OPINIÓN.

¿Por qué el Gobierno misionero condenó a Crucero y Guaraní, pero sostiene al automovilismo?

El lunes pasado en la residencia del gobernador, Oscar Herrera Ahuad convocó a los flamantes interventores del Automóvil Club Misiones (ACM), al intendente “Lalo” Stelatto y al ministro de Gobierno, Marcelo Pérez. También estaba Carlitos Okulovich. 

El objetivo de la reunión fue definir si se hacía o no la carrera de Turismo Carretera en Posadas en 2021. 

Todavía estaba fresca la turbulenta salida de Carlos Malarczcuk, el hombre que manejó ese evento (con cuantiosos fondos del Estado provincial) desde el 2005 y que se tuvo que ir eyectado, con una intervención y una auditoría a cargo de Carlos Nuñes Velloso, designado por Pérez.

Sin embargo, a pesar de las presuntas irregularidades de Malarczuk y sus compinches al frente del ACM, el Estado misionero seguía muy interesado en apoyar la actividad.

“¿Querés hacer la carrera del Turismo Carretera en Posadas? ¿Si o no?”, le preguntó el gobernador al intendente capitalino, quien respondió afirmativamente. Así es como Posadas tendrá en 2021, a pesar de la pandemia, a la máxima categoría del automovilismo nacional. 

Una vez que la voluntad política está y el Estado provincial -que tiene billetera- garantiza los fondos, todo lo demás se resuelve inmediatamente. 

Lo que también dejó en evidencia esa reunión es una realidad que año a año golpea cada vez con más fuerza, a medida que Crucero del Norte y Guaraní A. Franco, los dos principales clubes de fútbol misionero, se hunden en la intrascendencia de competencias menores. El Estado misionero abandonó al fútbol, mientras sostiene al automovilismo o al básquet.

El Gobierno dejó al fútbol en “Pampa y la vía”

¿Por qué el Estado misionero -que tenía con qué respaldar al máximo deporte- le dio la espalda al fútbol profesional y lo condenó al ostracismo? 

¿Por qué dejó de asistirlo financieramente cuando disponía de los recursos? 

¿Por qué se entusiasmó con los sendos proyectos encabezados por Julio Koropeski en el colectivero, y Roberto Enríquez, en la Franja; para ayudarlos a llegar a los primeros planos y una vez ahí, dejarlos literalmente en “Pampa y la vía”?

Porque el Gobierno de Misiones, así como a pesar de las irregularidades resolvió en 2 minutos la continuidad del TC (y sostiene la llegada de otras categorías “fierreras” como el TN o el Súper TC 2000), de la noche a la mañana decidió dejar al fútbol profesional sin la ayuda presupuestaria que les permitía a los clubes profesionales competir, no sin esfuerzo, con los representativos de otras provincias.

La ayuda del Estado, cabe destacar, no lo era todo. Había mucho trabajo privado y voluntario detrás. También recursos. Aportes de la televisión, masa societaria, hinchas, sponsors privados, y mucho trabajo a pulmón por “amor a la camiseta”, basado en la pura pasión deportiva.

El fútbol en Misiones tenía mucho contenido, mucho trabajo, era un bien intangible valiosísmo. El Turismo Carretera no está ni cerca de despertar lo que Crucero y Guaraní significaron y significan culturalmente para la vida de Misiones.

Pero entre 2015 y 2016, en plena competencia de Crucero (en Primera) y más tarde Guaraní (apenas descendido por un “pelito” de la B Nacional al Federal A), le retiraron la ayuda económica.

Se trataba de un monto de dinero mensual que cubría aproximadamente algo menos de la mitad de los presupuestos de esos dos clubes profesionales.

El Gobierno tiene recursos para apoyar la actividad

Hace 25 años que hago periodismo económico y financiero. En distintos medios nacionales e incluso internacionales. Dediqué casi toda mi carrera a analizar números, presupuestos, balances y tratar de encontrar algunas explicaciones o ver el costado económico de muchos asuntos.

Con excepción de dos trabajos que me llevaron a observar el deporte misionero bien de cerca. En 1998, cuando vine de Buenos Aires para hacerme cargo de la sección Deportes del diario El Territorio (la máxima expresión futbolera entonces, era la campaña de Tigre de Santo Pipó en el Federal B o la cuarta división, que por supuesto apoyamos fervorosamente).

Y la segunda vez, en el segundo semestre de 2014 cuando tuve el privilegio de acompañar a Guaraní A. Franco y Crucero del Norte en la máxima aventura deportiva misionera de los últimos 30 años. O quizás el mejor momento del fútbol misionero de la historia.

Junto a decenas y decenas de colegas de toda la provincia (hoy no susbisten ni la mitad, porque la caída del fútbol profesional achicó las plantillas de periodistas deportivos en los medios locales, también).

La campaña de Guaraní que concluyó con su histórico ascenso a la B Nacional en junio del 2014 y su derrotero por la prestigiosa segunda división del fútbol argentino.

Y la asombrosa -y digna del libro Guinness de récords- campaña de Crucero del Norte hasta llegar a la Primera División en 2015. Es cierto que el Colectivero en la “A” era apenas un sueño condenado a ser pasajero, pero no menos cierto es que cada vez el club se consolidaba más como un equipo de la segunda división, con chances de meter, cada tanto, una campaña que invite a soñar a todo el mundo.

Además, quién te quita lo bailado. Yo estaba en el Nuevo Gasómetro el día que Ariel Cólzera le picó la pelota al arquero Sebastián Torrico con el resultado 1 a 1 entre el campeón San Lorenzo y el Colectivero. Cuarenta mil personas enmudecieron, incluyendo a Marcelo Tinelli que estaba unas filas atrás con Guillermina Valdés. Si entraba, hubiera sido un batacazo tan grande como contra Independiente en Villa Sarita.

Eso también es misionerismo. Cuánto orgullo hubiera significado para los misioneros y cuánta inspiración para los pibes que juegan el fútbol en cualquier cancha de tierra colorada (al final, lo ganó el Cuervo 2 a 1). El partido lo había abierto José Dujaut, misionero y de las inferiores. Un joven luchador, educado, muy modesto, a quien también se le achicaron las posibilidades de desarrollo como futbolista profesional con la caída de los clubes misioneros.

El Estado misionero tenía los recursos

Desde el rol de periodista económico devenido en periodista deportivo es que digo esto: Misiones tenía con qué seguir apoyando a sus dos clubes grandes y darles muchas posibilidades para que hoy estuvieran peleando su permanencia en la segunda división del fútbol: la B Nacional. La categoría natural de Crucero en la época en que Koropeski estaba entusiasmado. Y un categoría donde quizás a Guaraní, todavía le faltaba dar la talla, aunque en eso estaba.

Pero el Estado fue para otro lado y “mató” al fútbol profesional misionero o, como mínimo, lo hirió de muerte. 

Primero fue a Crucero, cuando Maurice Closs decidió retirarle el apoyo justo cuando estaba en Primera División y lo necesitaba más que nunca. Fue en represalia por la polémica decisión de mudar la localía en los partidos contra River e Independiente, a Chaco. Notable: Apenas empezaba a rodar en Primera un club que apenas una década antes era un club de futsal. Y lo “premiaron” retirándole el apoyo.

Passalacqua, en campaña hacia el sillón de La Rosadita, prometió que en 2016 le iba a restituir esa ayuda económica. Pero no sólo no lo hizo, sino que con la excusa del ajuste que hizo el Estado a comienzos de ese año, le retiró también el apoyo económico a Guaraní.

El flamante ministro de Deportes, Rafael Morgenstern, me explicó las veces que pude recordarle la promesa de Passalacqua, que el Gobierno no iba a dar dinero para que se le pagara el sueldo a futbolistas que venían de afuera.

Morgenstern, que siguió corriendo carreras de Súper TC2000 en ese primer año como funcionario. El todavía piloto de carreras, que muy celoso del dinero que podía ir al sueldo de un jugador “foráneo”, tiempo después se autocompró viandas en su restó Tihuana para los Juegos Misioneros que él mismo organizó como ministro. Quizás era para ahorrar y cuidar el mango al máximo.

Ese 2016 inicial de Passalacqua, es cierto, fue un año económico difícil. Misiones tuvo por primera vez en mucho tiempo un déficit primario. Significa un rojo o una diferencia -negativa-, entre lo que entra y lo que se gasta, antes de pagar la deuda que en el caso de Misiones es pequeña y está casi toda en pesos (gracias a la buena gestión del Gobierno).

Pero aún así, Misiones tenía para apoyar las campañas de Crucero y Guaraní. Da la sensación de que ahí primó la cautela política de Hugo Passalacqua, que no quería pelear el proyecto de apoyar al fútbol con gente de bien arriba. Y bien arriba de Passalacqua está Carlos Rovira, como todo el mundo sabe.

La inexplicable ausencia de discusión sobre éstos -y otros temas- que se da en Misiones, hizo el resto. Se liquidó al fútbol profesional sin que hubiera ni siquiera un debate. Por supuesto, la caída iba a ser gradual y no se iba a notar de un día para el otro. Pero era inexorable.

Cuando desenchufás la heladera, la comida tampoco se pone fea inmediatamente.

¿De cuánto dinero estamos hablando?

¿Era mucho dinero el que tenía que poner el Gobierno para ayudar a sostener los proyectos deportivos de Crucero y Guaraní?

Para el Estado misionero superavitario, estamos hablando de una cifra muy razonable y afrontable. En aquel momento donde todavía había “vacas gordas” el Estado le daba a cada uno de los clubes, el equivalente a lo que hoy serían entre 10 y 15 millones de pesos al mes. Es decir: 30 millones de pesos al mes en total y 360 millones de pesos al año para ambas entidades.

Supongamos que a valores de pandemia, donde el fútbol está devaluado y los contratos se recortaron en todo el mundo. Hoy estamos hablando de solamente 200 millones de pesos anuales para ambas entidades.

El Presupuesto del Estado Misionero para el 2021 es de 152.000 millones de pesos. Es decir, esa cantidad representaba apenas poco más del 1 por mil de los recursos del Gobierno.

Al Ministerio de Deportes para este año le aprobaron un presupuesto de 618 millones de pesos en 2021. Rentas recaudó el mes pasado 5.110 millones de pesos en junio y los ingresos por Coparticipación fueron 10.293 millones de pesos.

El Estado con frecuencia no sabe qué hacer con el dinero y lo termina destinando a obras o iniciativas que no “prenden” en la gente. No está mal, porque hay que intentarlo. Es común ir por el interior y ver playas deportivas donde nadie está jugando al fútbol o al básquet. Gimnasios que se usan poco o nada en pequeños caceríos y pueblos, porque la vida hoy pasa por las redes sociales y los espacios de encuentro no convocan como hace 20 o 30 años atrás.

El domingo visité las Ruinas de Corpus, con su nuevo centro de interpretación. No había nadie, a pesar de que estamos en vacaciones y la gente no se movió a otros lugares por la pandemia.

Pero el fútbol, Crucero y Guaraní si movilizaban a la gente, de manera creciente. Era poner un peso para generar 2. Era motivar a los jóvenes, era transmitir valores para ayudar a alejar a la juventud de la droga y el alcohol. Pero no lo entendieron.

No supo ver el aporte al Deporte y los chicos de toda la provincia

El Gobierno falló en ver a este aporte como una inversión para promover el deporte, la vida sana, la cultura familiar y misionera. También, como un aliciente para que miles de chicos en toda la provincia puedan ir a jugar al fútbol a Crucero, Guaraní y también a otros clubes de la provincia, que por un efecto “derrame” también hubieran crecido.

Cuando una provincia tiene clubes en la alta competencia, llegan hasta aquí profesionales que ayudan a todo el mundo a evolucionar. Entrenadores que fueron jugadores de Selección o jugaron la Champions League para algún club grande de Europa.

Sebastián Rambert, por ejempo, cuando era DT del Colectivero, desarrolló un sistema de edición de videos durante el partido que le copió al alemán Jurguen Klopp, o más importante, ayudó a diseñar un plan para las inferiores de Crucero del Norte revolucionario.

Y como él, cada uno que venía dejaba lo suyo y hacía crecer a cientos de entrenadores, profes, nutricionistas, kinesiólogos, psicólogos, periodistas, editores de video, relatores, locutores y más.

Sin contar el trabajo de la prensa, la televisación nacional, la aparición esporádica en los medios de Buenos Aires. El trabajo de la policía, el personal de los clubes, y por supuesto el movimiento turístico en hoteles, restaurantes, etc., cada vez que un equipo pisaba suelo misionero. El equipo visitante, cuerpo técnico, asistentes, dirigentes, allegados e hinchas (en el caso de que estuvieran permitidos).

Y lo más importante que puede dar un club con los colores misioneros, sean rojo y blanco, o amarillo: las ilusiones, sueños y posibilidades de miles de chicos misioneros que hoy podrían probar suerte en Crucero o a Guaraní. Chicos de toda la provincia cumpliendo un sueño cerca de la casa de sus padres.

Crucero llegó a competir en Divisiones Inferiores AFA con una formidable inversión, enviando buses con adolescentes para jugar contra otros adolescentes que hoy están en primera y algunos ya se fueron a Europa.

Toda esa estructura prácticamente se desmanteló y volver a ponerla en marcha es muy difícil. Ya ni siquiera con dinero se puede hacer. Había mucho trabajo de largo plazo detrás. Trabajo que se perdió para siempre.

“El otro día probamos a 400 chicos y sólo podíamos albergar a 15, no sabés la ilusión que tenían todos, se me partía el alma”, explicó Mirta Paraiba, actual videpresidenta de Guaraní y una de las mujeres que sostiene heroicamente lo que queda del fútbol misionero, ya semi-profesional. Se refería a una prueba que hizo el club en marzo, donde convocó a chicos de toda la provincia.

Paraíba y todo Guaraní hoy por hoy se está peleando con algunos funcionarios de la Municipalidad de Posadas para que les cedan un predio cercano al aeropuerto que hoy no se utiliza. Increíble.

En Guaraní o en Crucero no se pueden dar el lujo de decirles a muchos funcionarios lo que piensan verdaderamente. Tienen que seguir trabajando y aceptando las ayudas que puedan acercarles. Como una dádiva imprescindible para sostener las ruinas.

“Sin el apoyo del Estado sería imposible”, dijo Roberto Enríquez en la conferencia de prensa  donde presentó al plantel con el que Guaraní A. Franco iba a competir en la B Nacional por primera vez tras casi tres décadas de deambular en divisiones semi-amateurs. Fue el 29 de julio del 2014 en el hotel Julio César.

Y lo que dijo era cierto. Pero un día el Estado misionero se retiró y el fútbol se vino abajo.

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