Crecen denuncias y escándalos.

La Policía y un tema tabú: el cruce de mujeres jóvenes y jefes mayores, con poder

En los últimos tiempos empezaron a salir a la luz en Misiones denuncias de abuso y/o acoso de altos jefes de la Policía provincial a mujeres jóvenes, casi siempre con la misma modalidad: buscar favores sexuales a cambio de beneficios para la carrera.

Los hechos dejan al descubierto un conflicto no resuelto, que crece, y del cual no se habla: el que generó la incorporación masiva de mujeres jóvenes y bonitas a una fuerza que hasta hace poco era integrada mayoritariamente por hombres, gerenciada con una cultura machista y donde hay un verticalismo hacia los jefes.

Cabe destacar que esto no pasa sólo en Misiones, sino en todas las policías del país. Y probablemente el tema de género hace que sea muy sensible para algunos plantear la cuestión, ya que si se trata de la incorporación de mujeres a un ámbito antes masculino, hablar de “conflicto” hoy no queda bien.

Pero lo cierto es que el conflicto existe en varias formas. Desde las parejas de policías, que cuando se produce una ruptura conflictiva muchas veces deja secuelas violentas derivadas del hecho de que se trata de personas portadoras de armas.

Además de los conflictos sexuales, casos de acoso, abusos, parejas de policías que luego ante una ruptura traumática generan hechos violentos y donde se utilizan sus armas de fuego reglamentarias, también hay otra cuestión: ¿Hay discriminación a ciertas mujeres y la Policía sigue un cierto patrón al elegir a las efectivos mujeres?

Pero sobre todo, con la cuestión del acoso por parte de altos jefes, típicamente señores que rondan los 50 años, a jovencitas de 20 y pico a quienes tiene a su merced. Es algo que siempre existió en la Policía de Misiones, aunque no siempre existirá ya que hay prácticas que van camino a terminarse en la medida que se vayan visibilizando.

La película El Bonaerense, de Pablo Trapero, y un esterotipo de las pocas mujeres que integraban la Policía hasta principios de este siglo. Hoy el paradigma cambió y surgen muchos problemas de índole sexual que se tapan o se esconden, y generan todo tipo de acosos, abusos y también, discriminación. ¿Estamos más seguros y ante una mejor Policía?

Otra cuestión: ¿Acá se habla de denuncias, pero que pasa con las mujeres que accedieron a esos favores sexuales? ¿Qué pasa con la jovencita que por necesidad o por falta de carácter o por alguna debilidad no pudo o no supo como decir que no? Ellas también son víctimas.

El diario Primera Edición publica hoy el testimonio, que surge de su declaracion ante la Justicia, de una suboficial ayudante de 25 años, que relató el acoso por años que recibió de un jefe, hoy comisario mayor a punto de ser ascendido a comisario general y cerca de su retiro.

“En 2021 comenzamos a trabajar con el comisario mayor (…) y transcurridos un par de meses me realicé una cirugía estética reconstructiva por sobrepeso y, a mi entender, esa fue la razón detonante para que empezara a enviarme mensajes de WhatsApp en los cuales me decía textualmente ‘déjame ver tus pechos, ¿cuándo los voy a ver?’”.

También aclara que sus respuestas negativas provocaron otro problema directo porque “me acosaba sexualmente y amenazaba con traslados si lo rechazaba”.

“Desde que cruzaba el tercer año de la escuela de cadete de la policía comenzó el acoso. El creó un grupo para pasantías y me seleccionó a mi y a otra compañera, otra oficial subayudante. Y desde ese momento insiste con el ‘¿Cuándo vamos a salir?’”.

“Yo no le respondía. Opté por bloquearlo en el teléfono para que no viera mis fotos, o directamente no ponía siquiera una foto de perfil. Pero este señor me reclamaba en persona por qué había sacado las imágenes”.

“Un día me cansé del hostigamiento. Había pasado de los mensajes al acoso directo en persona. Durante mis servicios de guardia, se presentaba o buscaba la ocasión para que estemos a solas. Intentaba besarme a la fuerza, me llamaba a su oficina para decirme que quería salir conmigo”.

La denuncia resalta el temor que le provocaba cada situación o encuentro con el comisario mayor: “El es un alto jefe y le ordenaba a los demás jefes que me dejaran recargada (extensión de horas de trabajo). Lo enfrenté, me costó muchísimo hacerlo, porque temía que me trasladara al interior y yo tengo un hijo de nueve años”.

“Le repetía que no quería saber nada con tener algo con él, que lo entienda, que tengo la edad de su hija y él me contestó: ‘Yo a vos nunca te voy a ver como una hija, solo te veo como una mujer y a esta edad me di cuenta que las jovencitas son más fáciles’”.

“Salía llorando de la oficina y no decía nada, hasta que le comenté esta situación a una oficial principal. Y ella me admitió que sabía perfectamente lo que pasaba, porque este comisario le había hecho lo mismo a varias policías más, pero que ella buscó la forma de irse de esa dirección y no tener más contacto”.

Pero el esfuerzo de la oficial quedó acorralado por la estructura jerárquica: “Además de todas mis actividades o autorizaciones tenían que ser trasladadas directamente a él, era su orden directiva”.

“No podía evitar el contacto. Por más que yo quisiera o siguiera la cadena de mando, me llamaba a su oficina y me preguntaba cuándo le iba a pagar lo que le debía. Por ejemplo, empezó a chantajearme para que tuviera una relación con él si quería estudiar. Fueron reiteradas las amenazas para que no intentara ser trasladada de la dirección (…) Hasta me dijo: ‘Sos muy joven, pero te vestís así para calentar p… No te hacés respetar’”.

Plan B/ Primera Edición / 30-4-2023

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