Hoy se publicó en el diario La Nación el informe de Plan B sobre la industria papelera y celulósica y la llegada de casi 200 millones de dólares en inversiones a las dos empresas más importantes del sector: Arauco Argentina y Papel Misionero.
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Tras la pelea con Botnia. Las inversiones forestales vuelven a Misiones
Dos de las principales empresas papeleras y celulósicas destinarán casi US$200 millones en inversiones para modernizar sus plantas que quedaron ya lejos de los estándares internacionales.
0 de julio de 202100:59
Martín Boerr PARA LA NACION
Luis Pagani, titular de Arcor, anunció hace unas semanas un desembolso de US$20 millones para instalar una nueva planta dentro del predio industrial que su controlada Papel Misionero tiene en la localidad misionera de Capioví. En tanto, Arauco Argentina, la planta de celulosa más grande del país, ejecuta desde comienzos de 2021 una inversión de US$150 millones para modernizar integralmente la planta de la localidad misionera de Puerto Esperanza, que comenzó a funcionar en 1982 con el nombre de Alto Paraná. Esta planta produce 350.000 toneladas de pasta celulósica al año y es -por lejos-, la foresto industria más grande del país.
En el caso de Arcor, la inversión en Papel Misionero se destinará a producir bolsas multipliego (las que se usan para cemento, azúcar o harina en formatos de 25 o 50 kilos), que hoy se importan. A partir del primer trimestre de 2022, cuando la planta esté funcionando, estas bolsas se venderán a terceros clientes del conglomerado de envases de Arcor y también se exportarán, generando divisas.
INDUSTRIA FORESTAL. INVERSIONES MILLONARIAS Y UN PLAN 2030 PARA IMPULSAR LA LLAMADA “VACA VERDE”
Al ser una multinacional líder en el rubro golosinas y alimentos, Arcor consume tanto papel y cartón para envases que tiene su propio conglomerado industrial dedicado a este rubro, llamado Cartocor, con 6 plantas industriales.
El año pasado este conglomerado facturó $48.000 millones, sin contar el negocio de abastecimiento a Arcor. Es el mayor productor de papel del país, con 260.000 toneladas anuales.
En abril de 2017 Cartocor adquirió por US$230 millones a Zucamor, su principal competidor, y se quedó con las 7 plantas industriales entre las que se encontraba Papel Misionero, la más grande de todo el conglomerado Cartocor-Zucamor, que además, incluye 23.000hectáreas de forestaciones. Es la única planta integrada que produce la pasta celulósica que luego se transforma en papel kraft liner (papel marrón resistente para cajas de cartón corrugado) y zack kraft (papel para bolsas).
Las inversiones combinadas de Arauco Argentina y Papel Misionero tienen dos cosas en común, además de estar localizadas en Misiones. La primera es que responden a una coyuntura excepcional del mercado internacional foresto industrial. Al igual que sucede con la soja y otras commodities que alcanzaron precios récord, la tonelada de pasta celulósica está en niveles máximos tras un desplome en el 2018. Lo mismo sucede con otros productos derivados de la madera. Todo va para arriba en el mercado foresto industrial mundial. El mundo demanda cada vez más madera, papel y cartón.
La explicación es simple: lo mismo que pasó en la Argentina sucedió en el resto del mundo con la pandemia del Coronavirus. La gente se tuvo que quedar en el hogar y empezó a mejorar su casa o a pedir más delivery, gran consumidor de papel y cartón.
“Todos los mercados están estables o creciendo, las perspectivas en Brasil, Chile e incluso en la Argentina es incremento de precios y volúmenes de venta”, explicó Gianfranco Truffello, Chief Financial Officer del grupo Arauco en una conference call con analistas de Wall Street el 1° de junio pasado. La compañía facturó US$1346 millones en enero-marzo de 2021.
Gran potencial
El otro punto en común es que, estas inversiones, constituyen apenas un pálido reflejo del potencial foresto industrial de los desembolsos que podría captar la Argentina, coinciden todos en el sector.
En el mercado foresto industrial todos dicen que se podrían instalar 2 y hasta 3 plantas de pasta celulósica de un millón o un millón y medio de toneladas anuales. Es decir, casi tres veces lo que hoy produce Arauco cada una.
“Las inversiones podrían ser 10 o 20 veces más, la Argentina tiene todo para recibir miles de millones de dólares en inversiones en este sector y generar más trabajo. Lo que se necesita es siempre lo mismo: el remanido tema de la seguridad, que lo que te dan o no te dan hoy te lo van a mantener igual por 20 años, sin cambios”, dijo a LA NACION Osvaldo Vasallo, titular de la Asociación Forestal Argentina (AFOA),cámara que aglutina a las grandes industrias forestales-
AFOA realizó un Plan Estratégico 2030 con proyecciones del potencial crecimiento del sector foresto industrial si se remueven algunas trabas a la llegada de las inversiones. No dudaron en llamarlo “Vaca Verde”, jugando con la similitud de “Vaca Muerta”, sobre todo por el potencial para generar divisas y puestos de trabajo. “Se pueden captar inversiones por unos US$7000 millones, logrando un incremento de las exportaciones en US$2600 millones y la creación de 186.000 empleos de calidad. Además, contribuir a la mitigación del Cambio Climático mientras se produce de manera sustentable”, explica Vasallo, sintetizando lo que piensan también en cámaras como la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel (AFCP).
“Estas inversiones son importantes, pero mucho más es el potencial que tiene el sector si se remueven algunos escollos, a la Argentina podrían venir muchas inversiones en foresto industria”, le dijo a LA NACION, Pablo Ruival, country manager de Arauco Argentina, el gigante del sector, quien sucedió a Mainardi al frente de la filial local desde noviembre de 2019.
La división local de la chilena Arauco tiene la planta de pasta celulósica de Puerto Esperanza, la planta de tableros de Puerto Piray (el aserradero más grande de la Argentina) y otra planta en Zárate. Además, posee 255.000 hectáreas de pino y bosques implantados en Misiones.
Una de las cuestiones que señala Ruival como fundamentales para allanar el terreno a la llegada de inversiones es la modificación de la ley de Tierras, de manera que permita habilitar la adquisición de grandes extensiones de forestaciones en Corrientes y Misiones a los inversores externos. “Nadie va a invertir US$2000 millones en una planta de pasta celulósica si no es dueño de una buena parte de la materia prima para esa industria, es como construir un edificio y no tener el título del terreno, sencillamente es muy inseguro”, explican en el sector.
Primer proyecto
Arauco Argentina está invirtiendo US$150 millones desde este año y hasta el año próximo en la planta productora de pasta celulósica de Puerto Esperanza. Se están construyendo nuevas oficinas, instalaciones industriales, cambiando el turbogenerador (produce su propia energía 30 MW). “Vamos a ganar en confiabilidad, mejoras medioambientales, seguridad operacional pero muy poco en mayor volumen”, señalaron en Arauco.
Arauco Argentina empezó a producir en 1982, por aquel entonces se llamaba Alto Paraná y sus dueños eran una docena de empresas papeleras de todo el país, con Celulosa Argentina a la cabeza. Miles de inversores y productores forestales empezaron a plantar árboles en aquellos tiempos, bajo la promesa de que las forestaciones serían una de las mejores inversiones a largo plazo. Los árboles en Misiones crecen muy rápido y a los siete años ya están aptos para el primer corte (raleo) y a los 14 años se cortan los más gruesos y de mayor valor agregado.
En los años ’90 con la convertibilidad, la planta entró en crisis junto a sus accionistas más fuertes, como Celulosa, y Alto Paraná fue vendida al grupo Citicorp Equity Investment, que tras un tiempo se desprendió y lo cedió a la chilena Arauco en 1996.
La casa matriz de Arauco la iba a usar como un trampolín para una espectacular expansión regional. Cuando los árboles crecieron, la Argentina superó la crisis de 2001-2002 y estaba todo listo para la llegada de una nueva ola de inversiones en ese sector en la Argentina, apareció el conflicto por la instalación de la pastera Botnia en Uruguay y el rol de Néstor Kirchner en esa pelea, que decidió jugar en contra de las pasteras. Esto, dicen, paralizó las inversiones en el sector durante más de diez años.