Por Marcelo Berenstein
Hasta el 2021, el público y el periodismo deportivo argentino tenia una relación de amor/odio con Messi, Di María y compañía.
Décadas sin ganar la Copa del Mundo y la Copa América, incluyendo 3 finales perdidas construyeron un halo de desconfianza que se acentuó con la llegada de Scaloni a la dirección técnica. Sin embargo, el DT hizo oídos sordos al afuera y construyó una selección arrolladora que ganó todo lo que jugó y transmutó la desconfianza en idilio perpetuo.
En la albirroja, hasta la llegada de Alfaro, todo era desazón y sinsabores añejados en años de malos resultados y pérdida de la garra guaraní. Sin embargo, en pocos partidos el nuevo DT logró generar un aura de optimismo y confianza que se extendió a la afición.
¿Scaloni y Alfaro hicieron magia? No. Simplemente, pusieron el foco en la reconstrucción de la autoconfianza a nivel interno y convencer a los suyos del poder de sus capacidades. Cuando el adentro comenzó a solidificarse, el afuera captó el cambio y comenzó a confiar y creer.

El presidente Santiago Peña suele repetir alegremente que a los paraguayos les falta autoestima y confianza.
Difícil creer (por no decir imposible) cuando el cambio no va de adentro hacia afuera. La democracia paraguaya no hizo, salvo excepciones, grandes esfuerzos por renunciar a los viejos vicios que la malforman.
A lo sumo, como si fuera una vedette en decadencia, se maquilla en exceso, y en época de instantaneidad, el humo palabreril se multiplica a la enésima potencia.
Santi tendría que decidir si quiere que nada cambie o si construye la “SantiPeñeta”. Si elige esta opción, debería cambiar sacar del equipo a narcos, corruptos, contrabandistas y arrancar de cero con jugadores con más historia y menos prontuario. Ojalá…
*Por Marcelo Berensetin, socio de NextMedia
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Plan B/ 17-10-2024