“Wild Life” o “Vida Salvaje” es el nombre del documental de National Geographic, realizado por un ganador del Oscar, que se estrenó la semana pasada en los Estados Unidos y estará en Disney+ a partir del 25 de mayo, y habla sobre la vida y la obra de Kristine Tomkins.
Kirstine Mc Divitt Tomkins es la viuda de Douglas Tomkins, fallecido el 8 de diciembre de 2015 en un accidente de Kayak en la Patagonia, y la impulsora junto a su marido de la creación de más de 13 parques nacionales en Chile y la Argentina, incluyendo al Parque Nacional Esteros del Iberá.
Kirstine tiene 72 años y fue una de las iniciadoras en los años 70 de la marca de ropa para montaña Patagonia, de la cual llegó a ser su CEO o gerenta general, hasta que a los 43 años (en 1992) dejó todo para seguir a Douglas Tomkins al Sur de Chile y luego a la Argentina, indicó el The New York Times en un extenso reportaje que publicó el 14 de abril pasado, que incluyó una entrevista en una estancia de Tomkins en California.
A su vez, Douglas Tomkins tenía un origen parecido, ya que fue el iniciador de la marca de ropa para montaña North Face, que luego vendió para dedicarse a la conservación.

La pareja se casó en 1994, cuando él tenía 51 y ella 44.
Kristine es la personaje principal del documental “Wild Life” que realizaron Elizabeth Chai Vasarhelyi and Jimmy Chin, el duo que ganó el Oscar por “Free Solo”, sobre un reconocido escalador.
Una ejecutiva exitosa a la que le faltaba algo
En el reportaje publicado por el New York Times, Kristine explica que “tenía una necesidad desesperada de encontrar algo más que fuera tan interesante y apasionante como Patagonia (en referencia a la marca de ropa). Algunas veces, tu cuerpo está ahi, pero tu corazón se fue”, señaló, en relación a los momentos anteriores a tomar la decisión de dejar su carrera ejecutiva e irse al Sur de Chile con Douglas Tomkins.
El año pasado, Kristine Tomkins estuvo en Corrientes con el gobernador Gustavo Valdes, quien le entregó un reconocimiento por su obra, que incluye la creación de 13 parques nacionales y casi 6 millones de hectáreas de tierras destinadas a la conservación.

Plan B/ Fuente: The New York Times /