Por Sergio Santiago *
Había una vez un lejano país (argentina utópica) donde hartos de hacer lo mismo, con los mismos resultados un día, un consejo de ancianos propuso a un consejo de jóvenes, reunirse y pensar “por qué no hacemos algo diferente y repensamos el sistema de Justicia”.
Al principio pareció una propuesta solo declamativa, pero luego todos concluyeron que la justicia además de un valor debe ser una institución que brinde un efectivo servicio palpable, NO SOLO FRASES, sino concreciones que pongan equilibrio en las tensiones de una sociedad en crisis.
La pregunta fue ¿cómo lo hacemos? Y alguien de la mesa dijo yo supe de que en un país de donde provengo la agenda de jueces y abogados es puramente gremial (y endogámica: ninguno de esos grupos conversa con el otro).
“Claro eso suena muy argentino”, dijo otro. Entonces un hombre mayor que permanecía en silencio dijo haber conocido el sistema de Singapur.
Algunos de esa mesa lo miraron extrañados, otros tomaron sus celulares para googlear y ver donde quedaba ese lugar.
Lo cierto es que el hombre continuó explicando a modo de propuesta de debate. Allá en Singapur, en un año los líderes del sistema judicial, entre otras cosas hacen estas, a saber:
En principio organizaron un encuentro de toda la comunidad jurídica el día de “Inicio del año legal”.
Es decir, se juntaron jueces y abogados y dialogaron! Eso es en enero, y se reúnen no como acá que uno desde un pulpito habla para escucharse a sí mismo, sino que se juntaron todos los que hacen al sistema, y DIALOGARON.
Eso hizo que se ocuparan Si escucharon bien, SE OCUPARON en la misma ocasión de analizar el impacto de las nuevas tecnologías, especialmente de la inteligencia artificial generativa, en la prestación del servicio de justicia, y de contar qué harían al respecto.
Todo bajo la autoimpuesta regla (de oro) de cualquier servicio: tomar decisiones “desde” la perspectiva del que lo recibe y lo paga, no del que lo presta y cobra por eso (jueces y abogados) pero pensando en la comunidad, en el justiciable.
Y luego de producirse un silencio en la mesa, sonó esa fuerte afirmación de darse cuenta a quien se le debe el servicio, y desde esa perspectiva recién pensar en la mejora, continuó el experimentado interlocutor.
Sugirió: dejemos de transcribir audiencias, utilicemos un software que grabe y trascriba solo e incorpore todo de inmediato al expediente, los participantes pueden estar en cualquier parte del planeta. La audiencia sale siempre y sin molestias, sólo el juez y un secretario, sencillo, rápido.
Las caras no dejaban de mostrar sorpresa cuando agrego; nosotros tenemos en la Constitución una norma que dice que los documentos públicos de una provincia valen en otra, pero ni siquiera una escritura pública de una provincia sirve en otra, si no está “legalizada” por un colegio profesional.
Los profesionales están habilitados para trabajar solamente en sus provincias, pese a que se pueden graduar en cualquier parte y que los que los habilitan no pueden examinarlos para ver si tienen las aptitudes necesarias para obtener la licencia.
Por qué no mejoramos los sistemas y los uniformamos y validamos que tengan todos los actos la legitimidad en todos los procesos.
Uno dijo yo me acuerdo de que eso se habló hace 9 años en la JUFEJUS (Junta Federal de Cortes de las Provincias Argentinas y CABA pero no sé qué paso después). El hombre lo miró, le dijo “yo tampoco se muchas cosas”, y sonrió.
Para luego continuar, por qué no trabajamos en una idea o proyecto para tener operativa en dos años una herramienta de inteligencia artificial generativa para las pequeñas causas al servicio de los litigantes con asistencia mínima de abogados, ya que el proceso estándar no requiere más que de un contralor del software y luego la información de doctrina y jurisprudencia estaría normalizada.
Que bueno, dijo uno chau juzgados atiborrados de juicios que saldrían casi solos como hamburguesas. ¡Los de Paz se dedicarían a otra cosa dijo otro!
Claro dijo un exjuez que hoy litiga como el que más, que bueno sería que justicia y abogados del Colegio generen un CENTRO de información y orientación sobre las causas pensado para que lo usen los ciudadanos, con lo cual el nivel de información y de formación ciudadana seria mayor y haríamos docencia para que no todo termine en tribunales, o que algunas no sucedan como las estafas de todos los días.
El exjuez dijo luego, veo que desde que trabajé en los procesos de digitalización y restructuración de la burocracia judicial varias de nuestras provincias lograron el milagro de hacer que la digitalización de los expedientes fuera una herramienta.
Pero advierto con preocupación que, en algunos casos en vez de dar agilidad y transparencia al proceso, cambiar el paradigma DECIMONONICO DEL EXPEDIENTE PAPEL, ha servido para aumentar el hermetismo, no la transparencia, porque han tergiversado el principio que todos pueden consultar expedientes electrónicos porque por ley son públicos, con las excepciones del caso.
Otro abogado dijo recuerdo que impulsé como estrategia de conducción un tablero de comando para la mejor toma de decisiones, pero para eso había que tener datos fidedignos no los informes infumables que además no eran verídicos.
Para ello se propuso un sistema de modernización de las estadísticas y tasas de resolución de causas, incluyendo el porcentaje de ellas que se terminaron en el plazo establecido como objetivo por el tribunal supremo (por ejemplo, me acuerdo de que se planteó como deseable es que los casos civiles se juzguen oralmente ocho semanas después de haber sido iniciados).
Y eso debía también ser materia de las cámaras de Apelaciones y ni que hablar del tribunal supremo o superior tribunal o corte suprema.
Sonrió y dijo hasta cuándo vamos a discutir si un juez es bueno si resuelve muchas causas o pocas causas. Qué tal si discutimos si las resuelve, ¡y si las resuelve bien mejor! Donde y quien mide este dato de confianza en el sistema.
Entonces el ex juez sentencio: ¿por qué? ahora que está de moda no supeditamos nuestros poderes judiciales a UNA AUDITORIA externa e independiente, y con esa sonrisa casi de Gioconda, dijo; la auditoría incluso debería ser internacional así nadie encuentra amigos.
Uds. saben que en Singapur recurrieron a medir el indicador de equidad de la administración de justicia con un tal Institute of Management Development (una entidad con sede en Suiza cuya existencia, confieso, yo ignoraba) y el sistema ha mejorado objetivamente.
¿De qué seguridad jurídica y competitividad le hablamos a la gente, a los inversores, a los justiciables si seguimos con los mismos vicios y vamos detrás de los acontecimientos soplen los vientos que soplen?
Si se escuchó con ironía un argentino diría si, pero…, pero entonces cuando cambiamos y lo mejor cuando lo vemos al cambio. Y lo que es mejor, ¡cuándo lo palpa el justiciable con acceso a justicia, con causas resueltas mientras viva!, porque muchos mueren mientras dura su juicio.
La mesa de ese granado grupo concluyó que seguramente los factores para el éxito serán varios. Una combinación entre laboriosidad, leyes atinadas y tribunales que sigan una agenda en pos de la eficiencia, y en bien del justiciable y la sociedad.
Todos se miraron, jueces y abogados, ¿diciendo al final todos estamos para eso: qué tal si repensamos el servicio con ese Norte?.
Después de todo, ya lo dijo Ortega (no Palito, claro) ARGENTINOS A LAS COSAS.
*Sergio César Santiago, abogado, ex ministro del STJ