Por Florencia Córdoba *
¿Qué nos pasa con los números y los cuerpos?
Algunos actores saben que nos gustan los números y lo usan muy bien:
Por ejemplo nos gusta pesarnos y saber cuál es el peso ideal, nos medimos en talla de
ropa y a veces queremos llegar a un número de talla que nos parece deseable (siempre para abajo, claro).
Eventualmente se nos ocurre contar las calorías que consumimos, nos gusta comprar un producto con 30% menos de grasa. Y no se termina ahí, vivimos pendientes de la cantidad de Likes en un posteo, visualizaciones en un video que compartimos en Instagram.
Y así vamos por la vida. Como una vez me dijo una profesora, no es lo mismo un aprobado que un 10. Y en todo queremos alcanzar el 10 o lo que más se acerque.
Sin darnos cuenta, estos números nos están diciendo cómo tenemos que ser o incluso cómo comportarnos en determinada sociedad.
Detengámonos en los números de peso ideal y de talla. ¿Quién los formuló o los propuso como números ideales?
Siempre se trata de cientistas, que tomando cuerpos europeos como ideales y únicos, los han utilizado para formar medidas estandarizadas de cómo
debemos ser.
Crisol de Razas
Bien sabemos que los latinos somos distintos, mucho más la provincia de Misiones, un verdadero “crisol de razas” o “crisol de culturas”, donde tenemos cuerpos altos, bajos, negros, blancos, trigueños, gordos, flacos, etc.
El tema con los números es que no son para todos: hay muchísimos lugares que no tienen tallas para gordos y gordas, y ni hablar de las personas con discapacidad, ¿dentro de qué número ideal están? Con frecuencia ni siquiera tienen número adecuado para sus necesidades.
La imagen corporal está compuesta por la percepción sobre nuestro cuerpo, lo que va a generar emociones asociadas al mismo, que vinculado a creencias contemporáneas sobre estilos de cuerpo, se terminan traduciendo en la forma de relacionarnos con los alimentos.
Por ejemplo, una persona que percibe su cuerpo (comparándose con cuerpos culturalmente aceptados) de manera negativa, va a tener emociones asociadas como vergüenza o desprecio hacia él mismo, y si esto se encuentra vinculado a creencias de que las personas que portan cuerpos “delgados/ esbeltos/ altos, etc. son más felices, exitosas, tienen mejores trabaos y les va bien en el amor…
Además de generarse un rechazo al propio cuerpo y al de otros, también empieza a acarrear problemas que se manifiestan en la conducta alimentaria: desde restringir la cena, una salida, los hidratos, las grasas, o incluso todas las comidas.
¿Cuáles son los medios por los cuáles se nos impone determina imagen?
La Industria fármaco-dietética con medicamentos o productos light, industria de la moda con talles que no se adaptan a nuestros cuerpos, influencers, redes sociales, que con frecuencia utilizan filtros y photohop para hacer parecer que tienen un cuerpo ideal, alejado de la realidad, algo que no hace más que profundizar el “drama”.
Las dietas, los dispositivos mágicos para bajar de peso, la política, el mercado ya que los cuerpos operan como mercancía, y controversialmente profesionales de salud (que tienen la autoridad para formar códigos de estética, lo cual no es poco importante).
Me refiero, a profesionales formados y cuyas prácticas se realizan bajo esta mirada de la salud pesocentrista y simplista, donde los cuerpos que no tienen enfermedades o sobre los cuales se deja de hacer prevención son los cuerpos delgados – los aceptados -, mientras que a otros cuerpos se les da miles de recomendaciones con tal de “normalizarlos”.
No es sólo cuestión de peso
La salud no es solo el peso o lo físico, ¿cuántos personas conocemos que si bien son delgadas, tienen valores de laboratorio en desmejoría o son flacos con inadecuada salud mental por mantenerse flacos a través de las restricciones alimentarias?
La propuesta siempre es abogar por una alimentación nutritiva, que acompañe a un estado de salud físico, mental y social, volviendo a la mirada integral de la salud.
Sería – y es – inadecuado pretender que todos sean o que todos lleguen a un número, cuando todos somos muy distintos y las prácticas cotidianas son distintas a lo largo y ancho del mundo; todos los cuerpos merecen respeto sin importar el tamaño, color, sexo, género, edad, capacidad, raza, etnia, etc.
Si bien el camino hacia la transformación de las miradas parece ser largo, cada vez somos más los que abrimos los ojos e intentamos romper estos paradigmas que mucho daño hacen, tratando de reflexionar sobre la diversidad corporal y la delgadez obligatoria que tanta presión nos ejerce a hombres y mujeres de todas las edades.
*Florencia Córdoba es Lic. en Nutrición y profesora en la Universidad Gastón Dachary