El ultraconservador José Antonio Kast Rist, de 59 años, fue elegido presidente de Chile en las elecciones celebradas este domingo (segunda vuelta), impulsado por el creciente temor a la delincuencia y la inmigración descontrolada, lo que convierte a este país en la última nación latinoamericana en dar un giro radical hacia la derecha.
Con 83,4% de los votos escrutados, Kast obtuvo cerca de un 59%, seguido por la comunista Jeannette Jara con alrededor de 41%, según el organismo electoral Servel.
Kast, hijo de inmigrantes alemanes de la posguerra, asumirá el cargo el 11 de marzo con la promesa de un “gobierno de emergencia” para tomar medidas drásticas contra la migración irregular y reducir los impuestos y el gasto público.
A nivel regional, su triunfo representa la última reprimenda a la izquierda en América Latina después de que el partido de Javier Milei ganara las elecciones de mitad de mandato en Argentina y Rodrigo Paz pusiera fin a 20 años de gobierno socialista en Bolivia.
Abogado de formación, fundador del Partido Republicano y por 16 años diputado chileno, Kast no tiene experiencia en el Poder Ejecutivo.
Kast inició su carrera a comienzos de los años 90, recién egresado de Derecho en la Universidad Católica, en plena transición democrática. Ingresó a la UDI, fundada por Jaime Guzmán —a quien suele citar como una de sus principales influencias—, y escaló posiciones con rapidez: fue dirigente juvenil, concejal en Buin y luego diputado durante cuatro períodos consecutivos. Allí se consolidó como un dirigente disciplinado, conservador y con fuerte anclaje territorial.
La ruptura con la UDI, en 2016, marcó un punto de inflexión. Convencido de que la derecha tradicional “había perdido sus convicciones”, decidió construir un proyecto propio, que años más tarde cristalizaría en el Partido Republicano.
Trama familiar
La historia personal y política de Kast está atravesada también por una trama familiar de fuerte presencia pública. La figura más influyente fue su hermano mayor, Miguel Kast, uno de los economistas clave de los años 80 y miembro de los “Chicago Boys”. Fue ministro de Planificación, presidente del Banco Central y un actor central de las reformas de mercado durante la dictadura.
La familia arrastra además una controversia histórica: su padre, Michael Kast Schindele, llegó a Chile en los años 50 tras haber servido en la Wehrmacht, las fuerzas armadas de la Alemania nazi. Documentos del archivo federal alemán revelaron su afiliación al Partido Nacionalsocialista en 1942, un antecedente que reaparece en cada ciclo electoral. Kast ha sostenido que su padre “fue un soldado que siguió órdenes” y “no un nazi activo”, buscando separar el contexto histórico de la biografía personal.
Más allá de esa sombra, los Kast se integraron rápidamente en Chile. Se establecieron en Buin, donde Michael Kast abrió una fábrica de embutidos, y se vincularon estrechamente con la comunidad local, la parroquia y el movimiento de Schoenstatt. En ese entorno católico, austero y disciplinado creció José Antonio Kast, el menor de diez hermanos.
Ese arraigo sigue siendo parte central de su identidad pública. Está casado con Pía Adriasola, es padre de nueve hijos y uno de ellos, José Antonio “Toño” Kast Rist, fue electo diputado el 16 de noviembre, consolidando la continuidad del clan en la política chilena.
Ese mundo familiar y religioso tiene también una proyección concreta en Buin. A través de la empresa familiar Inmobiliaria Padua, Kast es accionista de la Sociedad Educacional Campanario, sostenedora del Colegio Campanario, un establecimiento particular vinculado al movimiento de Schoenstatt.

En el directorio figuran su esposa y uno su hijo “Toño”, mientras que la presidencia está en manos de Andrés Palomer, dirigente cercano al Partido Republicano. La participación en el colegio —que ha registrado utilidades en los últimos años— aparece de manera recurrente en el debate público: para sus críticos, expone la superposición entre convicciones, educación privada e intereses económicos; para su entorno, es una expresión de coherencia entre vida personal, fe y proyecto político.
Ya en clave de gobierno, Kast ensaya una definición que busca transmitir pragmatismo y urgencia.
En una entrevista reciente con el diario La Nación, lo resumió así: “Este futuro gobierno es un gobierno de emergencia. Todas aquellas materias que nos dividan las vamos a dejar de lado para enfrentar los problemas sociales urgentes. Estamos mirando hacia el futuro”.
Plan B / Bloomberg en Linea / La Nación 14-12-2025

