Por Patricio Downes
Maradona es de fierro y nuestro héroe popular como lo muestra de cuerpo entero la escultura con piezas metálicas recicladas de motos, autos y aindamáis medios motorizados, que realizó Federico Bordón, un hombre de la construcción.
Más aún, el fervor “maradoniano” de Bordón captó un momento, un instante o un pase de magia, captado por la cámara del japonés Masahide Tomikoshi durante la final de México 86.
La foto es icónica y muy conocida. En ella la pelota parece un tierno gatito dormido sobre el muslo del artista, hecho por Dios en las calles de barro de Villa Fiorito y nacido en el Hospital Evita, de Lanús.
“Es una máquina, que va perdiendo las piezas que lo recubren dejando ver sus músculos y huesos de metal”, dijo a Plan B el sanitarista y plomero Federico Bordón. Como si fuera un pelotazo con efecto o comba, la obra explica el deterioro luego de la muerte.
El instante, capturado por la lente de Tomikoshi, fue a los 32 minutos del partido ante Alemania, cuando Argentina ganó el Mundial de México en 1986. “A los 32 y 53 segundos”, agregó en su nota el periodista Leandro Cócolo en un canal deportivo.
Y solo mata el olvido, aunque ya no vibre esa máquina, que Federico Bordón vio funcionar en cancha de Guaraní, con un gol de media cancha para la historia. Fue el 9 de mayo de 1992 con una recaudación estimada en 50.000 dólares a valores de entonces.
No es la primera vez que Bordón llama la atención con sus trabajos esculturales. Este mismo “preguntón” lo entrevistó en 2020.
Fue porque su casa-taller artística de Avenida Alem, en la Chacra 183, al borde del Barrio Regimiento, es una exposición de esculturas de jinetes jugando al polo. Incluida una amazona de curvas voluptuosas, revoleando el taco a toda velocidad de su caballo de polo.
Es que cruzando Alem, se encuentra el campo de polo exclusivo de los militares. Parte de las 36 hectáreas, aproximadamente, que ocupan la Armada y el Ejército en el corazón de Posadas. Algunas, espacios verdes, pero en un mundo castrense aislado del resto de la sociedad posadeña, a excepción del Liceo Naval, claro.
“Usé mucha chatarra y piezas recicladas de talleres de moto y de autos. Hay cadenas de transmisión, amortiguadores y hasta bujías, en los tapones de los botines del Diego”, contó este vecino de 53 años cuyas obras ya van tomando vuelo. Como una orquídea de pétalos gigantes en la Chacra 149, Urquiza y 115. O el Gauchito Gil frente a la biblioteca que dirige Angel “Pity” Gauto.
En medio de la charla, una familia de turistas jujeños, detuvo su auto y pidió permiso para sacar fotos. Son muchos que lo hacen cada día, llevándose la imagen de un yaguareté, también de piezas metálicas, que parece al ataque en el jardín delantero de la casa.
El yaguareté es realmente exquisito en sus formas. Aunque el plomero artista dejó de usar mallas metálicas recubiertas con cemento. Ahora es todo fierro.
Federico tiene tres hijos, dos chicas y un varón, con una mujer que lo acompaña en su pasión. Todos admiran su trabajo. El hombre es de una tranquilidad enorme, nada altera su forma de ser, y hasta acomodó su pasión maradoniana con los fanáticos de Lionel Messi. “Elegí hacerlo a Maradona porque lo admiro; él y Messi jugaron en épocas diferentes del fútbol. A Diego, los defensores lo querían parar a pura patada”, contó.
Y la imagen de Messi también está en la gatera. Sólo faltan toques en la cara del rosarino del Paris Saint Germain. Los botines del Diego se apoyarán sobre dos esferas. “Una es el planeta Tierra y la otra, la Luna, con su firma en un costado”, agregó para una obra que aún no tiene destino.
¿Maradona más que Messi? “Para mí, más que Messi, pero los dos son de otro planeta. El Messi que estoy haciendo lleva la pelota atada a su botín izquierdo. Me faltan retoques en la oreja, en la mejilla y raspé el pecho, porque él tiene más musculatura”. Con su escuela primaria en Don Bosco del Barrio Laurel, Federico se abrió camino en la vida.
“Nadie me enseñó cómo hacer estas esculturas. Mi papá Felipe hizo un ciervo que aún sigue en el jardín de la casa vecina. Uso mi tiempo libre para esculturas como las del Gauchito Gil, que es de las más pedidas”. Casi una docena fueron hechas para fieles del “Gauchito”, Loreto, Candelaria y Santa Ana.
“Algunos, piden para sus casas y van pagando en cuotas”. De sombrero negro de pelo de potro y rojo pañuelo al cuello, el “Gauchito” es fiel y “cumplidor” como la “Virgen de Itatí”, dicen sus creyentes.
Y qué decir de Maradona, quien se ponía el equipo argentino al hombro y recibía patadas y golpes, como en la clasificación a México ´86, frente a Perú.
Su marcador fue Luis Reyna, quien lo insultó durante todo el partido en Lima, sin ahorrarse patadas, golpes, tirones del cabello y camiseta. Una pinturita el muchacho.
En River, partido de vuelta, el mismo peruano lo marcó con más discreción, pero mientras hacía de “cortina”, su compañero Rubén Toribio Díaz, pegaba con la punta del botín en los tobillos del “Diez”, cada vez más hinchados.
Argentina clasificó y, al año siguiente en el Mundial de México de 1986, brilló en modo dios del Parnaso o del Olimpo. Vive en el corazón de quienes lo añoran. No hay espacio para quienes lo quebraron y pegaron.
El periodista Cócolo afirmó que el instante de Diego con la pelota dormida en su muslo “es bandera, es calcomanía, es tatuaje y fondo de pantalla; también el logo de las camisetas de AFA”. Ahora, gracias a Federico Bordón, es una “máquina” que vence al tiempo, y está en Posadas, la misteriosa.
7-10-2022