Por Leandro Contento (Para La Nación)
“Romy, venite urgente para casa, que algo le pasó a Cristian”. Eran las 22.58 del 2 de abril del 2002 cuando sonó por primera vez el celular de Juan Román Riquelme. Román, con lógica implacable, le dijo que era imposible. Que estaba concentrado, que debía jugar al día siguiente. “Cristian no volvió y dicen que lo secuestraron”, insistió María, su mamá, con la voz entrecortada.
El 10 pidió permiso y se fue del hotel. En su camioneta, cuando volvía a su casa familiar en el barrio San Jorge, en Don Torcuato, recibió un nuevo llamado. Esta vez no era su madre sino Félix Nicolás Díaz, uno de los secuestradores. “Tenemos a tu hermano. Nos das 200.000 dólares y lo devolvemos. Si no…”. Horas después, el caso Cristian Riquelme acaparó la atención de todos los noticieros.
Hasta ese día, poco y nada se sabía sobre él. Román es una persona reservada que, desde su debut en Boca en 1996, mantuvo a su familia alejada de los flashes. Cristian había aparecido una sola vez en un medio de comunicación. Fue en septiembre de 1999, tras ser elegido el mejor jugador de la Nike International Cup Sub 14, jugando para Platense.
La tarde del secuestro, Chanchi, el tercero de los diez hermanos Riquelme, manejaba un Peugeot 206 cuando fue interceptado por dos delincuentes a 50 metros del peaje de Panamericana y 202, también en Don Torcuato. Diego Maradona, Martín Palermo y Juan Sebastián Verón fueron algunas de las estrellas del deporte que pidieron por la liberación del joven, mientras que Mauricio Macri, quien había sido víctima de un hecho similar en agosto de 1991, también se ofreció a colaborar. Tras casi 24 horas de negociación entre Román y los captores, el futbolista abonó 120.000 dólares de rescate y Cristian regresó a su casa en perfectas condiciones.
Luego de ese episodio, el propio Riquelme se encargaría de que la imagen de su hermano, de 18 años, no volviera a aparecer en televisión. Más de dos décadas después, y acostumbrado a moverse en las sombras, Cristian lograría transformarse en el personaje más poderoso del Mundo Boca, con facultades que exceden largamente a las de cualquier empleado de la institución (percibe un sueldo como integrante del Consejo de Fútbol) y con incidencia directa en el 90% de las áreas del club; desde Prensa y Relaciones Públicas hasta la Secretaría General, pasando por Peñas y Filiales. Chanchi -como lo apodan- maneja y controla, además, la indumentaria oficial de Boca, las entradas de protocolo y la línea editorial de los contenidos digitales.
“El verdadero presidente es Cristian, no Román”, coinciden en los pasillos de la Bombonera, aunque no dudan en afirmar que Chanchi es, por capacidad y visión de poder, “el mejor de los Riquelme”.
Cristian Damián Riquelme nació en Buenos Aires el 30 de septiembre de 1983, tiene 40 años y es empleado de Boca desde principios de 2020. Forma parte del staff que trabaja diariamente en el Centro de Entrenamiento de Ezeiza, aunque su ascendencia excede largamente las fronteras del predio.
En el último año y medio, incluso, logró desplazar ni más ni menos que a Jorge Amor Ameal como máxima autoridad del club, rol que seguirá ejerciendo con el respaldo de su hermano durante los próximos cuatro años. Al igual que Florencia, Agustín y Lola, los tres hijos de Román, Chanchi es socio del Xeneize desde el 22 de abril de 2016. Obtuvo su carnet de activo N° 220.548 durante la presidencia de Daniel Angelici, el principal enemigo público de JR, y sin haber pasado antes por la categoría de adherente.
Pese a tener gran injerencia en el armado de la lista (fue quien coordinó la junta de firmas para la oficialización de la agrupación Soy Bostero), Cristian no formó parte de la boleta oficialista. ¿El motivo? Tanto el Estatuto General como el Reglamento de Comicios del club impiden la participación como elector o candidato a todo socio que ocupe un cargo rentado dentro de la institución. En caso de renunciar, debe pasar un año para poder presentarse a elecciones.
De todos modos, Chanchi fue el principal consejero de Román en el último lustro de carrera del 10 y en 2019 fue una de las personas designadas por el ídolo para llevar adelante las negociaciones con los diferentes candidatos a presidente. El astro tenía decidido incursionar en la política y antes de pactar con Jorge Ameal escuchó las propuestas de Daniel Angelici y José Beraldi. Tiempo después, ambos dejaron entrever que Román, a través de sus voceros, les había exigido dinero para acompañarlos en la fórmula.
Tras la asunción de Riquelme como vicepresidente del Xeneize, Chanchi fue nombrado como empleado y se convirtió en el principal asesor de su hermano mayor y en un actor central en el día a día del club.
Durante los primeros meses de la gestión, Cristian recorrió cada rincón del predio de Ezeiza para tomar nota de las obras que hacía falta realizar, como el nuevo sistema de drenaje de los campos de juego que utiliza la Primera y la refacción del SUM y el gimnasio central. “Chanchi es como Karina Milei. El presidente es el hermano, pero las decisiones importantes pasan todas por sus manos”, grafica ante la consulta de LA NACION un directivo de peso de la nueva dirigencia.
Pero Cristian Riquelme es mucho más que el fiel consejero de Román. Es la persona de mayor confianza del presidente y quien tiene la última palabra en el 90% de las resoluciones que toma el club. De hecho, fue quien estuvo detrás del acuerdo millonario con la firma de juegos de azar Betsson, que desde junio de 2023 es el principal sponsor del cuadro azul y oro.
Si bien Boca Predio construyó su propio imperio en el Centro de Entrenamiento de Ezeiza, Chanchi fue su brazo ejecutor en las oficinas de Boca Brandsen, donde funciona la parte institucional del club. En cuestión de meses, Cristian pasó de ser un aprendiz de Ricardo Rosica, el secretario general del club, a ocupar directamente el rol del directivo, que, sin oponer resistencia, comenzó a trabajar bajo su órbita. Chanchi y Rosica están imputados por la fiscal Celsa Ramírez en el marco de una causa por asociación ilícita que engloba, entre otros delitos, la reventa de entradas.
Rosica fue durante años el dirigente de mayor confianza de Jorge Amor Ameal. De hecho, en 2019 no solo fue designado al frente de la Secretaría General del club, sino también al mando de la Fundación Boca Juniors (ex Boca Social) y como representante del Xeneize en el Comité Ejecutivo de la AFA, la Liga Profesional de Fútbol y la Conmebol. Vecino de Berazategui, Rosica conoció a Ameal hace más de dos décadas, cuando el empresario gastronómico era cliente de su lavadero de autos. En 1997 ingresó al club como colaborador y desempeñó diferentes roles bajo el paraguas protector del actual vicepresidente.
Rosica supo tender buenos vínculos con los Riquelme y, encandilado por la imponencia del 10, a mediados de 2022 decidió romper relaciones con Ameal para jugar abiertamente en favor del máximo ídolo xeneize. Rosica creía ser el candidato a presidente de la boleta de Román, pero a último momento fue relegado al cargo de secretario general. Así, JR continuará al mando del Consejo de Fútbol y será Chanchi Riquelme, en los hechos, quien maneje la institución.
“Hay que terminar con estas cosas que se escuchan y se ven, como que de golpe Chanchi Riquelme, que nadie sabe quién es y al que nadie votó, es el que maneja el club”, repitió Mauricio Macri durante gran parte de su campaña electoral. Pero Cristian Riquelme es, en realidad, un viejo conocido del Mundo Boca.
En 2001, Chanchi llegó a practicar con la Primera del Xeneize bajo la conducción técnica de Carlos Bianchi. Tenía 18 años, jugaba en la Quinta División de Platense y, como rondaba un paro de futbolistas y además estaba lesionado, comenzó a moverse en Casa Amarilla bajo la supervisión del histórico kinesiólogo boquense Rubén Araguas. “Mi hermano tiene muchas condiciones. Ojalá juegue dos o tres Mundiales. Pero es medio vago, no le gusta ir a entrenarse”, contó Román en 1998.
Cristian es el tercer hermano del clan familiar de los Riquelme: Juan Román, Mercedes Mariana, Cristian Damián, Diego Luis, Elizabeth Beatriz, Gastón Alejandro (hoy fotógrafo de Boca), Karen Giselle, Ricardo Sebastián (juega de enganche en Almirante Brown) y Cecilia. A principios de 2002, apadrinado por Enrique Hrabina y Luis Abramovich, se entrenó cuatro meses en Buenos Aires con los colores de Almirante Brown de Arrecifes, de la B Nacional, pero no debutó oficialmente porque Platense estaba inhibido y no pudo cederle el pase.
Mucho más extrovertido que su hermano mayor, simpático y entrador, Cristian no tenía la técnica de Román pero era más rápido en los desplazamientos y muy veloz mentalmente.
Jorge Rodríguez, el descubridor de los Riquelme, estuvo a punto de llevarlo a Independiente, pero finalmente lo ubicó en Platense. Rodríguez lo conocía de La Carpita, un club de baby fútbol en la Estación Tropezón de San Martín, y depositó todas sus fichas en él pese a que estaba advertido de su inconstancia.
“No me gusta correr mucho. Cuando no tengo la pelota, yo no corro. Mi hermano me insiste para que me ponga las pilas y para que vaya a practicar todos los días. Ahora trato de no faltar, pero me gusta más jugar en el barrio que ir al club”, reconocía por entonces Cristian, el niño mimado de Román.
Problemas de lesiones, sumados a la situación institucional de Platense y a su escaso apego por los entrenamientos, llevaron a Cristian Riquelme a despedirse de las canchas de manera anticipada. Antes de tomar la decisión probó suerte en Racing y en Argentino de Merlo, en la Primera C, pero no se le dio.
En el medio, Román fue transferido a Europa y Chanchi Riquelme viajó tras sus pasos. Lo acompañó en Barcelona y también en Villarreal, modesto equipo español que bajo la batuta del 10 obtuvo la Copa Intertoto y cayó frente al Arsenal en las semifinales de la Champions League.
En 2008, tras el regreso de Riquelme a Boca, Cristian comenzó a trabajar a la par del empresario Daniel Bolotnicoff, el representante del ídolo y actual asesor del Consejo de Fútbol del Xeneize.
También ofició de vocero de Román y como nexo con la prensa. En 2014, por ejemplo, cruzó públicamente a Daniel Angelici por las desavenencias en las charlas por el nuevo contrato de Román. “Podrido de la novela que hacen siempre con mi hermano. Que la plata, el tiempo, bla, bla… Si le importara tanto la plata, no hubiese vuelto a los 28 años. Se quedaba en Europa hasta pasados los 30 años, no devolvía los sueldos por una lesión ni jugaba un año gratis. Cuánta mentira, ya cansan”, disparó.
En marzo de ese año, dos meses antes de la despedida de Riquelme frente a Lanús, Cristian abrió su propio local bailable con el inquebrantable apoyo de Román: La Noche Disco, una bailanta ubicada en el kilómetro 27,5 de la Panamericana, sobre la Colectora Oeste del Ramal Pilar. Por allí desfilaron artistas como Pablo Lescano, Karina y Daniel Cardozo, además de futbolistas como David Trezeguet, el Kun Agüero y el propio Román. LND cerró sus puertas en marzo de 2020, tras la declaración de la pandemia por Covid, y Cristian comenzó a dedicarse de manera exclusiva a sus quehaceres en el club. En principio, Chanchi sería uno de los encargados del área de Indumentaria. Sin embargo, rápidamente se convertiría en los ojos del vicepresidente tanto dentro como fuera del predio.
Salvo excepciones, ningún directivo de Boca tuvo acceso libre al Centro de Entrenamiento de Ezeiza durante los cuatro años de gestión de Ameal.
Solo el presidente -que lo frecuentaba poco-, el secretario Rosica y el vocal Orlando Giménez, a cargo del Departamento de Legales. Chanchi hizo del predio el patio de su casa y mantuvo a Román alejado de las cuestiones domésticas.
Se ofreció como nexo entre el Consejo y los periodistas y puso el ojo sobre los comentarios de cada uno, tanto en los medios como en las redes, respecto de la figura de Román.
En 2021, Ameal tomó conocimiento de una supuesta amenaza de Chanchi Riquelme contra un reconocido periodista, relator y conductor de televisión. El mensaje que llegó a oídos del presidente era contundente e intimidante. Una advertencia para que no volviera a hablar mal de su hermano ni de ningún integrante de la familia. El fin de semana siguiente aparecieron pasacalles dentro y fuera de la Bombonera con leyendas contra el periodista. Ameal tomó cartas en el asunto y evitó que el escrache fuera mayor.
“Chanchi es vivo, escucha todo y aprende. Le falta política, pero es pillo y muy ambicioso”, aporta otro miembro de la CD. Y agrega: “A Chanchi le enseñás a manejar y al otro día te saca a dar una vuelta”. Esa ambición de poder lo llevó a convertirse en el líder absoluto de la nueva dirigencia, incluso por encima de Román. Sin el OK de Chanchi, ningún área del club puede tomar decisiones de manera independiente. Desde la compra de elementos para una actividad, la redacción de un comunicado de prensa o la realización de una obra. Ante esta situación que muchos consideran “injusta”, algunos dirigentes aguardan el reparto de cargos para saber qué será de sus vidas a partir de entonces. En especial, quienes también formaron parte de la gestión de Jorge Ameal. El vice no tiene diálogo con el presidente y aborrece a su hermano menor.
En el último tiempo, además, Chanchi Riquelme quedó en el ojo de la tormenta tras ser imputado junto a Rosica en una causa por asociación ilícita, defraudación al club y reventa de entradas. El expediente es llevado adelante por el Ministerio Público Fiscal y el Juzgado porteño N° 10 y surgió a partir de una denuncia anónima realizada en octubre de 2022 en la previa del Boca-Independiente que culminó con la consagración del Xeneize en la Liga Profesional.
Tras una primera etapa de investigación, que incluyó operaciones encubiertas y escuchas telefónicas, la Justicia ordenó el allanamiento de la casa de Cristian Riquelme, en un barrio cerrado de Pilar, y en tres dependencias de la institución: el Alberto J. Armando, la Bombonerita y el polideportivo Quinquela Martín, frente al complejo Pedro Pompilio. El 17 de agosto pasado, efectivos de la Gendarmería Nacional irrumpieron en el domicilio de Chanchi en busca de elementos probatorios. No lograron secuestrar su celular (adujo que se lo habían robado la noche anterior), aunque sí le fueron confiscadas 97 tarjetas de ingreso a la Bombonera, pulseras con acceso VIP a la confitería del estadio, indumentaria deportiva con los colores del club -que serían de la despedida de Román-, dos notebooks y una tablet.
Un mes y medio después, mientras manejaba rumbo a Ezeiza para viajar con una comitiva de Boca con motivo de la final de la Copa Libertadores en Brasil, Chanchi Riquelme fue interceptado por un vehículo particular. Días atrás, Cristian había ofrecido entregar su móvil, aunque la Justicia desconfió de su buena voluntad y creyó que se trataba de otro aparato. Entonces se requirió al Juzgado una nueva requisa para dar con el dispositivo.
“Mi hermano salió de su casa, una camioneta blanca lo siguió y a mitad de camino esa camioneta se le cruzó y lo hizo parar. A mi hermano en el 2002 me lo secuestraron, imagínate el susto que tenía, pensó que lo secuestraban de nuevo”, se quejó aquella vez Riquelme, muy molesto con el accionar judicial. Días después, Sebastián Rodríguez, abogado de Cristian, recusó a la fiscal Celsa Ramírez por “enemistad manifiesta”, pero el juez Pablo Casas rechazó su pedido. Ramírez pisó el acelerador a fondo y citó a indagatoria tanto a Chanchi Riquelme como a Ricardo Rosica, aunque ambos, por diversos motivos, se negaron a declarar.
Pese a todos esos antecedentes, Cristian Riquelme busca imprimirle su sello al nuevo mandato de Román. O como muchos lo ven, un presidente sin cargo.
Fuente: La Nación / 11-1-2024 /Por Leandro Contento