Plan B en un campamento resinero.

¿Exclavitud o relato? Cómo viven los misioneros que trabajan abajo de los pinos correntinos

Por María Florencia Goncalves

Ituzaingó, CORRIENTES (Enviada especial). Hace algunos meses la producción de resina está en el ojo de la tormenta: se le acusa de trabajo esclavo y condiciones de abandono.

Plan B cruzó El Arco y viajó a un campamento resinero en Corrientes, ahí cerquita del límite con Misiones, para develar el misterio y conocer por qué miles de misioneros dejan a sus familias y viajan todas las semanas a trabajar debajo de los pinares correntinos en un trabajo para el cual los vecinos no encuentran mano de obra de su lugar. 

En esta nota -que se publicó por primera vez el 28-11-, te contamos cómo son dos campamentos resineros ubicados en Ituzaingó, una de las tres zonas resineras de Corrientes.

Un mercado con buenos números

Existen 5 grandes empresas que producen a gran escala la resina de pinos en Corrientes y, a su vez, algunas otras que trabajan a menor escala. 

El sector emplea entre 2.000 y 2.500 resineros todo el año, más personal de planta y administrativo. El número impacta por sí mismo y  más aún si se  considera que en 2021 se registró un total de 5.991 trabajadores en las 500 mil hectáreas correntinas con bosques implantados. 

Quiénes son

En Corrientes, los resineros son casi todos misioneros oriundos de la zona de Mártires y Bonpland, también de 25 de Mayo y; unos pocos de otros municipios sobre la Ruta 12. 

Algunos son “resineros de cepa”, otros no. Varios de ellos trabajaron desde gurises con sus padres en la resina misionera y otros, se iniciaron en suelo correntino. 

“Muchos de los que están hoy acá son hijos de productores tabacaleros y tareferos”, contó Emilio, de 52 años, oriundo de Puerto Piray, que trabaja en forestaciones correntinas desde el 2019.  

Trabajan por semanas o quincenas y viajan a Corrientes en colectivos de las empresas y, en algunos casos, en autos propios ya que prefieren ir y venir todas las semanas. 

Le dicen y se autoproclaman guapos. “Los correntinos trabajan más que nada en el ganado y saben hacer alambrados. Pero el misionero, ese sí que hace de todo! Vos al misionero, le das una asada y te va a carpir, le das ponchada y te tarefea. No tiene drama, labura”, explicó Joaquín, el capataz oriundo de 25 de Mayo, que trabaja en el rubro desde el 96´. 

Los equipos de trabajo se organizan “por zonas -de procedencia-, así nos entendemos y no hay drama. Cada lugar tiene sus códigos y los vagos se entienden si son de más o menos la misma zona”, explicó el capataz.

Los resineros de los campamentos que visitó Plan B, en su mayoría jóvenes, destacaron que “la resina es un trabajo liviano”, es manual y que “no se mecaniza más allá de levantar el balde”.

El trabajo debajo de los pinares tiene múltiples funciones. Así, los trabajadores pueden oficiar de armadores de bolsas, instaladores, piqueros, cosechero, jornaleros, ayudantes de tractoristas y capataces.

En cuanto a los horarios libres, además de los campeonatos de fútbol entre los equipos de resineros de distintas empresas, se organizan los famosos trucos, chin chon y pulseadas. “Las mujeres y el alcohol están prohibidos, pero acá nos divertimos muchísimo”, dijeron.  

Justamente cuando Plan B los visitó, se organizaban para ver los partidos con Direct TV. Incluso quienes por la religión no pueden ver fútbol, estaban siendo tentados para sumarse y alentar a la selección de Messi. 

Cómo viven mientras trabajan

Los “campamentos” que conoció Plan B son construcciones de madera y de cemento, con techos de chapa, organizadas por sectores: cocina, quincho, sanitarios, habitaciones.

Además, hay espacios con usos específicos: guardar herramientas, estacionar maquinaria agrícola, guardar mochilas pulverizadoras para incendios, elementos de protección y la “pasta” -único producto químico que utilizan en todo el proceso, y que sirve para estimular la salida de la resina, una vez que se realiza el corte-. 

Tienen pozo perforado y grupo electrógeno. “A las 10 de la noche ya oscurecemos todo, dormimos y nos levantamos a las 5. Desayunamos tranquilos y a las 7 ya le metemos ficha”, dicen. 

Con respecto a la alimentación, administran su mercadería a veces de forma individual o en ocasiones compartiendo en pequeños grupos.  

“Probamos con el comedor, pero no dio resultado en ninguna empresa. Cada uno tiene sus horarios para comer y su forma de cocinar…” contó uno de los resineros. 

De atrás se sumó con risas otro trabajador, explicando que “al misionero le gusta la verdura, por eso también hacemos huertas en el campamento si podemos”. 

Qué valoran los misioneros 

Los aspectos más valorados por los misioneros: el salario, la cobertura de salud para la familia y la libertad para organizar horarios de trabajo. 

“Allá -Misiones- no ganamos ni loco lo que ganamos acá. Aparte laburás tranquilo y en la sombra”, contó Daniel, quien antes trabajó en otros sectores como la construcción y la yerba mate.

El 20 de octubre pasado, la Justicia Federal, AFIP y otros organismos realizaron un operativo y divulgaron información a los medios sobre supuesto trabajo exclavo en el campo resinero que fue visitado luego por Plan B. Las condiciones distan mucho de lo que los organismos difundierion. Además, en aquél operativo los operarios pidieron voluntariamente quedarse en ese campo donde supuestamente las condiciones eran malas.

“Que te den obra social para la familia, eso es una tranquilidad de la gran siete para todos”, indicó Aníbal. 

“Cada uno tiene su responsabilidad, así que se organiza. Si viene el jefe y yo estoy tomando mate a las 11 de la mañana, no me dice nada porque el sabe que yo me organizo”, detalló Emilio. 

También valoran la vestimenta (botas, guantes y pantalón) y los elementos de trabajo, ya que les da “garantía de laburar tranquilos”.

Plan B/ 28-11-2022

Loading