Por primera vez desde que Javier Milei es presidente, nació en la Argentina un séptimo hijo varón y será ahijado presidencial.
En general, desde 1983 los padrinos-presidente no han asistido a los bautismos, con algunas excepciones importantes, aunque siempre envian obsequios o algún representante a la ceremonia. Hay excepciones.
Por ejemplo, el 26 de octubre de 1996 Mateo Cagliari fue bautizado en la Quinta Presidencial de Olivos y fue el propio Carlos Menem el que se ofreció a la familia como padrino, meses antes de su nacimiento, como relató María Nöllman en una nota publicada en La Nación en agosto de 2021.
Aunque siempre los padrinos-presidentes han estado presentes de alguna forma, y también han tomando contactos breves y esporádicos, pero significativos, con sus ahijados o ahijadas cuando las circunstancias lo permitieron.
Otro dato: a lo largo de su presidencia, de cinco años y medio, Alfonsín tuvo un total de 956 ahijados, de acuerdo a información del Departamento de Padrinazgo Presidencial de la Casa Rosada.
La costumbre del padrinazgo presidencial data de 1907 cuando un matrimonio emigrado de Rusia, radicado en nuestro país, le pidió en una carta al presidente José Figueroa Alcorta que fuera padrino de su séptimo hijo varón, mateniendo así la costumbre de su país donde se estilaba que el Zar ocupara ese rol. Figueroa Alcorta aceptó y desde entonces quedó como una norma no escrita.
La tradición se convirtió en la ley N° 20.843, casi 70 años después, en 1974, bajo la presidencia de Isabel Martínez de Perón. La primera presidenta mujer también sumó a las séptimas hijas dentro de la normativa. Y luego, otra presidenta mujer, Cristina Kirchner, modificó la norma para que se incluyeran a los séptimos hijos varón o mujer de cualquier credo, ya que antes estaba reservado solamente a los bautizados católicos.
La Ley incluye una beca para asistir en los estudios hasta el fin del período universitario.
Plan B/ FM Santa Maria de las Misiones / 11-9-2024