Por Leandro Boerr *
Los Pumas le ganaron este sábado a Australia 67 a 27 y fue la mayor goleada a un equipo de elite de la historia. Se jugó muy bien y se ganó con justicia.
El técnico Felipe Contepomi dirige hace apenas cuatro partidos al seleccionado nacional y ya le ganó a los All Blacks y a Australia. Perdió los otros dos contra esas mismas potencias.
Nada mal para ser primera experiencia como entrenador principal. Pero hoy queremos hablar de Felipe Contepomi y sus cualidades personales, su sencillez, su humildad y la forma en que se maneja en la vida este DT que puede seguir haciendo historia grande en el rugby y en el deporte argentino.
Este cronista tuvo dos anécdotas directas con él en el Mundial de 1999 jugado en Gales, ya pasaron 25 años y es bueno rescatarlas y compartirlas para que muchos conozcan a la persona detrás de la figura.
Contexto. 4to mundial de Rugby de la historia. Los Pumas, como se popularizó después, tenían grandes partidos pero siempre terminaban en “derrotas dignas”. La previa fue un desastre. Renuncia de técnicos, cambios en el plantel. Todo muy amateur. Pero el año anterior los juveniles de la M-21 le habían ganado por primera vez a los All Blacks Junior.
De esa camada surgieron excelentes jugadores, Julio Farías, Rodrigo Roncero y los Mellizos Manuel y Felipe Contepomi. Arrancamos ese Mundial perdiendo con Gales por 6 puntos. Le ganamos a Samoa después de ir perdiendo y finalmente con Japón sellamos el pase de ronda por primera vez en la historia. Euforia total, sobre todo para los muchos argentinos (todavía corría el 1 a 1) que copamos Cardiff y otros estadios.
Anécdota 1: Un grupo de argentinos sabíamos que Los Pumas iban a festejar el pase de ronda a un Pub cerca del hotel.
Hasta ahí fuimos. Quisimos entrar pero nos rebotaron en la puerta como si tuviéramos Covid-19. Todos queríamos pagar entrada, no queríamos garronear nada, al contrario.
Al rato pasa Gonzalo Longo del SIC, le pedimos si nos podía hacer la “gamba” para pasar, nos mira con desdén como diciendo “estos, qué hacen acá”. Se mete adentro. Después llega Felipe, le pedimos también lo mismo, que trate de hacer valer su influencia para que podamos pasar.
Nos hace un gesto con la mano: “espérenme”. Vuelve a los 10 minutos, sale a hablar con el “patovica” y dice: “¿A ver quiénes son los que vienen conmigo?”. Levantamos la mano varios, Discute unos instantes, presiona, convence y nos dejan entrar a todos. Noche inolvidable. Fotos con todos Los Pumas. Alegría total. Contepomi no tenía ningún compromiso con nosotros, se podría haber hecho el desentendido, pero se comprometió y dio la cara.
Pero ese no iba a ser el único gesto de Contepomi en ese Mundial inolvidable
Viajamos a Francia para jugar con Irlanda en Lens en el famoso partido de los 9 minutos de alargue que ganamos agónicamente, el de la resistencia heroica con los Pumas resistiendo el embate irlandés a milímetros del ingoal.
Yo no tenía entrada para ese partido, como otros hinchas. Pero obviamente fuimos igual, a ver qué pasaba.
Un amigo me dice “anda al hotel que a los jugadores les dan entradas de protocolo y las venden”. Me mandé. Estoy en el lobby, pregunto a varios jugadores si tienen ticket y reboto como pelotita de ping-pong.
Hasta que aparece Felipe Contepomi. ¿Qué necesitas? “No tengo entrada quiero comprar una para hoy”, le digo, remarcándole que estaba dispuesto a pagar por el ticket.
“¿Cómo te llamas?”, me pregunta el hoy DT de Los Pumas. “Leandro, veni nene”, y me pide que lo siga. Contepomi no tenía entradas, el tampoco, pero lo que hizo acto seguido me conmovió.
Empezamos a recorrer el hotel juntos, yendo por los pasillos y recorriendo las habitaciones que ocupaban Los Pumas. Habitación por habitación. A mí me daba mucha vergüenza, un jugador que estaba jugando el Mundial, tomándose ese tiempo y molestando a los otros en su descanso. Estaban los jugadores durmiendo la siesta, literalmente en bolas ya que jugaban a la noche.
Pero Felipe no se rendía, golpeaba y preguntaba: “A ver, a quién le sobra una entrada para mi amigo Leandro?”, después de 3 o 4 intentos, Martin Scelzo levanta la mano, le sobraba un ticket y me lo regala. Con la misión cumplida, Felipe saludó y se fue.
En esa época Felipe tenía apenas 22 años, era suplente de Gonzalo Quesada en su primer año Puma, pero ya tenía pasta de líder y ascendencia en sus compañeros.
Hoy 25 años después, es un orgullo verlo donde está, festejar sus triunfos y desearle desde acá lo mejor, a un tipo que es considerado un grande como deportista, está demostrando que puede hacer historia también como técnico, y del cual todos saben, fundamentalmente, es un gran tipo.
Plan B/ Leandro Boerr asistió al Mundial de Gales en 1999 como hincha / 10-9-2024