Un país celebra, la Selección Argentina por fin se pudo sacar la mufa de encima y logró su primer título en 28 años ayer al ganarle a Brasil 1 a 0 nada más y nada menos que en el mítico Maracaná.
Fue un título más especial que las últimas dos Copas Américas alzadas por la celeste y blanca en Chile (1991) y Ecuador (1993). Quien haya vivido aquellas conquistas se habrá dado cuenta ayer al salir a la calle a festejar. Ayer se respiraba otro aire, fue mucho más que una Copa América.
Todo el mundo rogaba que se le diera a la Selección por Lionel Messi, ya con 34 años y empezando a perfilar el final de su carrera. Todos vimos a un Messi que en este momento es jugador libre (no tiene contrato con el Barcelona) pero no le importa. Lo único que quería era ganar con los colores de su país. Enchufadísimo.
Y por último, fue un título especial porque la Argentina está atravesando una crisis enorme, muy dificil. Como en Italia 90, ese Mundial que no fue pero que despertó en los argentinos una épica y una unión muy pocas veces vista. Todo en medio de la crisis que terminó anticipadamente con el mandato de Alfonsín y con un gobierno de Carlos Menem que también enfrentaba un proceso de hiperinflación.
En ambas ocasiones, la Selección bajó un mensaje, algo que tocó a todos. Y lo dijo ayer Lionel Scaloni, en unas breves declaraciones tras la coronación. El DT tan resistido por ser un novato sin experiencia ni jerarquía para manejar semejante grupo de jugadores consagrados, dejó el mensaje de esta epopeya que es mucho más que un título:
“Los argentinos, cuando nos unimos, podemos hacer grandes cosas”.
Plan B