Por Juan Gutiérrez
Cargar la tarjeta SUBE Misionero se ha convertido en una tarea cada vez más desafiante para los usuarios del transporte público en Posadas, especialmente afectados por la inflación que golpea los bolsillos de la ciudadanía.
El motivo es que con las últimas subas del boleto, la carga es muy limitada y la comisión muy baja para los comerciantes que ofrecen ese servicio. Todo esto, encima, en momentos en que se habla que el boleto podría subir fuerte si se quitan los subsidios como anuncio el Gobierno Nacional.
El resultado es que muchos usuarios tienen que pagar la tarifa sin SUBE, o sea 50 pesos más cara, para poder viajar ante la falta de lugares a mano para recargar el plástico.
En Posadas un viaje con SUBE o QR del celular cuesta $150, mientras que el pago en efectivo asciende a $200. El trayecto Posadas-Garupá, el pasaje con SUBE o celular alcanza los $195 y $270 en efectivo. En tanto, el viaje de Candelaria a Posadas o viceversa cuesta $228 con tarjeta o aplicación, y en efectivo, $320.
La crítica más severa recae en el límite máximo de carga, establecido en $600, equivalente a solo cuatro viajes diarios en Posadas. Esto ha generado un escenario complicado para quienes ofrecen el servicio de carga de crédito de la SUBE, enfrentándose a un margen de ganancia reducido por parte de Servicios Urbanos SA, la entidad a cargo de la tarjeta misionera, que no proporciona saldos suficientes para cubrir la alta demanda de recargas.
Plan B recorrió diversos comercios en Posadas y observó una creciente tendencia de locales que dejaron de prestar este servicio. Las razones se centran principalmente en los diferentes márgenes de comisión que varían según la ubicación del negocio. Un almacén en el microcentro, por ejemplo, recibe el 2% de ganancia por cada carga, mientras que un kiosco más alejado obtiene el 2,5% por operación con el posnet.
Nelson, empleado de un reconocido local por la calle Rivadavia y San Martín, expresó su descontento: “Cargábamos aproximadamente 700 tarjetas por día, con una recaudación de $1.500. Ahora el servicio está cortado porque la plata no alcanza, terminamos trabajando más para la empresa que para nosotros, y eso no nos conviene”.
Según Nelson, más del 50% de los usuarios se ven obligados a pagar el boleto en efectivo al encontrarse con el servicio pausado al finalizar su jornada laboral.
Mirta, otra comerciante del microcentro, abandonó el servicio de carga de la SUBE por decisión propia, debido a limitaciones de espacio y a la necesidad de acumular comisiones durante meses para obtener alguna ganancia. “Debía acumular mis comisiones entre 3 y 4 meses para poder ver algo de ganancia”, precisó.
Un punto crítico es el local ubicado en la calle Junín y Córdoba, donde Abel atiende a cientos de personas diariamente. A pesar de ser una fuente de trabajo, el comerciante señala que el límite máximo de recarga de $600 es insuficiente. Sugirió aumentar este límite a $1.500 o $2.000 para hacer que el servicio sea más rentable.
Abel compartió la opinión de que para lograr un margen de ganancia medianamente positiva “se deben recargar al menos 1.500 tarjetas diarias”.
Esta situación plantea la pregunta sobre el avance del proyecto de la Comisión de Transporte del Concejo Deliberante de Posadas, solicitada en agosto por el edil Pablo Argañaraz, para que la Municipalidad gestione la ampliación del límite máximo de carga de la tarjeta SUBE, propuesto en $6,600. En respuesta a esto, el intendente Leonardo Stelatto aseguró días atrás a un medio local que “hemos solicitado el aumento del monto de recarga, aunque no tenemos todavía un monto fijo estipulado”.
La incertidumbre persiste entre los negocios locales y los usuarios que dependen diariamente de este servicio esencial.