. “Rovira andate”, rezaba.

El líder renovador debió desplegar toda su habilidad política para contener la crisis. Fue el punto más álgido de un año que también estuvo marcado por la aprobación de una ley de ciberdelitos que, según sus detractores, institucionaliza un modus operandi para perseguir a críticos del gobierno en redes sociales: los casos de los tiktokers Quito y Florencia Aguirre lo atestiguan.

Parado sobre una construcción política envidiada hasta por sus enemigos, el Ingeniero sabe que los resortes del proyecto que conduce dejaron de ser los que eran en aquel temprano 2003.

El tiempo pasa para todos. Y pese a manejar a su gusto las riendas de Misiones, Rovira ve en el porvenir un desafío. Como mencionábamos hace dos años en esta columna para Plan B, sobre él se cierne el peligro de todo liderazgo indiscutido: el ensimismamiento.

Como Jordan en “The Last Dance”, Rovira parece dispuesto a terminar su carrera política bajo sus propios términos. Sin embargo, a diferencia del legendario basquetbolista de los Chicago Bulls, no parece tener a ningún Scottie Pippen capaz de escoltarlo. Él se encargó de que así sea.

Las tensiones internas y la irrupción de nuevas fuerzas políticas como La Libertad Avanza, suman incertidumbre a un tablero que hasta hace poco Rovira dominaba con facilidad. Si este es su último baile, el resultado final aún está por definirse. Pero una cosa es segura: el líder misionero está decidido a cerrar su ciclo con una jugada maestra.

Plan B/ Por Pedro Lacour / 31-12-2024

 

 

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