En un acuerdo al que se llegó sobre la madrugada de este miércoles, los policías de Misiones que protestaban desde hace exactamente 13 días en reclamo de mejoras salariales, decidieron levantar el acampe sobre la avenida Uruguay y Félix Bogado.
El acuerdo al que se arribó contempla un mínimo incremento en el salario básico de junio -lejos de las pretensiones iniciales de los policías-, la promesa de que no habrá sanciones administrativas a los efectivos que participaron de la protesta y la apertura de una mesa de diálogo permanente, reconocida por el Gobierno provincial.
Para ejemplificar a partir de junio, teniendo en cuenta a un Agente de la zona capital, pasará a percibir 620.501 mientras que un Suboficial Mayor percibirá 1.082.913. Ese agente de Posadas, percibía en abril un salario que no alcanzaba los 400.000 pesos.
Pero más allá de los números, a la hora de analizar qué ganaron y qué cedió cada parte, sin dudas, acá hubo una rendición, aunque no “incondicional” de los policías de Misiones.
Cuyos referentes, Ramón Amarilla y Germán Palavecino, representaron también sin lugar a dudas las demandas de los 10.000 efectivos de la fuerza en la provincia, más allá de que no todos estuvieron en el acampe.
Y más allá de los intentos del Gobierno en calificarlos como un “grupo aislado”, ellos llevaron la voz cantante de todos los policías en estos 13 días.
“Ambas partes aprendimos del otro”, dijo Amarilla, en diálogo con los periodistas, en la primera hora de este miércoles, al salir de la Jefatura donde acababa de firmar el acta.
Por el Gobierno de Misiones, firmó el ministro de Economía, Adolfo Safrán, máximo garante del acuerdo, y el jefe de Gabinete, Ricardo “Kiko” Llera. Además, del jefe de la Policía, comisario Sandro Martínez.
¿Qué aprendieron cada una de las partes?
Lo que aprendió la Policía de Misiones, es que el Gobierno provincial, a diferencia de otras protestas, como las del 2012 y 2020, esta vez sí “no hay plata”, al menos para los incrementos salariales que pretenden.
Mucho de la resolución del conflicto llegó a través de bajar las expectativas y comprender, sobre todo con el mero paso de los días, que a diferencia de las otras dos grandes protestas de los policías en 2012 y 2020, esta vez si el Gobierno no puede abrir la billetera y operar una recomposición salarial fuerte que luego “derrame” en los otros gremios estatales: docentes, personal de salud, etc.
Por eso el incremento al que llegaron ayer, lejos de las expectativas de máxima, fue de apenas un 15.000 pesos de incremento al básico a partir del mes de junio.
A lo que hay que sumar los aumentos que el Gobierno ya liquidó en los recibos de mayo que estarán distribuyendo en las próximas horas, cercano al 25 por ciento.
Se puede mirar la mitad de la botella, llena o vacía. El gobernador Passalacqua posteó extensamente las liquidaciones de las escalas salariales de los efectivos, el sábado en su cuenta de twitter, como diciendo: no está tan mal, teniendo en cuenta el momento que vivimos.
Un agente de Policía que recién comienza y trabaja en zona desfavorable, como el extremo norte de Misiones cobrará pasado mañana 625.000 pesos.
El Gobierno también se impuso en un criterio que estaba en disputa en esta protesta: la Canasta Básica Total, que mide la línea de pobreza entre una familia de cuatro miembros y hoy cotiza en 820.000 pesos, ¿es una referencia para un salario de un empleado estatal?
Para el gobierno de Misiones, la referencia a tomar es la mitad de una Canasta Básica Total, ya que hoy en día deben trabajar los dos adultos del grupo familiar que mide ese promedio de bienes y servicios que consume una familia cada mes.
El mal tiempo en el acampe
El frío, las lloviznas persistentes, el cansancio, fueron uno de los factores fundamentales también, con varios efectivos de la policía que estaban enfermándose. El propio Amarilla, según contó a LA NACIÓN, padece pulmonía desde hace varios días.
Dormir en una carpa en los días más fríos del año en Posadas, con temperaturas cercanas a 0 grados a la madrugada, fue un suplicio que muchos policías aguantaron estoicamente. Sin elementos adecuados, acostumbrados a acampar en zonas cálidas y no en las carpas y bolsas de dormir típicas de alta montaña.
Las enfermedades no tardaron en llegar y mermar las fuerzas, a pesar del enorme sacrificio que hicieron los que aguantaron cada día sin moverse del campamento que llegó a estar distribuido a lo largo y ancho de cuatro cuadras, todas las que nacen de la esquina Avenida Uruguay y Félix Bogado, sede del Comando Radioeléctrico I.
La gota que rebalsó el vaso
Pero la carta más importante que jugó el Gobierno, fue la amenaza de echar de la fuerza a todos aquellos que habían participado de la sustracción de los patrulleros.
Un punto de quiebre en este punto de presión fue la protesta que un grupo de los policías realizó el lunes a la noche, cuando se subieron a los móviles que nunca fueron devueltos al Juzgado de Instrucción 6, como se habían comprometido, según los dichos del fiscal René Casals.
Ese grupo de policías se subió a las patrullas, con bocinas y sirenas, pasó frente a la Rosadita, como se conoce a la Casa de Gobierno de Misiones, incluso subió a la vereda porque hace años la calle Félix de Azara frente a la sede de Gobierno es una plaza y se clausuró la calle.
Se escucharon disparos en los videos que se viralizaron, y aunque no se pudo comprobar, se sospecha que fueron disparos de armas de fuego. “Fueron cohetes”, dijo Amarilla, ayer martes a LA NACIÓN, quien aclaró que “nosotros no avalamos esa protesta, de un grupo de policías, más exaltados”.
Amarilla y Palaecino todavía tienen grandes dudas por su futuro legal, que podría verse envuelto en la causa que instruye el juez Ricardo Balor y el fiscal René Casals.
Es por eso que la promesa de “amnistía” a la que se llegó en la medianoche en la Jefatura de Policía, con un compromiso de no realizar sanciones administrativas, traslados y otras penalizaciones, fue una de las claves para levantar el acampe.
El ministro de Gobierno, Marcelo Pérez, tiene todo el apoyo de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich para sancionar duramente a los que participaron de esa protesta. “Esos ya no son policías”; dijo Bullrich, anoche en un programa de televisión.
La otra concesión que obtuvieron los policías, en esta rendición no “incondicional” fue la apertura de una mesa de diálogo que se volverá a reunir el mes próximo para analizar futuras recomposiciones salariales.
El Gobierno también cedió
Por su parte, el Gobierno de Misiones, también realizó algunas concesiones. En primer lugar, hacer la vista gorda con las numerosas infracciones que le endilgó a los policías en protesta, a los que tildó de “sediciosos” por alterar la paz de la provincia.
Incluso con un proyecto de declaración sancionado en la Legislatura provincial el jueves pasado, justo en plena marcha de los docentes que llegaron a tirar el triple vallado y algunas piedras sobre los vidrios de la fachada del edificio.
Sin dudas, también generó una presión importante para lograr un acuerdo un inédito acto de atrevimiento y desafío al poder de la provincia que nunca antes se había visto: los docentes marcharon a la casa de Carlos Rovira, el máximo jefe del oficialismo misionero.
Por temor a nuevas protestas, el Gobierno mandó a cerrar las dos calles de acceso al barrio El Laurel con personal de seguridad privada. Incluso generando contratiempos a los alumnos de la Universidad Católica de Misiones (UCAMI) cuyo Campus se encuentra también contiguo al predio donde está el domicilio del ex gobernador.
“Este conflicto no se pareció en nada a otros, fue distinto y sin dudas, tuvo una resolución distinta, con derivaciones políticas muy profundas que iremos conociendo en el futuro próximo”, dijo a LA NACIÓN, un importante ex funcionario del Gobierno de Misiones que participó de varias negociaciones candentes con estatales.