Por Mónica Andrea Gómez
Dos de Mayo (ENVIADA ESPECIAL). La tierra misionera es una oasis fértil, una cuenca abundante de recursos tan dispuesta como su gente. Al pisar las picadas las huellas se estampan en el alma y se vuelven inolvidables.
Antes de la pandemia, con 32 años y mamá de una hija chiquita, Marta Camen trabajaba más de 8 horas. Con la llegada de su segunda hija, dejó el supermercado donde era cajera y se sumó a las tareas de la chacra junto a su suegro, Juan Zavallia ( 53 ).
Hoy, un año y medio después, en las 9 hectáreas en la localidad de 2 de Mayo en el centro de Misiones donde vive Marta, su esposo Sergio y sus dos pequeñas Yuliana y Mia, lograron un emprendimiento hortícola con 14 invernáculos de pimientos, frutillas, coles, calabazas y verduras de hojas.
“Hace 4 años que mi suegro comenzó la producción, entonces teníamos muy pocos invernaderos. Hasta que vino la pandemia y me tuve que quedar en casa por el embarazo. Junto con mi esposo decidimos que no iba a volver al trabajo para ayudar en la chacra”, cuenta Marta.

Arranca a la madrugada
El día comienza muy temprano para la familia de Marta y Juan. Yuliana se viste para ir a la escuela mientras su mamá prepara el desayuno para todos. Luego Marta camina unos pasos hasta los invernaderos para comenzar su labor.
Con una caminata incipiente, Mia la escolta; en el camino hacia el invernáculo de frutillas no hay obstáculo que la detenga.
“No extraño mi antigüo trabajo, estuve nueve años. Empecé de soltera, y, después que mi primera nena nació y volví a trabajar todo el tiempo. Si bien tenía niñera, la llevaba y la traía para no dejarla sola. Me embaracé de la segunda y, entre el Covid y el bebé creciendo en la panza, nos dio miedo. Desde ese momento me propuse ayudar a mi suegro que se ocupaba de los invernáculos. Él solo no daba a basto, y era una pena porque fue una gran inversión la que hicimos al principio y así no funcionaba”, explica Marta.
Arrancaron con la frutilla
Este año iniciaron con el cultivo de frutilla además de continuar con el morrón, su principal producto. Fue una grata sorpresa descubrir que, a pesar de la sequía, el rendimiento de esta fruta fue en aumento: “llevamos el detalle de los kilos por cada invernadero y por temporada. Pese a la falta de agua, tuvimos un rinde mayor”, cuenta.
Gracias a los técnicos del Ministerio del Agro que les ofrecieron el asesoramiento para la plantación de frutillas, pudieron ampliar su oferta significativamente.
Actualmente cuentan con dos variedades, una en suelo y la otra elevada a las cuales aplicaron el fertilizante orgánico o Bioinsecticida, productos 100% orgánicos.
El Gobierno de Misiones entrega estos inusmos en forma gratuita, que le compra a la empresa Agrosustentable, una firma de Buenos Aires que se radicó hace unos meses en el Parque Industrial Posadas y busca desarrollar alternativas a los agroquímicos.

“Desde que me sume al trabajo, comenzamos a utilizar el fertilizante Agrosustentable. Más allá de lo bueno que resultó en la producción, en el rinde y en la tierra, lo utilizamos porque mis hijas están en contacto con las plantaciones, van y vienen y de esta manera no corren ningún peligro.. La más chiquita entra al invernadero de frutilla y se olvida de salir, come y come. Me resultó tan bueno que comencé a incentivar a mi papá y mis hermanos, que tienen su propia producción de té y tabaco, para que los usen”, señaló Marta.
Plan B participó de una recorrida junto a técnicos de Agrosustentable que mostraron el trabajo que vienen realizando con pequeños productores como Marta.
Las frutas, verduras y hortalizas se comercializan en la zona: “lo vendemos a verdulerías, mercados, o particulares. Muchos vienen directamente a comprar acá y eso nos permite mostrarles nuestra producción libre de agrotóxicos, conocer a los clientes y aprender de ellos”, se entusiasma Marta.
Si bien, Marta fue criada en la chacra, reconoce lo desafiante que fue dejar su trabajo con la seguridad de lo que ello conlleva e involucrarse en el manejo de los cultivos: “para mi hay que demostrar que sí se puede vivir de la chacra. Que hay que animarse a los nuevos desafíos de producir, y aprender de las experiencias que nos brinda la tierra. La gente tiene que perder el miedo si le gusta hacerlo. Todo se aprende y con ayuda, como la de los técnicos, se pueden lograr grandes hazañas. Tenemos que tener la idea de enfrentarnos a los nuevos desafíos”.
El sueño de esta productora, como el de muchos que se arriesgan e invierten en la horticultura, es el de dedicarse a la tierra para lograr un ingreso justo y allanar el camino para sus hijas.
“La idea es seguir creciendo, que sea lucrativo, que haya personal que nos acompañe y que ellas tengan un futuro a raíz de esto. Para mí, el valor más importante es el beneficio de estar con ellas en mi casa trabajando en la tierra que es lo que disfruto tanto”, concluye Marta.
Plan B/ 16-4-2023