POSADAS. Gobernador Roca es un pequeño pueblo ubicado sobre la ruta nacional 12 y una de las paradas obligadas del viajero que desanda el camino hacia las Cataratas del Iguazú, 230 kilómetros más al norte.
Es también una parada ideal que propone un viaje en el tiempo, porque este pueblo fundado por inmigrantes, principalmente, polacos, y de otros rincones de Europa que llegaron a principios del siglo XX, conserva vestigios de la cultura, las costumbres y las comidas que trajeron consigo estos pioneros que moldearon a esta tierra colorada a pesar del calor y el acecho de una selva que se imponía con sus rigores y amenazas.

Y una de estas paradas es, sin dudas, el restaurante Mr. Richard, de Rita Lukowski y de Ricardo Koncerewicz, descendientes directos de polacos, que ofrece comida casera y “de la abuela”. Aunque para los lugareños el lugar tenga también el nombre obligado de “Lo de Rita”.

“Acá el menú estrella consiste en sopas o empanadas como entradas y como plato principal, tallarines caseros con asado a la cacerola”, dice Carlos Vedoya Recio, un periodista y difusor de la cultura gastronómica misionera que empezó a visibilizar el trabajo de muchos comedores del interior de la provincia, una verdadera joya para los turistas que llegan buscando experiencias bien distintas a las últimas tendencias gourmet de la gran ciudad.
“¿De postre? Flan con dulce de leche, claro”, agrega Vedoya Recio, sin dudar.

Experiencias
“No solo son destinos culinarios de calidad, sino que también son puntos de encuentro para viajeros de todas partes que desean explorar la riqueza cultural y gastronómica de Misiones. Cada comida es una experiencia que va más allá del simple acto de alimentarse; es un viaje de descubrimiento que invita a los turistas a sumergirse en la autenticidad y el encanto de la región”, invita Vedoya Recio, creador de la exitosa feria Selva Adentro y uno de los primeros que puso en el foco la gastronomía regional en Misiones.
La historia de este restaurante deviene del hospedaje-hotel que funcionó en esa locación en los años 40 y 50. Y el nombre, Mr. Richard, se debe a Ricardo, el esposo de Rita y socio en el emprendimiento. La hija de ambos, Mirta, también trabaja en la cocina y en la atención de los comensales.
Estos “comedores” originalmente estaban destinados exclusivamente a viajantes y camioneros. Hoy las mesas donde se puede jugar a las cartas, el mantel de hule a cuadros y la sencillez del lugar cobran un valor distinto para los miles de visitantes que pasan obligadamente por este punto en su camino a las Cataratas del Iguazú, que el año pasado recibió 1.532.995 visitantes, en su gran mayoría de las provincias de Buenos Aires y Córdoba, entre otras.

Historia familiar
Se podría decir que el origen de Mr. Richard empieza en un pueblito de Polonia llamado Biala Podlaska, a dos horas de Varsovia. Allí vivía Francisco Koncerewicz, que conoció a Julia Kolenko de la cercana Bielorrusia. La pareja escapó, como tantos otros, y llegó a Gobernador Roca, donde tuvieron varios hijos, entre ellos Ricardo. Cuando se casaron, primero impulsaron el hospedaje y luego, el comedor.
“Mr. Richard existe desde 1966, allí se escribieron muchas historias del pueblo: fiestas de cumpleaños, reuniones, partidos de truco, billar y casamientos”, relató Vedoya Recio .
Después del almuerzo, abundante, bien vale una caminata por el apacible pueblo de Gobernador Roca, que lleva ese nombre por Rudecindo, el hermano de Julio Argentino. Aquel fue el primer gobernador del entonces Territorio Nacional de Misiones, que tenía su capital en la vecina localidad de Corpus.
Pero a poco de instalarse allí, en 1881, Rudecindo pidió trasladar la capital a Posadas, por entonces poblada principalmente por paraguayos.
En una breve caminata por Gobernador Roca se podrá apreciar algunas de sus coquetas iglesias. Hay media docena a menos de cinco minutos a pie desde este restaurante, ya que la inmigración europea dejó como legado distintos credos a lo largo y ancho de todo este territorio. Una de las recomendadas: San Casimiro, también sobre la ruta 12.
En ese mismo trayecto, se puede apreciar una verdadera joyita de otros tiempos: el expendedor de combustible. Se trata de un aparato a manivela que fue instalado en 1954 por la familia de José Sawicki y abasteció a los viajeros hasta 1977. El tope de la carga, por entonces, era de apenas cinco litros, pero bastaba para poner en marcha nuevamente a las camionetas y tractores de las chacras de la zona.
