El juicio a Werner Lutz.

Iba rápido y alcoholizado por la ex 213, chocó y mató: hoy dijo que tiene un tumor que le redujo la visual

Por César Cucchiaroni

Comenzó en la mañana de hoy lunes el juicio por la el accidente fatal que le costó la vida al joven Fernando Vázquez, quien fuera embestido desde atrás por un automóvil, mientras esperaba que le dé el semáforo verde, sobre avenida Moreau de Justo, ex 213, en agosto de 2016.

El automóvil que embistió a Fernando era conducido por Julio Werner Lutz, quien se encuentra imputado por homicidio simple y la fiscalía pretenden que le den entre ocho y 25 años de prisión, algo que no es habitual para este tipo de accidentes.

Considera que hubo dolo, es decir, que Lutz tuvo intención de matar al conducir su automóvil con exceso de velocidad y, presumiblemente, bajos los efectos de alcohol y drogas, según declararon algunos testigos.

Lo cierto es que, en la primera jornada, el acusado se sentó frente al tribunal integrado por los magistrados Angel de Jesús Cardozo, Gustavo Bernie y Viviana Glinka. Desde el banquillo dio su versión de los hechos y argumentó el padecimiento de un tumor cerebral que habría producido varias consecuencias, incluida la reducción del campo visual de uno de sus ojos.

Todo indica que hacia allí apuntará la estrategia de la defensa, integrada por los abogados penalistas Pablo Luján y Eduardo Paredes, quienes pretenden una condena de entre uno y cinco años, por homicidio culposo.

La declaración de Lutz

Frente a los jueces, Lutz se mostró arrepentido por lo sucedido y empezó pidiendo disculpas a la familia de Fernando.

“No hay día que me levante y pueda seguir mi vida normal. Nunca quise que sucediera. Sé que voy a llevar esta mochila toda mi vida. Pediría disculpas de todo corazón a la familia”, comenzó, con la voz quebrada.

Aclaró que su intención había sido declarar al inicio de la causa, pero su abogado de entonces no se lo permitió.

Esa noche “ estábamos en el autódromo, me cruzo con estas chicas (refiriéndose a las jóvenes que iban en el auto el día del accidente) y compartimos unas cervezas. Compré tres latas y tomo unos tragos”. El día del siniestro, Lutz se negó al test de alcoholemia.

“Íbamos en el auto con la música al máximo”, aclaró. En sus testimonios, las jóvenes que iban con él habían dicho que le advirtieron insistentemente sobre el peligro y el inminente choque.

Según dijo, el semáforo había comenzado a titilar de verde para amarillo, cuando el auto que iba adelante suyo se detuvo y lo habría obligado a hacer una maniobra de esquive, topándose con la motocicleta a la que se llevó por delante.

Fue tanta la violencia del impacto que la moto y la víctima fatal fueron proyectados casi cien metros hacia adelante. Lutz ni siquiera atinó a detenerse. De hecho, del relevamiento en el lugar del hecho que hizo la policía y la pericia oficial accidentológica surge que no quedó ninguna marca de maniobra evasiva. Es decir, Lutz no frenó ni antes ni después. Se detuvo recién doscientos metros más adelante del punto de impacto, solo porque una de las chicas que iba a su lado accionó el freno de mano, según los testimonios.

“Jamás vi la moto. Cuando hago la maniobra hacia la izquierda impacto con algo, pero no entendí con qué había impactado. Los airbags me saltan en la cara y en los brazos. Me quedo totalmente inmóvil. Cuando revientan los airbags por el parabrisa sentí vidrios en el brazo y ahí entendí lo que estaba pasando. Entonces logro frenar el auto como puedo”, continuó.

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Lutz (izquierda) junto a sus abogados defensores.
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El acusado prestando su testimonio.

“No sabía lo que había pasado. Se acerca alguien y me grita chocaste a una persona. Yo no lo podía creer, no lo podía aceptar porque no había visto la moto”, continuó.

Según relató, en el momento llamó por teléfono a su padre y aquí es donde empieza otra polémica. Varios testigos afirman que el hombre llegó al lugar y lo primero que hizo fue intentar llevarse una conservadora con bebidas que estaban en el auto que conducía su hijo.

El relato de Lutz es confuso en este punto: “veo que se acerca un Peugeot 206, estaciona detrás de mí , veo que bajan una conservadora del asiento de atrás y veo que las chicas se suben al 206 y se van de la escena”. Como el joven no aceptó responder preguntas, la fiscalía no pudo indagar sobre esta circunstancia. ¿De quién era la conservadora? ¿De qué auto dice que la bajaron?

Más adelante se refirió a su estado de salud, tanto actual como al momento del siniestro. En tal sentido, dio a entender que ya al momento del hecho tenía problemas en un ojo. Pero los estudios se los hizo ni bien quedó en libertad, tras permanecer catorce meses detenido.

Dijo que de esos estudios surgen que tienen un “problema en el nervio óptico izquierdo” que le reduciría el campo visual. Por ese tema, lo derivan a un neurólogo, quien le diagnostica un tumor cerebral que, entre otras cosas, le afectó la visión, siempre según sus dichos ante el tribunal.

Hacía allí parece que la defensa apuntará su estrategia, sobre todo  considerando las preguntas que le realizaron más tarde al momento de declarar el perito oficial, el Licenciado en criminalística Juan Carlos Vázquez. Las preguntas recurrentes a Vázquez se centraron en los puntos ciegos que tiene un conductor cuando está al frente al volante.

La pericia oficial arrojó una velocidad promedio de 90,5 km/h. Pero  los testigos, incluidas las dos chicas que iban en el auto con Lutz, hablan de unos 130 km/h.

La segunda jornada está prevista para mañana en el SUM del Palacio de Justicia, a partir de las 8.30. Está previsto que declaren seis testigos.

Plan B/ 9-10-2023

 

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César Cucchiaroni

Perito en Criminalística. Periodista (Unam).